Los españoles tendrán que volver a las urnas por segunda vez en seis meses después de que el rey Felipe VI convocara ayer a elecciones legislativas para el 26 de junio ante la incapacidad de los partidos para formar gobierno.
En este decreto, el rey ordena la disolución de las Cortes (Parlamento) y la convocatoria de elecciones sólo seis meses después de las legislativas de diciembre, que dejaron un escenario político muy fragmentado con cuatro grandes partidos y sin mayorías claras.
Las nuevas Cortes se constituirán el próximo 19 de julio por lo que el bloqueo político del país, con un gobierno interino desde finales de 2015, se alargará como mínimo hasta finales de ese mes.
Todo ello mientras la cuarta economía de la zona euro todavía batalla para sanar las heridas de la crisis, como una tasa de desempleo del 21%, la segunda más elevada de la Unión Europea después de Grecia, y reducir su déficit público.
Así culmina la Legislatura más corta desde la restauración de la democracia en 1977, tras casi cuatro décadas de dictadura del general Francisco Franco (1939-1975), y la única culminada sin haber formado gobierno, un hecho poco usual también en el resto de Europa.
“Es la primera vez que se produce este hecho en la época democrática, porque no hemos sabido cumplir el mandato ciudadano de llegar a un acuerdo de mayoría suficiente para formar un gobierno”, lamentó el presidente del Congreso, Patxi López, en una breve comparecencia. “Espero que todos hayamos aprendido la lección”, añadió.
Las elecciones del 20 de diciembre parecían llamadas a iniciar un nuevo período político en España: la crisis, la austeridad y los escándalos de corrupción llevaron a los ciudadanos a dar la espalda a los dos grandes partidos que se habían repartido históricamente el poder.
El Partido Popular (PP, conservador) del jefe de gobierno desde 2011, Mariano Rajoy, ganó los comicios, pero pasando de 186 escaños a 123. Su gran rival, el Partido Socialista (PSOE), obtuvo el peor resultado de su historia con 90 diputados, contra 110 en 2011.
Justo detrás suyo emergieron dos nuevas formaciones: Podemos, de izquierda radical, que obtuvo 65 diputados junto a varios aliados, y Ciudadanos (centroderecha), que logró 40 escaños. Por primera vez en la historia reciente del país era necesaria una coalición de gobierno, pero los partidos no supieron negociarla. Sin apoyo de ningún otro partido, Rajoy rechazó el encargo del rey Felipe VI de intentar formar un Ejecutivo.
El PSOE, que recibió el testigo tras la renuncia de Rajoy, lo intentó pero fracasó. Su líder, Pedro Sánchez, consiguió un acuerdo insuficiente con el centroderechista Ciudadanos en el que no pudieron incluir a Podemos. Así pues, España seguirá dirigida por el gobierno interino de Mariano Rajoy, que sólo puede gestionar los asuntos cotidianos y no está autorizado a emprender ninguna reforma.
Los españoles no parecen satisfechos con este bloqueo: seis de cada diez (61,2%) consideran que la situación política del país es “mala o muy mala”, según una encuesta publicada este martes por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente del gobierno.
Pero los sondeos no predicen grandes cambios en las preferencias de los electores. El Partido Popular, con un electorado muy fiel, podría beneficiarse de una baja participación e incluso recuperar alguno de los votos que fueron para Ciudadanos.
Mientras tanto, en la izquierda, Podemos está negociando una coalición con Izquierda Unida (IU, partido histórico que obtuvo apenas casi un millón de votos en diciembre) para pasar por delante del PSOE.