Difícil la tarea del director mexicano el de revisitar en la actualidad el subgénero de "la casa embrujada" de una manera en que se equilibre un auténtico tributo a los principales títulos de este estilo con reconsideraciones que atraigan al público de hoy.
De todas maneras, una cosa ha quedado clara: este melodrama súper adornado post Tim Burton, es sin duda, el gran tanque pre Halloween de la temporada.
El realizador de 49 años, que viene de cerrar la serie "Strain" y tiene por delante el rodaje de "Hellboy 3", "Pacific Rim 2" y una versión de "Pinocchio", estrena un filme convencional en la narración, muy cercana a lo hecho en las décadas del 60, combinado en primera medida con un espectacular diseño de producción, ya que la cinta está congestionada de detalles en los accesorios, las telas, la combinación de los colores, los muebles de estilo, las artesanías minúsculas, las pinturas y la aparición de diferentes artefactos de moda de finales del siglo XIX, que remiten al universo de Edgar Allan Poe, Bram Stoker o Henry James.
No cabe duda que tremenda arquitectura audiovisual (responsabilidad del diseñador de producción de Tom Sanders, de "Rescatando al soldado Ryan", "Corazón valiente" y "Apocalypto", de la diseñadora de vestuario Kate Hawley y el director de fotografía Dan Laustsen), es el principal imán para quedar hipnotizado por la historia.
De hecho, varios críticos estadounidenses ya consideran que, a pesar de los convencionalismos, estos valores estéticos amortizan el precio de la entrada.
Del Toro además recarga las secuencias con mucha sangre, ese líquido carmesí que le da el título al filme; la expresión física de una alfombra hechizada que contamina todo lo que toca.
Si se puede comparar con la última cinta sobre casas poseídas, como la inquietante "The Babadook" de Jennifer Kent, "La cumbre escarlata" sube docenas de escalones en lo suntuoso: la historia "clásica" se alinea en una trayectoria sin sorpresas pero magníficamente expresada desde lo visual.
La mansión que respira
Una joven escritora norteamericana, Edith Cushing (Mia Wasikowska) y su marido inglés, Thomas Sharp (Tom Hiddleston) desembarcan en Londres en busca de financiación para futuros negocios. Cuando el padre de éste muere en extrañas circunstancias, Thomas convence a Edith para que lo acompañe a su lujosa mansión familiar llamada Allerdalle Hall, escondida en los montes de Cumbria, un lugar lleno de secretos que palpitan entre el deseo, la oscuridad y la locura.
En este hábitat tenebroso y claustrofóbico, Edith va descubriendo que su nuevo marido no es quien parece ser y se va dando cuenta que su enigmática cuñada Lucille (Jessica Chastain) es más parecida a un monstruo que a un ser humano.
"Me gusta dirigir cintas de horror que se convierten en algo más. Estoy interesado en la estética y el simbolismo del horror, pero no estoy interesado en la mecánica", había confirmado Del Toro en una entrevista con Kerry Brougher, fundador y director del próximo Museo de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, en Los Ángeles.
"Cuando hablas sobre pintura, hablas sobre el tipo de pincelada", comentó. "Cuando está bien hecho, el cine tiene una plasticidad con un lenguaje único y creo que deberíamos de hablar (de cine) en estos términos".
Guillermo admitió que sus influencias fueron los pintores Monet, Manet y Degas, así como a los ilustradores Jack Kirby, Bernie Wrightson y Richard Corben. "Todo ellos alimentaron mi imaginación visual. Descubrí con ellos un universo que no tenía límites. Uno construye un lenguaje que es ilimitado porque uno no se está censurando".
Sobre su realizadores preferidos, el director nacido en Guadalajara, exaltó la filmografía de David Lean, Tod Browning, James Whale, Alfred Hitchcock, Quentin Tarantino y Steven Spielberg, aunque parece haber elegido a David Lynch, como su mejor inspiración: "Quizás el mejor director de filmes de horror de todos los tiempos. Lynch canta en un rango completamente diferente. Siempre. No importa lo que toque. Creo que esa es su naturaleza, esa es su voz y hace canciones únicas", puntualizó.
Con "La cumbre escarlata", Del Toro quería que la película hiciera honor a los grandes totems del subgénero como "La casa embrujada" de Robert Wise de 1963 y "Los inocentes" de Jack Clayton de 1961 y filmarla a gran escala en la tradición de las que él creció viendo, como "La profecía" de Richard Donner (1976), "El exorcista", de William Friedkin (1973) y "El resplandor" de Stanley Kubrick (1980). A esta última, Guillermo la definió como "otro monte Everest de las casas embrujadas".
El filme en todo caso se estrena como una producción inusual para el mexicano.
Por un lado, contó con un presupuesto de 57 millones de dólares y aunque no fue la más barata dirigida por él, en comparación con "Gigantes del Pacífico" que salió tres veces más cara, hizo más feliz a Guillermo que los otros tanques. Para él se trata del cierre de una trilogía formada por "El espinazo del diablo" (2001) y "El laberinto del fauno" (2006). "Son las tres películas que más me gustan y tienen las tres una conexión temática y visual", reconoció recientemente el director.
En segundo lugar, cada cuadro es delirantemente artificial. La espectacular mansión, en cada rincón, es una pesadilla ardiente y orgánica. En ese entorno, Edith encuentra moscas muertas en las mesas, las alfombras están espesas de sangre, vislumbra varios necrófagos retorcerse en los pasillos y el techo tiene un agujero enorme por donde se filtra la lluvia y la nieve.
En realidad, no hay nada de realista en este melodrama gótico, sólo se trata nada más ni nada menos que la expansión imaginativa de Guillermo del Toro.
Elenco: Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston, Charlie Hunnam, Jim Beaver.