La distancia, la historia y hasta la propio idiosincrasia de los pueblos constituyen barreras difíciles de superar como para poder emitir una opinión clara y concreta sobre el referéndum que la conducción de la comunidad catalana impulsó para que el pueblo se expidiera sobre la independencia, de España.
Sin embargo, es dable señalar que en un mundo globalizado, donde en muchos casos se han superado las fronteras políticas, no tienen cabida los nacionalismos a ultranza, algunos fanatismos religiosos o los intentos separatistas de algunas comunidades.
Un simple repaso a la guía telefónica nos permitirá asegurar que la mitad, o más, de los "argentinos" tenemos ascendencia española. Por ese motivo también todo lo que ocurra en la península nos toca muy de cerca y nos duelen las diferencias que se están marcando y que profundizan una grieta cada vez más difícil de superar. De allí también que muchos esperan que los pedidos que surgen desde distintos sectores tengan resultados positivos y que la paz y la unidad vuelva a imponerse en la "Madre patria".
Lo que sucede en Cataluña no es un hecho aislado. Planteos separatistas se han dado -y se dan- también en el "país vasco", donde la causa fue perdiendo apoyo a partir del repudio que generó el terrorismo encabezado por el ETA; en Gran Bretaña, donde no pudo imponerse el movimiento impulsado para "separar" a Escocia; en Flandes, la zona más rica y poblada de Bélgica y hasta en el Véneto italiano.
En América, los planteos se dan con mayor fuerza en Canadá, donde la región francófona propugna la independencia de Quebec. En Estados Unidos, hubo movimientos en el sentido de "independizar" Texas y California, dos de los Estados más prósperos y poblados del país, con resultados negativos.
Lo que sucede en Cataluña tiene antecedentes históricos que se remontan a comienzos del siglo XIV, cuando el Principado de Cataluña fue anexado por Aragón y un siglo más tarde esta corona se unió a la de Castilla. En el siglo XVII, cuando España entró en guerra con Francia, fue cuando comenzaron los primeros movimientos independientistas de Cataluña y en 1713, con el triunfo de los borbones sobre los habsburgos, determinó que Cataluña perdiera su autonomía y se impusiera el castellano como lengua oficial.
En la guerra civil española, Cataluña fue el principal bastión republicano, pero el triunfo de Franco terminó con sus aspiraciones autonomistas. Cataluña sufrió especialmente al gobierno franquista que le suprimió todas las libertades civiles y políticas, derogó las instituciones autonómicas y reprimió con particular encono su cultura.
A esa situación se suman aspectos económicos, como es el hecho de que Cataluña es la región más rica de España en términos nominales, aunque el PBI está por debajo de Madrid, del País Vasco y de Navarra; es la segunda región más poblada; con 75 mil millones de dólares es la región que más vende y tiene una desocupación menor a la media de España.
El referéndum de días pasados dejó una sensación amarga porque el gobierno español, en su intención de desconocer la convocatoria a las urnas, ordenó la prohibición del ingreso a los lugares de votación, lo que provocó enfrentamientos entre la gente y la policía, con un número importante de heridos. Mario Vargas Llosa, que vivió cinco años en Barcelona, señaló que "Cataluña retrocede a un provincianismo elemental que no tiene ni pies ni cabeza" y que "hay una violencia soterrada que ojalá no estalle nunca, que no salga a la superficie, porque sería catastrófico para toda España".
Más allá de las circunstancias políticas que podrían plantearse con el premio Nobel, se trata de una opinión para tener muy en cuenta y es esperable que la presión internacional a favor de la paz, que se está dando desde distintos países, dé los resultados esperados.