El robo del sable corvo

Nuevamente fue sustraída la réplica del sable corvo del Libertador del Museo del Pasado Cuyano. No sólo debe recuperarse sino que el Estado debe proveer de fondos dignos y en tiempo y forma al Museo y a la Junta de Estudios Históricos.

El robo del sable corvo

El robo de la réplica del sable corvo de San Martín, del Museo del Pasado Cuyano “Edmundo Correas”, puede ser leído como una metáfora de los tiempos que vivimos. Desidia y desprecio por nuestra verdadera historia, por el patrimonio que nos legaron las generaciones pasadas. Remplazados por el grotesco en la fechas patrias y la falsificación sistemática y perversa de la historia de nuestro país y sus protagonistas. En su lugar, la vigencia del culto a la personalidad del matrimonio que ocupa el poder desde hace doce años.

El grave y triste hecho obliga a efectuar varias consideraciones, en procura no sólo de esclarecer el hecho y recuperar la pieza histórica sino de contribuir a crear conciencia de la preservación del patrimonio común.

No deja de llamar la atención que el hecho haya ocurrido a poco de celebrada la ceremonia, ordenada por la Presidenta y transmitida por cadena nacional, del traslado del sable corvo original del Regimiento de Granaderos a Caballo al Museo Histórico Nacional. Cabe recordar también que ese sable había sido sustraído del Museo en dos oportunidades y luego recuperado. Esos hechos dieron lugar a poner la reliquia bajo la custodia del Regimiento que creara el Libertador de América.

La desidia y el desprecio de que hablamos quedan claramente expuestos en los datos consignados en la nota de nuestro diario del jueves 11, que da cuenta de lo ocurrido. “El robo deja al descubierto las necesidades de una institución, el Museo y la Junta de Estudios Históricos, que se mantiene a pulmón y que, a pesar de ser promocionada en los folletos de Turismo, recibe apenas 28.000 pesos anuales por todo concepto para funcionar”.

Más vergonzoso, ese aporte del Estado provincial no llega desde 2014. Compárese esta cifra irrisoria con los millones de pesos que el Gobierno provincial ha gastado en los últimos años en la contratación de artistas para los variados festivales que organiza. El Estado también debe proveer al Museo un administrativo, un bibliotecario y un maestranza. Esto tampoco se cumple.

Las 14 salas del Museo y sus piezas históricas que atesoran el pasado de la cuna de la Gesta Libertadora de San Martín se mantiene con aportes de particulares voluntarios, que intentan mantener en pie la vieja casa de los Civit. Hoy el Museo no se puede recorrer entero porque la mitad de la casa está clausurada por la Municipalidad de la Capital por peligro de derrumbe. Más elocuencia (y vergüenza) imposible.

El edificio de la calle Montevideo 544, sede de la Junta y del Museo del Pasado Cuyano, tiene un gran valor histórico. Fue construido como vivienda particular en 1873 por el señor Francisco Civit (1829-1908) quien tuviera destacada actuación política y empresaria. Fue ministro, legislador y gobernador de la Provincia.

En esa casa vivió su hijo, Emilio Civit (1856-1920), quien fuera legislador provincial y nacional, gobernador de la Provincia, ministro de Obras Públicas de la Nación durante los seis años de la segunda presidencia de Julio Argentino Roca (1898-1904) y a quien se le deben obras fundamentales como puertos, ferrocarriles, red de agua potable, etc. Seguramente fue Emilio Civit el hombre más representativo y destacado en Mendoza de la denominada Generación del ’80. Entre padre e hijo dominaron la política provincial por más de cuarenta años.

La casa en cuestión fue adquirida por el Estado provincial en 1911 y en 1960, durante el gobierno del Dr. Ernesto Arturo Ueltschi, fue cedida a la Junta de Estudios Históricos para su funcionamiento. Es así como la casa de la calle Montevideo merece el rescate y restauración tanto por su valor arquitectónico como por la historia que encierran sus paredes. Y, por cierto, para que en ella pueda desarrollar honorablemente su trascendente actividad una de las instituciones más respetables y señeras de Mendoza como es la Junta de Estudios Históricos.

Quizás, para aumentar nuestra tristeza debamos recordar que en 2003 hubo un robo, en la Biblioteca San Martín, de libros editados en los siglos XVI al XVIII. Eran 136 valiosísimas obras, robo que nunca fue esclarecido ni las obras recuperadas.

Recuperar la réplica del sable, proveer de fondos públicos suficientes para el buen funcionamiento de la Junta y del Museo, es recuperar la dignidad de los mendocinos.

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