En los sótanos de la Biblioteca Real de Turín, a varios metros de profundidad bajo tierra donde jamás entra un solo rayo de sol, encerrado en una cámara acorazada a la que sólo se puede acceder a través de una puerta blindada de varios centímetros de espesor y donde un dispositivo electrónico mantiene una temperatura contante de 20 grados y una humedad del 55%, se encuentra un trozo de papel.
Ese pedazo de celulosa mide 33 centímetros de alto y 21,6 de ancho. Muestra el rostro de un anciano con los cabellos y las barbas largas, cejas pobladas, frente despejada y mirada cansada. Fue pintado alrededor del año 1515 en sanguina, una técnica pictórica basada en una variedad de óxido férrico, lo que le confiere un color rojizo parecido a de la sangre. Tiene un valor incalculable: es el único autorretrato que se sabe a ciencia cierta que pintó Leonardo Da Vinci. Se trata de uno de los primeros 'selfies' de la historia del arte (Durero y Botticelli, entre otros, se autorretrataron antes que el gran maestro) y, sin duda, del 'selfie' más famoso del mundo.
Muy rara vez se expone al público. Su estado de conservación es extremadamente frágil y los expertos, que hablan de ese pedazo de papel como si fuera un organismo vivo, consideran que no conviene someterlo al estrés que conlleva una exposición.
Por eso es excepcional lo que ocurrirá a partir del día 30 de este mes, cuando durante dos meses y medio la Biblioteca Real de Turín abrirá sus puertas y permitirá, en pequeños grupos de 25 personas, contemplar ese dibujo, que Leonardo pintó cuando tenía unos 63 años y que está considerado como una de las grandes obras de arte de la historia de la humanidad.
Hasta tal punto que Curiosity, la nave que llegó a Marte en agosto de 2012 con la misión de enviar a la tierra imágenes del Planeta Rojo y que lleva incorporado un pequeño microchip con varias de las más importantes expresiones artísticas de la Humanidad por si en su viaje se topara con alguna forma de vida inteligente, transporta una imagen digitalizada del Autorretrato de Leonardo. "Somos la única biblioteca intergaláctica del mundo", asegura sacando pecho Giovanni Saccani, director de la Biblioteca Real de Turín, el organismo propietario de esa obra.
No deja de resultar sorprendente cómo ese dibujo fue a parar a esta institución, vistas las vueltas que ha dado desde que a su muerte en 1519 en el castillo de Clos-Lucé, en Francia; Leonardo dejara todas sus pertenencias a su alumno preferido, el milanés Francesco Melzi. Este, tras el fallecimiento del maestro, decidido regresar a Italia llevándose con él todo lo que había recibido en herencia de Leonardo. Sin embargo, con el pasar del tiempo ese legado se fue dispersando y se perdió la pista del autorretrato.
Reapareció sólo a principios del siglo XIX de la mano de Giovanni Volpato, un italiano que después de una vida intensa en la que viajó por Europa y reunió una excelente colección de dibujos recaló en Turín en calidad de secretario de la Academia Real de Bellas Artes. Ya asentado en la ciudad, un día le mostró su colección de dibujos al bibliotecario del rey Carlo Alberto, un tal Domenico Promis, que se quedó boquiabierto ante la importancia de las obras y enseguida le habló al monarca de aquellas maravillas.
Carlo Alberto, que era un gran amante del arte y un ávido coleccionista, hizo llamar a Giovanni Volpato y después de hacerle mostrar las joyas se empeñó en comprarlas. Volpato al principio se resistió pero acabó aceptando: al fin y al cabo no convenía enemistarse con el rey. Incluso tuvo la deferencia de hacerle un buen descuento. Pero a cambio puso una condición: le pidió a Carlos Alberto que le nombrara conservador de su colección de dibujos. Este aceptó.
El arte de volar
La Biblioteca de Real de Turín, la antigua biblioteca de los reyes de Italia, custodia en la actualidad 200.000 volúmenes, 4.500 manuscritos, 5.000 ejemplares de libros del siglo XVI, 1.500 pergaminos, 187 incunables del siglo XV, mapas, grabados y una colección de 3.055 dibujos. Entre esos dibujos hay obras de Rafael, de Miguel Ángel, de Rembrandt, de Vasari... Y por supuesto de Leonardo da Vinci.
La Biblioteca no sólo posee el famoso 'Códice sobre el Vuelo de los Pájaros', un manuscrito en el que el artista florentino plasmó sus investigaciones sobre las aves. Además cuenta con 13 papeles con dibujos de Leonardo, algunos pintados por las dos caras. Está, por ejemplo, el famoso 'Rostro de muchacha', que pasa por ser un boceto del ángel que luego Leonardo pintó en 'La Virgen de las Rocas'. Hay también una máquina de guerra, un estudio de ojos...
