El sector caprino frente a un escenario adverso

Tanto en el Sur como en el Este mendocino el sector está complicado. Falta de alimento en los campos y de mercados demandantes, generan dudas sobre la nueva temporada. Los productores están a la espera de las pariciones de estos dos meses.

El sector caprino frente a un escenario adverso

La actividad caprina de Mendoza está a las puertas de otro año que podría dejar más oscuros que claros sobre su futuro a mediano plazo. Es que si bien las producciones son buenas, no hay mercado. En el Este las majadas se achican y el Norte sigue castigado por las heladas que deja a los campos del secano sin un alimento crítico para el ganado.

En estos días están pariendo las primeras cabras en los campos del Sur mendocino. Había preocupación entre los puesteros de aquella región porque, aunque la gestación venía bien, “ha corrido mucho viento y eso puede provocar pérdidas”, comentaba Rubén Ortiz, criancero de los campos situados al Norte del Cerro Trintrica (parte en Malargüe y parte en San Rafael).

Ortiz, que preside la Asociación Puesteros de Trintrica, que nuclea a algo más de veinte familias de productores, apuntó no obstante que “la preñez viene bien. Aunque hubo cabras que abortaron, no fueron muchas, y algunas van a estar pariendo en estos días”.

El ganadero sureño recordó que “en el invierno tuvimos mucho frío y vientos fuertes, y había expectativa de que lloviera, para asegurar un buen porcentaje de preñez” de las cabras.

En Malargüe, el grueso de los nacimientos se da entre fines de setiembre y principios de octubre. Esto es así porque hacen servicio estacionado (tanto en majadas caprinas como ovinas), para evitar que los nacimientos ocurran en el invierno. A las ovejas, que tienen un tiempo similar de gestación, las hacen servir un tiempo antes, “y paren hacia mediados de agosto o setiembre”, dice Ortiz.

El temor que tenían en las últimas semanas, era que en agosto suele haber muchos abortos. “Si llueve no pero si el clima no acompaña, hay muchas pérdidas. Si pasan agosto sin abortar, es porque vamos a tener buena crianza”, resumió Rubén Ortiz, y añadió: “El problema es que, si sigue corriendo viento y no llueve, les va a faltar leche”.

Según Ortiz, cuando hay tanto viento se acumula mucha tierra en el pasto y se forma entre las hojas “como una tela de araña” y, “como la cabra es muy delicada cuando está preñada”, cree que eso podría influir en la interrupción de la gestación.

Atravesando buena parte del territorio mendocino hacia el Noreste, la situación parece estar más clara. En la zona del Departamento La Paz, situada al Sur de la Ruta Nacional 7, están ocurriendo los primeros nacimientos. Germán Maturano, presidente de la Cooperativa de Provisión, Transformación y Comercialización La Sureña Ltda, comentó que “es una pequeña tanda que permite a la gente sacar chivos en diciembre”.

La entidad, que tiene sede sobre la ruta 77 -que une La Paz con la Ruta provincial 146- nuclea a 36 pequeños y medianos productores, 21 de los cuales tienen más producción caprina que bovina, y el resto tiene exclusivamente producción vacuna.

Maturano aclaró que “la tanda grande de nacimientos viene en setiembre-octubre. La mayoría de las cabras tienen cría para esa fecha, y el resto estará pariendo a principios de mayo”.

El dirigente paceño aseguró que “el índice de preñez ha andado bien, casi un 90% en todos lados”. Esto tiene que ver con que “ha llovido bien, el verano estuvo muy lluvioso, hubo mucho pasto, y los animales tuvieron mucha hierba de invierno también, y eso los mantiene en buen estado”.

Cruzando la Ruta 7 hacia el Norte, la situación parece ser alentadora también. Probablemente porque han tenido un par de años llovedores que han mejorado la disponibilidad de pasturas en esos campos que, naturalmente, son más escasos de alimento que los de La Paz al Sur.

