Antonio Aravena (63) disfruta del sol y el aire cálido sea invierno o verano. Es que vive en Florida, EEUU, desde hace 15 años, junto a su esposa Mónica Lier (56). Emigraron del país en busca de un mejor pasar económico para ellos y sus tres hijos: Matías, Martín y Carolina.
“Siempre digo que el hombre pone las fronteras, pero para Dios no existen”, dice el lasherino ensayando una explicación a los vaivenes por los que tuvo que pasar antes de encontrar su lugar en el mundo.
Toni, como lo llaman en su círculo íntimo, se dedica a la confección de trajes, smokings, fracs y otras prendas masculinas de manera artesanal, a medida y preferencias del cliente.
Con centímetro, hilo y tijera en mano, el mendocino crea prendas de vestir únicas y exclusivas, diseños de autor salidos de la creatividad de este sastre que forma parte del staff de una de las tiendas con mejor reputación del sur de Estados Unidos, ubicada en la avenida Kendall, South Miami.
Su rutina empieza algunos minutos antes del amanecer para aprovechar la mínima de 20 grados a la sombra y con humedad y así hacer un poco de ejercicio. Después del desayuno, emprende viaje hacia su trabajo, donde permanece hasta media tarde.
En sus tiempos libres compone música y, en dúo con Mónica, lleva los ritmos andinos y folclóricos por parroquias y espacios culturales de Miami. “El idioma no es obstáculo porque aquí la población habla español o al menos un spanglish fácilmente entendible”, comenta.
Trajes famosos
Toni considera la sastrería como el arte que combina magia, talento, geometría y dibujo. Por su ojo minucioso pasaron artistas de relieve internacional y políticos americanos. Luis Fonsi, Pitbull, Juanes, Leo Dan, José Celedón y Palito Ortega son parte de su “repertorio textil”.
Entre los políticos se encuentran Sebastián Piñera y Eduardo Frei, ex presidentes de Chile; Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras; Juan Manuel Santos, presidente de Colombia; y Marco Rubio, senador republicano y aspirante a la presidencia de EEUU. Calcula que a lo largo de su estadía en el país del norte ha vestido a más de 17 jefes de Estado.
“Para esas personas vestirse con el traje que yo hice es un acontecimiento. Y para mí es un acontecimiento hacerlo”, expresa Aravena, que ya en Mendoza vestía a intendentes y gobernadores.
Sus primeros pasos se retrotraen a esta ciudad. Antes de dejar el país ya había realizado sus primeras puntadas en Anco Marcio y Per L’Uomo. Víctor Fayad, Arturo Lafalla, Eduardo Bauzá y José Octavio Bordón eran sus clientes habituales.
“Cambié de escenario pero la obra es la misma”, dice pensando en su tierra natal. En el 2000 decide probar suerte en el extranjero y con muchas ilusiones llegó a Miami, donde a las 48 horas ya trabajaba en el oficio de su gusto. Meses después viajaron su esposa y sus hijos con el propósito de redoblar la apuesta: la mirada estaba fija en un estilo de vida de calidad, “sin lujos, pero con bienestar y seguridad personal y familiar”, relata desde Miami.
“La idea era crecer, ahorrar y regresar a Argentina, pero los años fueron pasando y aquí seguimos. Es muy difícil dejar lo que mucho tiempo nos llevó construir”, cuenta. Sus hijos crecieron: uno vive con ellos, otro en España y el mayor regresó a Mendoza. “El corazón está puesto en nuestro querido terruño”, expresa Antonio.
Como una reflexión final sobre su tarea profesional expone: “Así como de 3 metros de trapo -luego de trazos y rayas- un hombre sale vestido, Dios ha trazado en nosotros su voluntad y nos ha vestido con todo tipo de desafíos y aventuras”.