“Fiesta de la Vendimia, nace apenas y ya corre el soplo de su canción alegre por pampas y quebradas, como la brisa fresca que levanta el sol por la mañana. Al conjuro de su propia magia, gana la ciudad, luego el camino, y de aldea en aldea va esparciendo optimismo en las almas, juventud en los corazones”, señaló el ministro de Industrias y Obras Públicas Frank Romero Day, al inaugurarse en 1936 el festejo mendocino.
Sus palabras, plenas de poesía, expresan más adelante, tal como reflejó Los Andes hace 81 años: "Es la fiesta de todas las épocas y de todos los pueblos, que a través de los siglos cantaron bardos y poetas, sin agotar jamás la hebra de sus sueños. Es la fiesta del trabajo, que después de realizar sus bodas con el surco, celebra la belleza del fruto concebido, donde se mezcla en íntima armonía el vigor del suelo, la nieve de las cumbres y el sol de nuestro cielo".
Finaliza: “Se debate, lucha, sufre, pero al final de la carrera el líquido brillante, nutrido de sangre, premia el esfuerzo. Y la histórica provincia, a quien la patria debió en la guerra su página más bella, siempre igual a sí misma, cumple esta vez otra campaña, que es en la paz, otra epopeya. Porque el vino de sus viñas, límpido y puro, hecho de trabajo, entusiasmo y fe, es una embajada del amor que va esparciendo por el mundo, embotellado, el sol”.
