El silencio de Cristina como dato sugerente

El silencio de Cristina  como dato sugerente

Por Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires

En los resultados de la crucial elección de mañana podrán encontrarse las verdaderas razones por las cuales Cristina Fernández se ha ausentado de la escena pública las últimas dos semanas. Las explicaciones oficiales, a las que cuesta creerles, dicen que lo hizo para tomar distancia de la campaña electoral, como corresponde a un jefe de Estado que debe representar a todos los ciudadanos y estar por encima de las banderas partidarias.

Pero tratándose de una Presidenta que se ha caracterizado por ejercer un personalismo extremo y cuya centralidad es una herramienta fundamental de su poder, se tiende a pensar que ha habido en este último tramo no un alejamiento sino un abandono político de su candidato. Entre quienes integran el núcleo más cercano a Daniel Scioli y venían reclamando esa toma de distancia de Cristina porque sus discursos y cadenas nacionales no favorecían la campaña oficial, se sostiene que el eclipse presidencial llegó demasiado tarde.

En el kirchnerismo, en tanto, perciben la actitud como una simple operación política que consiste en despegarse de una eventual derrota de Scioli en el balotaje. Las mismas fuentes de ese sector son las que admiten venir leyendo encuestas propias y ajenas que anuncian diferencias sorprendentes a favor de Mauricio Macri y que el debate televisivo del domingo pasado no logró achicar.

Las culpas

Si Scioli gana, es previsible que el clima de euforia contagie de manera temporaria a todo el oficialismo por igual. Pero si Scioli pierde, habrá llegado la hora de las responsabilidades y los señalamientos, incluyendo a Cristina por los errores políticos cometidos en el armado del frágil esquema sucesorio. Esos yerros ya han provocado, entre otras consecuencias, que el oficialismo perdiera nada menos que la provincia de Buenos Aires a manos de María Eugenia Vidal, una joven señora que pocos conocían.

También resulta extraño que la Presidenta haya reprimido durante la semana los impulsos de salir a cuestionar la serie adversa de decisiones tribunalicias. Al igual que Cristina, muchos jueces que hasta ahora habían sido cautelosos tendrían la certeza de que el ciclo kirchnerista llega de modo inexorable a su fin.

Sensibles a los nuevos soles que irradiarán en el futuro los calores del poder, en las últimas horas una Cámara declaró inconstitucional la integración del Consejo de la Magistratura, que tiene mayoría kirchnerista, y una jueza frenó la designación de los dos miembros de La Cámpora en la Auditoría General de la Nación.

Ambas resoluciones apuntaron directamente a decisiones de Cristina para prolongar el dominio partidario en estamentos de la Justicia. Hasta no hace mucho, ella hubiese salido a despotricar contra los jueces y a redoblar la apuesta con nuevas designaciones, pero tal vez ha preferido guardar silencio y no alterar más la imagen con la que dejará el poder el 10 de diciembre.

Cualquiera sea el ganador del balotaje, la herencia económica será una carga voluminosa, y el Gobierno se ha encargado de hacerla más pesada. En esta semana que pasó los nombramientos de empleados en distintas áreas del sector público ocuparon decenas de páginas en el Boletín Oficial.

La mayoría, como es fácil suponer, son militantes camporistas a los que los dirigentes les deben un reconocimiento por la lealtad demostrada en actos y movilizaciones. La avalancha se decidió tras la primera vuelta electoral y ante los números de las encuestas para el domingo.

El equipo

Fuera de las penurias que de manera anticipada viene sufriendo el oficialismo, en Cambiemos gastan a cuenta de un optimismo que también tiene como referencia los sondeos de opinión. Convendría recordar que la verdad está sólo en las urnas y para conocerla todavía faltan algunas horas. En ese clima que descuenta un triunfo, Mauricio Macri ha comenzado a definir algunos nombres para integrar su gabinete, aunque -si gana-, se tomará todavía algún tiempo para completarlo.

En la eventualidad de que llegue a la Presidencia, su fuerza de origen, el Pro, no cuenta con la cantidad necesaria de funcionarios para ocupar cargos de nivel en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la Gobernación de la provincia y en el Estado nacional. Esa circunstancia lo obligará a fortalecer lazos con sus aliados de la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, pero no se descarta que podrían tejerse nuevos acuerdos con el Frente Renovador y hasta con sectores del peronismo como los que representa el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.

Si eso ocurre, el cambio que Macri pregona incluiría una forma de gobernar más abarcadora, ausente en estos 12 años de kirchnerismo.

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