Pero sin duda alguna el más famoso de todos es el 'Autorretrato'. De hecho, será la estrella absoluta de la exposición que bajo el título 'Leonardo y los Tesoros del Rey' reunirá en total unas 80 obras de la Biblioteca Real de Turín y que desde el 30 de este mes hasta el 15 de enero ofrecerá una de esas raras ocasiones de contemplar el Autorretrato de Leonardo.
La ocasión es tan especial que durante el periodo de la muestra ésta permanecerá abierta absolutamente todos los días, incluso el 1 de enero, día de Año Nuevo. Sólo cerrará en Navidad, el 25 de diciembre. La exposición se visitará con guía, en pequeños grupos de 25 personas, y es absolutamente obligatorio reservar con anterioridad.
Todas esas medidas son para tratar de minimizar los daños que pudiera sufrir el 'Autorretrato' de Leonardo, un dibujo acostumbrado a la soledad y especialmente delicado y frágil. Sobre todo porque está repleto de manchas, lo que los especialistas en conservación llaman 'foxing'. Esas manchas, por lo general, o son de origen químico (debidas a la mala la calidad del papel) o de origen biológico (fruto de hongos o de otros microorganismos).
Pues bien: en el caso del 'Autorretrato' hay manchas de ambos tipos, lo que hace su estado especialmente delicado. Tan delicado que nunca ha sido sometido a ningún proceso de restauración, ante el temor de que el remedio pueda ser peor que la enfermedad, y rara vez se expone en público.
También es por eso por lo que nunca, desde que en 1839 fue incorporado a la colección de la Biblioteca Real de Turín ha salido de aquí, a excepción de una única ocasión en 2011 en la que viajó a Venecia para participar en la gran exposición de Leonardo que allí se organizó con motivo del 150 aniversario de la unidad de Italia. "Viajó en un contenedor hermético donde reinaba la oscuridad total, con unos microchips que monitoreaban 24 horas a día las condiciones de humedad y temperatura, escoltado y siguiendo un itinerario secreto. Por supuesto su valor es incalculable, pero como había que hacer un seguro lo fijamos en 70 millones de euros", nos cuenta Giovanni Saccani, director de la Biblioteca Real de Turín.
Una joya en peligro
El objetivo es evitar a toda costa que el 'foxing' aumente, conseguir que no surjan más manchas y detener el proceso de degeneración al que parecía irremediablemente abocado el 'Autorretrato'. La prueba de su declive está en la imagen que a finales del siglo XIX los hermanos Alinari, unos pioneros de la fotografía en Italia, tomaron de la obra. En ese facsímil se aprecia, en la parte inferior izquierda del papel, la firma del artista escrita en latín: "Leonardus Vincius". Hoy no queda rastro de esa firma, sólo se lee la leyenda "Retrato de sí mismo" ya viejo, que según los expertos no salió de la mano del artista sino que fue escrita posteriormente.
La buena noticia es que el instituto central de restauración de Roma ha establecido que el dibujo no ha sufrido cambios desde 1998, cuando se conserva en un cámara especial en el sótano de la Biblioteca real de Turín a una temperatura estable de 20 grados y con una humedad constante del 55%, sin que le dé en ningún momento la luz solar ni ningún tipo de iluminación incandescente o que contenga rayos ultravioleta, alumbrado únicamente por luz de fibra óptica.
El problema de la fragilidad del 'Autorretrato' se debe en parte a que Leonardo usaba lo que tenía a mano para dibujar, escribir o hacer bocetos, sin preocuparse en exceso por la calidad del papel. De hecho, en una esquina de la última página del 'Códice sobre el Vuelo de los Pájaros', que también formará parte de la exposición 'Leonardo y los tesoros del rey', el artista llegó a escribir la lista de la compra.
Y en otra de las páginas de ese mismo códice (cuyo estado de conservación es mucho mejor que el del 'Autorretrato') se adivinan, debajo de los escritos de Leonardo, unos trazos en sanguina de lo que parece ser una nariz y una boca. Los expertos consideran que podría ser un Autorretrato anterior al que se conoce. Al fin y al cabo el 'Códice sobre el Vuelo de los Pájaros' data de 1505-1506, y se supone que el autorretrato que hay bajo una de sus páginas aún sería anterior a esa fecha.
De hecho, el RIS, la policía científica italiana, ha aplicado a la nariz y la boca que se asoman bajo el 'Códice sobre el Vuelo de los Pájaros' las mismas técnicas de envejecimiento que aplica a los retratos de personas que llevan tiempo en paradero desconocido. El resultado: se trataría de la misma persona que la que aparece en el 'Autorretrato' de Leonardo.
Fuente: msn.com