El martes por la tarde y, provenientes de Buenos Aires, el vuelo que traía a Alejandra (nombre ficticio) y a su esposo -entre otros pasajeros- llegó al aeropuerto El Plumerillo.
Una vez en tierra firme, un colectivo dispuesto especialmente y con escolta policial, los llevó hasta su casa, al igual que al resto de los ocupantes de la aeronave, y allí se encuentran actualmente. "Estamos cumpliendo la cuarentena como corresponde, sin salir para nada", resume telefónicamente la mujer.
El matrimonio había viajado a Europa a principios de marzo, por lo que el punto más crítico de la pandemia de Covid-19 los sorprendió en el Viejo Continente; así como también los dolores de cabeza por suspensiones y reprogramaciones de vuelos.
"Estuvimos sólo tres días varados en Barajas y pudimos alquilar una habitación en un hotel de la zona del aeropuerto. Nosotros la hemos sacado muy barato al lado de otra gente que estaba en la misma situación y que sigue estando", resume a Los Andes la mujer.
Y casi automáticamente piensa y trae a colación a todos aquellos que han quedado en el extranjero por estos días y que no saben cuándo regresarán, a raíz de la decisión del Gobierno argentino de cerrar todas las fronteras nacionales y también por vía aérea.
"Lo más angustiante de todo es la incertidumbre de no saber si vas a volver, ni cuándo. Recién una vez que te dan algo de información sobre los vuelos y una confirmación, ahí te tranquilizás un poco. Y mientras tanto, lo que te da algo de calma es estar hablando con tu familia en Argentina. Y también sentirte acompañada por los medios, que se preocupan y relatan lo que uno vive", reflexiona la mujer, ya con la paz de estar en su casa, en su lugar.
"Es muy fácil decirlo cuando uno ya está acá, y no es fácil ahora que encima han cerrado la frontera. Pero, si hay un mensaje que puedo darle a la gente que aún no puede volver, es que confíe. Si hay algo que despertó la pandemia es la empatía en los demás. Tenemos que seguir ejercitando la empatía en el otro, acompañarnos. Y también sé que es muy difícil pensar con optimismo cuando uno está varado, porque no hay certezas y sólo te dicen que vas a tener que esperar", agrega.
Al fin en casa
Si bien consiguieron dónde alojarse mientras estuvieron varados y a la espera de una resolución, los días de incertidumbre de estos dos mendocinos no fueron fáciles, a pesar de que fueron apenas tres; hay quienes llevan semanas enteras.
Dificultades para conseguir comida, agua y otros bienes de primera necesidad marcaron los días varados en la capital española, donde el aislamiento es casi total.
"Nos fuimos conociendo con otros mendocinos y argentinos que estaban en la misma situación que nosotros. Con muchos de ellos seguimos en contacto vía WhatsApp y nos hemos ido manteniendo al tanto de novedades. Muchos ya estamos en nuestras casas, otros no. Pero no estar en tu país es muy doloroso. No somos personas a la que nos sobra la plata; para poder hacer ese viaje estuvimos trabajando y ahorrando toda la vida", se explaya la mendocina.
Alejandra (nombre ficticio) resalta además la atención y contención que recibieron desde Aerolíneas Argentinas. "La gente de la tripulación contagia optimismo y te emociona. Cuando llegamos a Argentina hubo un fuerte y extendido aplauso. Cuando aterrizamos en Ezeiza, estuvimos una hora esperando en el avión. Subió personal de sanidad, nos interrogaron, nos hicieron llenar las declaraciones juradas y revisaron si alguien tenía síntomas sospechosos", detalla.
"Afortunadamente en nuestro vuelo no hubo nadie. Y después fuimos bajando de a pequeños grupos. Pero en todo momento te sentís contenido por el personal. Es como si fuese todo una película de ciencia ficción", concluye la mujer.