El retorno de la política

El retorno de la política

Por Julio Bárbaro - Periodista. Ensayista. Ex diputado nacional. Especial para Los Andes

La democracia es entre adversarios; la guerra, entre enemigos. El griterío generado por el despido de Victor Hugo Morales muestra claramente que quienes vivieron doce años en la burbuja del poder no se adaptan a transitar la realidad.

Radio Continental es propiedad de un grupo extranjero -español- que como no puede ponerla a su nombre utiliza un convenio firmado por Domingo Cavallo. Era un convenio de aquellos donde el negocio implicaba la entrega de la dignidad, no era recíproco. Quiere decir que, según el mismo, un estadounidense podía comprar medios en nuestro país dejando en claro que nosotros no podíamos hacerlo en el de ellos. ¡Como si pudiéramos! Pero todo aquello que no es recíproco implica asumir que esa dignidad de las naciones que defienden su cultura, esos pruritos, para nosotros no pueden estar por encima de los negocios. Y por ese acuerdo, un mexicano compró Canal 9 y un español radio Continental. Y esa Ley tan cacareada contra el poder de las corporaciones, esa ley revolucionaria, nunca tocó ese negocio con el imperio porque a ellos les servía para condicionar opiniones e instalar testaferros. Como todos sabemos, el imperialismo es Clarín y DirecTV es un amigo capitalista que, al no opinar de política, no necesitamos molestar.

De los canales de aire, el 9 es mexicano y el 11 español, el 13 de Clarín y el 7 del poder de turno, hasta ayer para perseguir y hoy para intentar opinar en libertad. Y el grupo Prisa, dueño de Radio Continental y en profunda crisis económica, necesitaba a Víctor Hugo como una protección que aportaba apoyos publicitarios oficiales; por supuesto ya no lo necesita ni le sirve más. Y entonces salen a la calle algunos a gritar a favor de la “libertad de prensa”, esa que ellos casi logran eliminar y que no soportan volver a transitar. Pareciera que confunden oficialismo con libertad: cambió el gobierno, ahora ya no son más los mimados del poder, ahora importa la audiencia más que la misma alcahuetería. Para ellos, “obsecuencia” implicaba oficialismo rentado y hoy, volver al cariño de la audiencia, es un camino difícil de recuperar.

Eso es lo malo de los estalinistas, nos dicen en la cara que los derechos de ellos no son los mismos que los nuestros; ellos están al servicio de la revolución y nosotros, los democráticos, somos esclavos del imperialismo. En mi barrio les decían “caraduras”, personajes que se creen con derechos que no les respetan ni conceden a los demás mortales. Falta que un día de estos aparezca Máximo y nos cuente que su familia estaba en contra de las tragamonedas y de la obra pública. O que Lázaro Báez y Cristóbal López nos cuenten que el gobierno de Macri en manos de los ricos está persiguiendo a los pobres, que casualmente son ellos.

El kirchnerismo es un partido del poder que se disuelve automáticamente con la pérdida del mismo. Es un ejército derrotado en el que las deserciones y traiciones son tantas que los pocos leales que sobreviven tienen más expresión de distraídos que de apasionados por la causa. En su desbandada, cada tanto intenta una escaramuza, un atisbo de resistencia; antes metían miedo a muchos, hoy ya no asustan a nadie. Les cuesta asumir la derrota, al no ser democráticos no estaba entre sus opciones.

En Canal 7, un analista internacional del antiguo oficialismo comparaba la crisis del gobierno de Maduro en Venezuela con la caída de Allende en Chile. Me quedó claro que para él, formado en el estalinismo, los votos que no eran propios pertenecían al golpismo; la derrota electoral la asimilaba a un golpe de Estado, le daba lo mismo los votos que las balas. El que no los votaran era culpa de un error de los votantes, al no comprender las virtudes del derrotado. Ellos se acostumbraron a soportar la democracia, claro que nunca creyeron en ella.

Los kirchneristas y los analistas que no entienden nada del poder imaginaban que la presencia de Cristina sería duradera. Una cosa es ser oficialista y otra muy distinta estar de acuerdo con las ideas del gobernante. Los oportunistas son absoluta mayoría en todo gobierno que nos toque. El poder del Estado es demasiado fuerte como para que se subleven los que lo necesitan o los que se acostumbraron a parasitarlo. Y esa es la situación de la gran mayoría de los oficialistas de ayer que se están adaptando para convertirse en oficialistas de hoy.

Radio Continental necesita hacer negocios y Víctor Hugo ya no le sirve más para eso. ¿Qué tendrá que ver la libertad de prensa con todo esto?, nada, pero siempre hay alguno que intenta explicar todo sin haber entendido nada. Esos son los que defienden a Víctor Hugo.

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