Fabián Farrando, que participa de la Asociación Ganadera Zona Norte, de ese departamento, comentó que en su zona “está prácticamente terminada la parición de invierno” que se da. Mayoritariamente, desde fines de mayo hasta fines de junio. A fin de año hay otra. “Hasta ahora, por lo que me he enterado, esta parición ha venido bien. Las lluvias han mejorado mucho el campo, y las cabras están en mejores condiciones. Por eso no hay tanta mortandad”, resumió Farrando.

O sea que, en esa zona, las cabras paren en invierno y verano. “Hubo una época en que la gente que tenía algún capital estacionaba el servicio, haciendo que las cabras parieran una vez al año y en época de verano”.

Esto, “porque en invierno es muy escasa la comida. Eran años en los que llovía menos que ahora. Entonces, la parición del verano andaba bien, y la cabra que paría en invierno estaba débil porque no había comida”, apuntó el productor del Norte paceño.

Pero advirtió que hoy, los recursos son escasos, y “son contados los productores que estacionan el servicio”.

Los puesteros lavallinos siguen complicados. Allí, la mayor parte de los nacimientos se dan en pleno invierno (junio-julio) y, aunque hay más pasturas que otros años menos lluviosos, la producción sigue quedada. En algunos lugares hubo menos nacimientos que en años anteriores, y en otros lugares… muchos menos.

José Oviedo, presidente de la Asociación Ganadera Centro Cuyano de Lavalle dice que “las pariciones estuvieron un poco escasas, comparadas con las de otros años”. Explica que “en algunos lugares el campo está medianamente bueno, con buenas pasturas, pero notamos que falta algo que fortalezca a la cabra”.

En la zona “creemos que el motivo de esto es que hace cuatro años que no tenemos la vaina del algarrobo ni la del chañar, que fortalece mucho al ganado”.

Resume que “los campos están bien -aunque ahora están secos por las heladas- han tenido cría las cabras, pero ha escaseado la leche y los chivatos no están bien. Si queremos sacar alguno para la parrilla, tenemos que meterle algún alimento adicional, y ahí se pone pesado por los costos”. Por lo pronto, “la situación no está buena y estamos en alerta amarilla”.

Señaló que están trabajando con los galpones de acopio de alimento en el campo. Tienen un depósito central en un predio de la Zona Industrial de Lavalle. De allí salen con alimento, forraje que consiguen a menor precio y los llevan a los galpones que tienen en el secano, ubicados en Asunción, San José, Lagunas del Rosario, La Majada y Lagunita.

Están yendo cada 20 días con alimento para el ganado.

José Tello, de Lagunita (Lavalle) trazó un escenario abiertamente desalentador, sobre todo para las producciones ganaderas de esa zona hacia el Sur. Comparó la situación de los crianceros de esa parte del secano lavallino con la de un viticultor que vio malograda su producción. “Imagínese que fuera viñatero. Estoy esperando cosechar y me cae una manga de piedra y no cosecho nada. Así es la parición de este año”, dijo Tello.

“Con casi 200 cabras, todos los años he venido teniendo de 150 a 200 chivatos. Ahora han nacido nada más que 27, y han abortado casi todas las cabras. No tenemos idea de por qué ha ocurrido esto. La mayoría de los productores con puestos situados de la zona de San Miguel al Sur han tenido el mismo problema”, aseguró.

Ello explicó que “las cabras están débiles, como si no tuvieran fuerza, a pesar de que hay comida”. Apuntó que “hace 2 ó 3 años que no tenemos algarroba ni chañar, y para mí es la fuerza de ese alimento que le hace falta”. Es que “hemos tenido heladas tardías -a fines de setiembre- cuando están florecidos, y se quema la flor”.

Recordó que “otros años había veranos con poca lluvia, pero con mucha algarroba y chañar, y después, aunque en el invierno casi no había pasto, teníamos muy lindos chivatos y las cabras tenían leche”.

El panorama comercial

En Malargüe todavía tienen animales de la última zafra (2016/2017). Finalmente se frustró la esperanza de encontrarse con un mercado más fluido hacia  marzo de este año, cuando volvieran de la “veranada”. Como no hubo demanda, “hay chivos por todos lados. En toda la zona de Malargüe, y a esta altura, hay que aguantarlos para faena y consumo propio y, en el caso de las hembras, retenerlas para aumentar el número de vientres” concluyó, resignado, el puestero de la zona del Trintrica.

