Por Mario Fiore - Corresponsalía Buenos Aires
Un empresario norteamericano que está en Argentina en viaje de negocios preguntaba a principios de la semana a sus interlocutores por qué el presidente Mauricio Macri, de gira en Europa, no aparecía en la primera plana de los diarios.
La respuesta que le dio un dirigente del oficialismo fue en extremo sincera: “Para no alentar más expectativas sobre el segundo semestre”.
Macri terminó su gira por las potencias europeas (Francia y Alemania, más Bélgica) sin grandes anuncios. El jueves estuvo en un encuentro de billonarios en Idaho, Estados Unidos, del que casi no hubo información oficial.
La gira fue programada con dos meses de antelación, cuando la Casa Rosada la imaginó como una oportunidad para relanzar la economía nacional tras las reformas estructurales que se le aplicaron en los primeros seis meses de gestión.
Pero en las últimas semanas el Gobierno debió aceptar que el regreso de los capitales al país demorará más de lo esperado y en el medio se coló el sacudón del Brexit para la Unión Europea, lo que dejó a la misión diplomática argentina muy desdibujada.
Si el Presidente logró que su peregrinar por la vieja Europa no fuera leído como un fracaso fue porque volvió a la escena política -arrastrada por la Justicia- Cristina Fernández de Kirchner.
La ex presidenta, que elige al actual mandatario como su principal adversario político, es quien hoy más favores le hace al Gobierno. Tuvo una semana para el olvido.
Empezó denunciando persecución política-judicial y pidiendo auditorías sobre la obra pública, que ya han sido realizadas con pésimos resultados para su gobierno, y terminó enredada en un cruce de denuncias con quienes la investigan.
En el medio, reconoció que dolarizó sus ahorros ni bien dejó el poder. “No sé qué está haciendo esta gente con la economía”, dijo a la salida de Comodoro Py, adonde el juez Claudio Bonadio la obligó a asistir para que se notifique en la causa por el “dólar futuro”.
El ocaso
A diferencia de su primer regreso de Santa Cruz, cuando aprovechó la indagatoria pedida por Bonadio para montar un acto político en las puertas de tribunales, Cristina Kirchner regresó a la Patagonia sin respaldo político.
En dos meses y medio su poder de convocatoria mermó abruptamente. Sólo mantuvo reuniones con los más leales en el Instituto Patria, donde incluso recibió reclamos por su liderazgo zigzagueante.
Las causas en las que la ex presidenta está siendo investigada por corrupción, si bien vienen teniendo operativos cinematográficos para recolectar evidencias, están lejos de poder satisfacer las expectativas de la sociedad (y del Gobierno).
Básicamente porque no hay acciones coordinadas entre los jueces Bonadio -que tiene la causa Los Sauces-, Julián Ercolini -Hotesur- y Sebastián Casanello -la ruta del dinero K y las vinculaciones de la familia Kirchner con Lázaro Báez-.
Por ello, Elisa Carrió solicita que todo quede en manos de un solo magistrado. Si no, las investigaciones podrían colisionar y alargar el ya de por sí extenso tiempo que se toma la Justicia para llegar a la verdad cuando de corrupción se trata.
Este accionar ruidoso de la Justicia le pronostica un segundo semestre oprobioso a Cristina Kirchner. El peronismo ya tomó notas. Mientras ella intentaba conducir una tropa confundida, el partido le envió señales inequívocas de olvido.
El jueves, en la Casa de Entre Ríos en Capital Federal, el gobernador Gustavo Bordet y su antecesor, el hasta hace poco cristinista Sergio Urribarri, pusieron al PJ de esa provincia a disposición de Miguel Pichetto y Diego Bossio, las dos figuras que se arrogan la representación de los gobernadores en el Congreso.
La novedad es que los diputados entrerrianos, que no ocultan su simpatía por Cristina Kirchner pero obedecen a Urribarri, pasarían a formar parte del bloque Justicialista de Bossio.
El ex jefe de la Anses kirchnerista está desvirtuando los planes de José Luis Gioja de armar una bancada institucional del justicialismo.
Visto como una cara de la renovación, Bossio y su asesor Mauricio Mazzón, hijo del histórico “Chueco”, están cerca de concentrar en la bancada que se escindió en febrero del FpV el grueso de la diáspora kirchnerista.
Tarifas y meta fiscal en veremos
La Justicia tiene hoy un lugar de centralidad absoluta para la política. No sólo por el suspicaz empuje que tomaron las causas de corrupción sino por el reguero de fallos de jueces de primera y segunda instancia en contra del tarifazo en el servicio de gas.
El jueves, la Cámara Federal de La Plata suspendió los aumentos -que llegan al 500%- en todo el país. Fue un masazo que la Casa Rosada esperaba.
La apuesta de Macri es que la Corte Suprema de Justicia acepte el martes el pedido de “per saltum” del Gobierno y que defina rápidamente el futuro de la medida dispuesta por el impopular Juan José Aranguren, ministro de Energía y ex CEO de Shell.
Lo que está en discusión es si el aumento se realizó legalmente, ya que no hubo audiencias públicas.
Algunas fuentes del oficialismo creen que el máximo tribunal podría darle la razón a Aranguren en este punto -las audiencias se hicieron hace diez años-, pero creen que igualmente podría pedir que se reformule el cuadro tarifario, lo que equivaldría a anular los bruscos saltos que dieron las facturas.
El problema para la administración macrista es que esto la alejará cada vez más de la prometida reducción del déficit fiscal, ya que hasta ahora la quita de subsidios fue la principal -y casi única- medida tomada para conseguir esa meta.