La atención del gobierno provincial esta semana estará centrada exclusivamente en la cumbre del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que se hará en Mendoza a partir del jueves 22.
El propio Alfredo Cornejo definió ante Los Andes que el encuentro tiene una “importancia superlativa” pues desde 1996 que una asamblea de estas características no se realiza en Argentina y por primera vez se hará fuera de Buenos Aires.
Es tal ansiedad, que en el Ejecutivo no quieren que nada falle y por el contrario, buscan que sea una brillante ocasión que resalte las bondades de la provincia; pero que también sirva de lucimiento para sus gobernantes.
Por ello, entre otras muchas actividades previstas, está la inauguración -después de 20 años de postergaciones- del anhelado túnel que unirá Cacheuta con Potrerillos, una obra financiada originalmente por el BID y rescatada de la desidia en esta gestión.
A tal punto es la obsesión oficial que no están dispuestos a permitir que semejantes réditos puedan compartirse con nadie. Ni siquiera con los socios.
De hecho, un episodio menor, que todas las partes niegan o directamente ocultan, pinta el celo del Gobierno sobre el tema; pero también la tensión ya existente hacia dentro de Cambiemos por la sucesión de Cornejo.
Es que la siesta del jueves pasado fue un mal trago para el intendente de Luján, Omar De Marchi. Con parte de su gabinete y equipo de prensa incluido, planificaron una visita a las obras. Cuando desde Casa de Gobierno se enteraron de la “avanzada” del Pro, la orden fue terminante: de ninguna manera podrían entrar pese a que su visita no era la primera en este tiempo.
En el Ejecutivo entendieron que el lujanino, un dirigente caracterizado por la velocidad de movimientos, pretendía “apropiarse” de una obra que Cornejo ha trabajado con paciencia y que busca que le fructifique en exceso.
De hecho, el túnel está listo desde hace unos cuantos días y ya podría haber sido abierto, pero el Ejecutivo busca mostrarlo (tanto hacia dentro como hacia afuera) como un emblema de eficiencia y la buena administración de los recursos que pregona; pero también como una realización concreta ante los financiadores internacionales para que éstos despejen sus incertidumbres sobre la provincia y el país y se animen a nuevas millonarias inversiones.
Sin embargo, detrás de la negativa para que De Marchi y los suyos hicieran algunas fotos y videos de la recorrida, se esconde una intención menos altruista y más de corto plazo: en la concreción del túnel también están (entre otros argumentos de gestión) las esperanzas del ministro de área, el radical Martín Kerchner, quien junto con el presidente local del Pro tienen una gran coincidencia política: ambos buscan ser el candidato del oficialismo en las elecciones para gobernador del 2019. Y no son los únicos.
El episodio pinta con precisión el volumen de una disputa “natural” pero no exenta de picardías de este estilo que -unos y otros- pese a los enojos, entienden como parte de las reglas del juego.
La mención de la palabra “desencuentro” o la posibilidad de hacerse el distraído, es la única respuesta cuando todas las puertas se cierran y todos los teléfonos se apagan. En el idioma de la política, la luz al final del túnel es apenas una señal que sólo indica la oscuridad del presente y lo mucho que resta del camino.
En Twitter: @LuisAbrego