El sistema

El sistema

Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes

Varias veces me he referido en estos mismos estropicios gráficos al escozor que me produce un sector de nuestra sociedad, que a la hora de contar los platos rotos pone cara de “yo no fui”, y encima de hacerse los desentendidos como perro que tumbó las ollas, nos indican cómo debemos vivir, cómo debemos actuar para ser felices en nuestra miseria.

Me refiero a los señores empresarios, CEOS, o gerentes generales, que integran eso intangible, tantas veces anónimo y definitivamente millonario llamado el establishment, o sea el sistema. Nada más y nada menos que el sistema que nos sistematiza con sus poderes ostentosos u ocultos y arma las condiciones para que la cosa funcione o no.

Tantas veces criticamos a los políticos por sus metidas de pata y por sus interesadas operaciones, que debiéramos dejarles un espacio de crítica a estos señores con autos de siete cifras, con casas tan fastuosas que uno sólo de sus dormitorios alcanzaría para hacer un barrio de Procrear, y con pasados de dudosa procedencia. Porque si le pedimos a los políticos que expliquen cómo se enriquecieron y llamamos a los dineros juntados espontáneamente enriquecimiento ilícito, algún día también deberíamos pedir que expliquen sus modos de hacer fortuna a estos señores que fundan y funden empresas, abultan bancos extranjeros y no dudan en dejar cesante a cientos de empleados porque los dividendos no son los calculados.

Como dice un refrán el ser humano que hace buenas acciones se va al cielo, el que las vende se va al Caribe. Sabemos que muchos políticos han recibido favores durante su gestión y que en el cielo de sus ambiciones suelen cruzar cometas.

Pero también deberíamos preguntarnos ¿Quién bancó esos favores y quien paga el peaje de los astros errantes? ¿No le parece? Porque nunca una verdad es menos verdad que cuando se cuenta la mitad de la verdad.

Pregunto: el concepto judicial de asociación ilícita ¿Sólo le cabe a los funcionarios? ¿No funca con los privados? Yo creo que el día que destapemos las ollas empresariales el tufo que va a salir de adentro nos va a obligar a pedirle a Bilardo que nos preste un poco de nariz.

Son ventajeros a lo grande. Uno sabe lo que es un ventajero doméstico, ese que te va a currar unas monedas mediantes engaños casi infantiles, pero no conocemos las dimensiones de un ventajero a lo grande. Nos sorprenderíamos de saber los nombres que aparecen en la lista de los morosos con el impuesto automotor y también la lista de morosos del impuesto inmobiliario. Si tiene oportunidad de revisarlas, hágalo, se va a encontrar en ellas con nombres de conspicuos empresarios que no cumplen con sus obligaciones tributarias.

La avaricia es uno de los pecados capitales pero parece que no  existe sólo en la capital, también existe en las provincias. Ahí están, en esas listas que no mienten, escrachados por monedas, aquellos que seguramente coleccionan billetes de próceres norteamericanos adentro de bancos suizos.

Victor Hugo escribió los miserables en 1862 pero al parecer la novela, sin perder la esencia va actualizando sus personajes. ¿Se acuerdan de María Elena Walsh? “El mundo siempre fue de algunos elegidos / hoy es para el que elige lo mejor / dinámico y rodeado de azafatas / sacrificándose por un millón o dos / Como él tiene de todo menos tiempo / nos aconseja por televisión / ahorrar, para tener status en la muerte / la eternidad en un reloj. / !Ay, que vivos / son los ejecutivos / que vivos que son / del sillón al avión / del avión al harén / del harén al Edén / siempre tienen razón / y ademas tienen la sartén, / la sartén por el mango / y el mango también”

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