Estaba llamada a ser un símbolo de la solidaridad, pero podría convertirse en un regalo envenenado: la gigantesca escultura con forma de ramo de tulipanes que el artista estadounidense Jeff Koons donará a París como homenaje a las víctimas de los atentados de 2015 no deja de recibir críticas.
El proyecto, que la alcaldesa de la capital Anne Hidalgo definió como la irrevocable unión entre París y Estados Unidos resulta escandalizador. O al menos así lo afirman algunos destacados miembros del sector cultural como el cineasta Olivier Assayas, el artista Christian Boltanski o el ex ministro de Cultura Frédéric Mitterrand.
En una columna publicada recientemente por el diario Libération cuestionaban la intención de la monumental escultura, de 11 metros de altura y unas 30 toneladas de peso. Según afirman, Koons se ha convertido en símbolo de un arte industrial, del espectáculo y especulativo, y su taller y sus marchands en empresas multinacionales del lujo.
Los vecinos que vieron el proyecto dicen que se parece a un montón de chupetines o globos de colores. No lo quieren en el llamado "triángulo de oro" de la Ciudad Luz.
Otros, como el galerista Stéphane Corréard, ve en el regalo publicidad encubierta para Koons. En su opinión, para el artista contemporáneo "más caro del mundo" y sus coleccionistas, el proyecto supone una oportunidad de aumentar su valor de mercado. Por eso, este experto en arte contemporáneo ha puesto en marcha una petición bajo el título "No al ramo de tulipanes de Koons en París".
Por si el proyecto en sí no estuviera dando suficiente que hablar, tampoco ha gustado el lugar donde se colocará la gigantesca escultura, similar a otro ramo de tulipanes del propio Koons que fue adquirido por el Museo Guggenheim de Bilbao (España). Según lo previsto, el espacio elegido es la famosa plaza entre el Palacio de Tokio, donde exponen jóvenes artistas, y el Museo de Arte Moderno de París.
El espacio, afirman los detractores de la iniciativa, no guarda relación alguna con los atentados terroristas del 13 de noviembre de 2015. Estos se produjeron en el estadio de fútbol Stade de France, la sala de conciertos Bataclan y distintos bares y restaurantes.
El porqué de la ubicación no es difícil de aventurar: desde este lugar su escultura gozaría de enorme visibilidad desde todos los ángulos, bloqueando la imponente vista sobre la Torre Eiffel y el Sena. Si todo sigue como está previsto, el ramo de tulipanes sostenido por una mano y realizado en acero y bronce será instalado en marzo.
También los vecinos de ambos museos que flanquean la plaza, situados en el famoso distrito 16 de la capital, han expresado sus críticas contra la escultura. Algunos la calificaron de chupetín gigante y otros dicen que se asemeja más bien a unos globos un tanto peculiares. Muy pocos la consideran bonita.
La escultura tiene 11 metros de altura, y pesa 30 toneladas. A París le cuesta 3 millones de euros.
Para colmo, los alrededor de 3 millones de euros en que se calcula el costo de producción serán financiados por el "Fondo para París", una iniciativa creada por la ciudad en 2015 para financiar distintos proyectos. Por tanto, lo único que regala Koons es el diseño.
Para la crítica de arte Isabel Pasquier, no se trata de ningún regalo. Jeff Koons es un hombre de negocios, afirma en la revista mensual Artforum, y dice que es fácil ver que más bien es el artista estadounidense el que saca provecho de París.
La idea del proyecto fue de la entonces embajadora estadounidense en la capital francesa, Jane D. Hartley, que según afirmó se inspiró en las muestras de solidaridad recibidas por su país tras los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York. Su intención, afirmó el pasado noviembre, es que EEUU tenga ahora un gesto con los franceses.