Reveló que en las últimas semanas se reunieron con el intendente de San Rafael, y “quedaron en hacer gestiones para ver si podíamos comercializar el chivo faenado, con sello, pero hasta ahora no se ha hecho nada concreto”.

Al parecer, la faena se haría en el matadero frigorífico San Rafael (que es una empresa privada), “pero todavía no se ha hecho ninguna reunión con esta gente”, dice Ortiz.

Insistió en que “no hay gente comprando”, al menos lo que ellos tienen para ofrecer. En este sentido, hizo un comentario llamativo: “Anduvieron algunos compradores buscando chivos enteros (sin castrar), y cuernos pero acá están todos capones. No sé adónde los llevarán, pero se ve que son pedidos de los países adonde los exportan, que tienen sus costumbres de consumo. Hay interés, pero nosotros tenemos todos los machos castrados”.

Para los paceños con puestos al Sur de la Ruta Nacional 7, las ventas fuertes son las de diciembre y enero. Según el presidente de la Cooperativa La Sureña, Germán Maturano, el precio obtenido en la última zafra "estuvo bastante bueno, entre 700 y 800 pesos el chivo faenado". Son animales que, limpios, están pesando 7 u 8 kilos, lo que da un precio promedio de 100 pesos el kilo. "Ahora, esperemos que venga un poquito mejor, que paguen por lo menos 100 pesos más por animal", concluyó Germán Maturano.

Sobre el panorama comercial, Fabián Farrando (el productor del Note paceño) asegura que “siempre hay mercado para el chivo”, y que “se vende en la misma zona de La Paz”.

Explicó que “se vende a particulares, no alcanza a llegar a las carnicerías, inclusive mucha gente va al campo a comprar”.

El puma está diezmando las majadas en toda la provincia

Fabián Farrando, productor del Norte de La Paz, reconoció que “en nuestra zona han quedado muy pocos puesteros que tengan cabras. La mayoría se ha volcado al vacuno”.

Esa zona se extiende hacia al Norte de la Ruta 7, en una franja que       -de Oeste a Este- abarca desde la calle La Cruz de Yugo hasta Desaguadero. De ahí hacia el Norte, hasta el límite con el departamento Lavalle.

Farrando afirmó que “las majadas han disminuido, en parte por la sequía, porque hay que tener en cuenta que, en zonas donde el agua es muy salada, el agua de lluvia pasa a ser un alimento más para los animales.

Pero no sólo por eso. Según el ganadero paceño “los perros y los pumas están haciendo mucho daño” en las majadas.

Lo mismo planteó Germán Maturano, desde los campos de La Paz, pero al sur de la Ruta 7. El presidente de la Cooperativa La Sureña advirtió que “el gran problema que estamos teniendo en la zona, desde el año pasado, es el ataque de puma”.

Reveló que “los pumas están llegando a los puestos, alrededor de la casa”, y remarcó que “algo tenemos que hacer porque, si no, el pequeño productor se va a terminar yendo del campo”. Contó que “no sólo atacan las cabras, también terneros, potrillos, burros… hay una plaga de pumas”.

En el Sudoeste de la provincia la situación no difiere demasiado. Rubén Ortiz, el criancero que tiene sus majadas en la zona del cerro Trintrica, entre San Rafael y Malargüe, dice que la posibilidad de hacer crecer los rodeos de ganado menor está limitada por los predadores.

Destaca inclusive el hecho que “la oveja no es tan delicada como la cabra durante la preñez, y está dando muy buen resultado”. De hecho, “acá la gente tiene prácticamente mitad y mitad (refiriéndose a igual proporción de cabras que de ovejas en sus majadas), pero lo que mejor anda en estos campos es la oveja”.

Ortiz explica que “el corderito se cría solo, mama a cada rato, no le falta la leche, pero no crecemos en cantidad porque de San Rafael al Sur hay mucho daño de puma; nos tienen locos”.

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