Pasado mañana asumirá sus funciones episcopales el nuevo arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo. Será a las 11 durante la misa que se celebrará en el Santuario de Nuestra Sra. de Lourdes de El Challao.
A Colombo lo acompañarán en la celebración otros 16 obispos, entre los que se destacan Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina; José María Arancibia, arzobispo emérito de Mendoza; y Sergio Osvaldo Buenanueva, ex obispo auxiliar de esta diócesis y hoy a cargo del obispado de San Francisco (Córdoba).
También asistirán a la ceremonia el director nacional de Culto Católico, Luis Gustavo Seguier Fonrouge; y el secretario de Culto de la Nación, Alfredo Abriani. Desde La Rioja, la sede que deja Colombo, se espera a unos 120 fieles de distintas que vendrán a despedir a su querido "padre obispo", quien asume una nueva misión apostólica asignada por el papa Francisco.
Colombo será el octavo obispo de Mendoza y el séptimo arzobispo, luego de que la provincia comenzara a ser diócesis en 1935 y elevada a sede episcopal en 1961 durante el mandato de monseñor Alfonso María Buteler.
La celebración
Quien comenzará la celebración en El Challao será el nuncio apostólico en la Argentina, monseñor León Kalenga Budikebele. Luego se leerá el "mandato apostólico" por el que el papa Francisco nombra arzobispo de Mendoza a monseñor Marcelo Daniel Colombo.
A continuación, el representante del Sumo Pontífice le impondrá el palio arzobispal, le entregará el báculo y lo invitará a sentarse en la sede. A partir de ese momento el nuevo arzobispo presidirá la Eucaristía.
El palio es un ornamento del Papa y de los arzobispos. Es símbolo de la unidad que vincula a los pastores de las Iglesias particulares con el sucesor de Pedro, obispo de Roma. El palio es también una llamada a los sacerdotes y los fieles de las distintas diócesis a consolidar cada vez más una auténtica comunión con sus pastores y entre todos los miembros de la Iglesia.
Tiene la forma de una faja circular que carga sobre los hombros y de la cual penden ante el pecho y en la espalda dos tiras rectangulares, todo de lana blanca, destacándose de ella seis o cinco cruces de seda de color negro o rojo. Suele adornarse con tres clavos metálicos, que recuerdan los clavos de la Pasión