Su invaluable labor científica, reconocida no sólo en el país, es pequeña comparada con la humildad y sencillez con que Gustavo Neme (48), licenciado en Arqueología, doctor en Ciencias Naturales e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que se desempeña en el Departamento de Antropología del museo de Historia Natural de San Rafael recibe a quien lo busque en su oficina mientras trabaja en la computadora.
Mate en mano, este reconocido investigador, sanrafaelino por elección porque nació en Berazategui (Buenos Aires), organizador de cursos, talleres y encuentros como el 12° Congreso Internacional de Zooarqueología, que tuvo lugar en San Rafael en setiembre de 2014, contagia su entusiasmo cuando relata su trabajo en las excavaciones, los sitios arqueológicos o las vivencias entre sus pares.
Trabaja juntamente con el Ianigla (Conicet), la UTN San Rafael y diversas universidades de Estados Unidos, como la de Carolina del Norte, de Utah o la de California, entre otras.
Hijo de padres médicos, tiene tres hermanos, siempre estuvo relacionado con los museos y la antropología ya que su mamá, como hobbie, estudiaba Arqueología y fue transmitiéndole esa pasión. “Así me decidí por Arqueología en la Universidad Nacional de La Plata”, contó.
Su relación con San Rafael comenzó cuando era un niño, en viajes familiares en las vacaciones a visitar a su tía, hermana de su mamá, una ingeniera que llegó al sur mendocino para la construcción de la presa de Agua del Toro, que se casó con un sanrafaelino y se afincó en el departamento.
“Año nuevo, navidades las pasábamos en San Rafael, y recorríamos sitios, alrededor de Agua del Toro y empezamos a curiosear en arqueología”, afirmó.
“Tengo recuerdos vagos de haber visitado el museo en la calle Francia y San Martín. Sé por relatos de mi mamá que conocimos a Tito Lagiglia, aunque lo conocí formalmente cuando ya estudiaba en la facultad, durante un verano que mi tía me trajo al museo, acá donde está ahora (en la Isla del Río Diamante) y me presentó”, rememoró.
Una vez en la universidad conoció a quien hoy es su compañero de labor científica: “Me enteré que había un chico de San Rafael y lo busqué porque para mí San Rafael era como mi segunda casa”.
Allí apareció Fito Gil. Al verano siguiente se encontraron en el museo y Neme fue invitado a hacer un trabajo de campo con el equipo de Lagiglia en la zona del valle El Salado, en la zona de Las Leñas. “Fue mi primera campaña formal en San Rafael; excavamos en el sitio El Desecho que después fue importante para la arqueología de la región”.
En 1993 ya se radicó en el San Rafael. En sus inicios dio clases en la escuela Güemes de La Llave y en el profesorado de Educación Primaria y de esa manera pudo con Gil financiar el armado de una de las bibliotecas científicas más completas del país. “En la mañana trabajaba en el museo y en la tarde daba clases, y así pude seguir estudiando y hacer el doctorado también en La Plata”, contó.
Desde entonces su trabajo está centrado en las adaptaciones humanas a ambientes áridos y de altura desde la prehistoria. Hoy realiza un estudio arqueológico actual, que analiza a los puesteros cómo se han adaptado a los ambientes del sur de Mendoza, a partir del registro de fauna (zooarqueología) y las costumbres de consumo.