Ayer en la mañana Eduardo Galeano se despidió de este mundo. Pero lo cierto es que en nuestras memorias y en las del mundo su fuego, hecho de mil fueguitos, arde más intenso que nunca. Así, el galardonado uruguayo partió en cuerpo, pero selló con ello su inmortalidad.
Sus palabras, sus libros, sus frases, su visión del mundo, su accionar y su voz hoy se alzan en las voces de aquellos a los que inspiró.
En su última visita a Mendoza, cuando fue invitado para recibir el Doctor Honoris Causa que le otorgó la UNCuyo, algunos mendocinos privilegiados pudieron compartir con él.
Tal es el caso de Fabio Erreguerena, Secretario de Extensión de la UNCuyo, que estuvo presente en la organización del evento, y nos cuenta al respecto "La verdad que con mis compañeros recordamos esa experiencia como algo fabuloso. Después de un año trabajando para traer a Galeano pudimos lograrlo. Estuvo cinco días acá, en los cuales compartimos un almuerzo en casa, tenía un humor increíble y era tan grande en privado como lo es en público, siempre con sus anécdotas increíbles".
Cerrando el divagar de su memoria, que hoy innunda la mente de todos con las palabras de Eduardo, Fabio concluye "A nivel personal y colectivo fue algo gratificante. Realmente, es un hombre fascinante, pedagógico, rico, con mucha humildad y con el que tuve la suerte de asistir a la marcha del 24 de marzo".
Una mirada periodística y cálida de su partida toma cuerpo en las palabras de Alejandro Rotta, que tuvo el privilegio de entrevistarlo. El periodista, con gran entusiasmo y alegría recuerda "Tuve la suerte de conocerlo cuando vino a la Nave Cultural a dar una conferencia íntima. Un tipo muy humano, tierno, con una gran capacidad de diálogo y humildad. Me acuerdo que quería ir a la marcha del 24, y fue, con su gorrita puesta se le pidió que encabezara la marcha a lo que él respondió que prefería ir marchando con nosotros a la par. Me hubiese encantado conocerlo más".
El recuerdo y la emoción de haber compartido con este ser tan magnífico se apodera de Alejandro que continúa diciendo: "En los días que vino acá habré compartido horas con él, pero me queda el recuerdo de un tipo entrañable. Con tanto que es, todavía no puedo creer que tenga esa simpleza, fue como compartir con un ser humano normal, pero que en realidad era Eduardo Galeano. Sobre su enfermedad no se había dicho mucho, nadie lo esperaba, la verdad".
Como buen representante de la literatura, Galeano encontró la magia para hacer y deshacer el abecedario, de tal forma que éste le sirvió para expresar sus ideas revolucionarias, sus emociones más profundas, sus pensamientos más trascendentes entre otras cosas. Pero la magia más poderosa que sigue a este maestro fue la de la alquimia que logran y seguirán logrando sus palabras para transformar nuestras vidas.
Desde las letras resuena la voz de Liliana Bodoc: "Lo primero que se me viene la cabeza son tres puntos para recordarlo. Desde lo literario, a causa de su estilo periodístico y particular, de su prosa limpia y poética; desde lo ideológico, como alguien que lideró un pensamiento que comparto plenamente; y desde lo personal, ya que lo último que hice en teatro se llamó "Eduardo Galeano con nosotros", aquí, junto con mi padre, tramitamos los derechos de autor con él, ni siquiera nos quiso cobrar y obviamente lo invitamos, pero con una gran disculpa no pudo venir.
Me llegó la noticia cuando iba por la ruta, la fui armando de a pedazos y cuando lo confirmé llamé a mi hermana, con la que compartimos el momento. Creo que a partir de ahora lo releeremos y lo buscaremos, si algo de 'bueno' (además de inevitable) tiene la muerte es que transforma a la gente en un símbolo".