Tras un fin de semana tenso por el enfrentamiento entre el presidente y la oposición en el Congreso, El Salvador despertó ayer con una pregunta flotando en el aire: ¿qué significó la presencia de militares en la Asamblea Legislativa de un país con poderes autónomos?
La tensión se disparó el domingo, cuando el mandatario Nayib Bukele llegó al Legislativo para encabezar una sesión extraordinaria que convocó para impulsar la aprobación de un préstamo millonario que le permitiría combatir la delincuencia y las pandillas, pero a esta sólo asistieron 22 de los 84 diputados del Congreso.
Lo que alertó a los salvadoreños, activistas, y prensa internacional no fue la propuesta del mandatario ni el choque entre el oficialismo y sus detractores, sino que Bukele llegó acompañado del ejército: militares y policías se apostaron en el recinto.
Con una historia reciente marcada por una guerra civil que duró 12 años (1979-1992) y el control ejercido por militares, la situación del fin de semana desató las alarmas de diversas instancias dentro y fuera del país centroamericano.
"El país ha vivido un episodio bastante peligroso. Se estuvo al borde de un quebrantamiento del orden constitucional propiciado por el mismo presidente de la República'', dijo Jeannette Aguilar, una investigadora universitaria especializada en temas de seguridad.
Amnistía Internacional expresó que "las múltiples denuncias de francotiradores apostados en las proximidades de la Asamblea Legislativa, la presencia militar innecesaria y las restricciones a la libertad de prensa podrían marcar el inicio de una ruta peligrosa para la institucionalidad y para los derechos humanos del país''.