Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Esta semana se conocieron los datos de cierre de 2016 que mostró una caída del 3,6% del PBI de Brasil, confirmando la profunda crisis económica que había comenzado en 2014, con un magro crecimiento del 0,4%, pero mostrando una caída del 3,8% en 2015. Así, la economía de Brasil retrocedió un 7,4% en dos años, un registro que sólo es comparable con el año 1930.
Es indudable que la crisis política de Brasil, que terminó con la caída de la presidenta Dilma Rousseff, unida a los episodios de profunda corrupción que han involucrado también al ex presidente Luis Ignacio "Lula" Da Silva, han sido un determinante de este comportamiento.
También hay que señalar que la economía brasileña estaba muy expuesta al flujo de capitales golondrina que comenzó a revertirse en 2014 cuando comenzaron las especulaciones sobre subas de tasas en EEUU, que generaron la caída de los precios de las materias primas. Esto se agudizó con la escalada de escándalos de corrupción.
Esta caída de Brasil explica parte de la recesión argentina, que venía mal, pero estaba disimulada por las compras de Brasil y el precio de la soja. La reversión de capitales y la suba del dólar a nivel mundial dejaron al desnudo la situación precaria de nuestra economía entre 2012 y 2015. Lo de 2016 se complicó aún más con fenómenos climáticos que afectaron cosechas de granos en ambos países.
No obstante, las expectativas del mercado son positivas y se espera una leve suba este año y una mayor recuperación en 2018. Si estas previsiones se cumplen sería bueno para Mendoza y sus exportaciones ya que, además, la moneda de Brasil es la única que está más revaluada que nuestro peso y si siguen entrando capitales, la situación podría mantenerse.
Los presidentes Macri y Temer han dicho que se proponen relanzar el Mercosur, aunque no se sabe sobre qué pautas. Hasta ahora Brasil siempre tuvo la balanza comercial a su favor, empujada por la fabricación automotriz, ya que en ese mercado se producen los vehículos más económicos que se venden en nuestro país.
No es bueno depender de un solo mercado, pero ante la perspectiva de mantener un tipo de cambio atrasado, Brasil puede ser un alivio que ayude a empujar el crecimiento si es que consigue aumentar inversiones y bajar el desempleo que afecta a más de 12 millones de brasileños.