Esta semana llegó a los galpones municipales de Junín una máquina trituradora, que una vez acoplada a un camión llena el volquete con las ramas y troncos de la poda del arbolado público pero convertidos en finas astillas; ese material, resumido a poco más que aserrín, se usa en Junín como base para elaborar abono orgánico.
En la comuna están contentos con el nuevo equipo y aseguran que la trituradora es única en la provincia: "No hay otro municipio con algo similar", juran en el Ejecutivo, aunque en realidad, el dato importante es otro: la compra de la máquina, lejos de ser un proyecto aislado, es un eslabón más dentro del programa de reciclado municipal que nació en 2013 con una idea simple: quitar las botellas plásticas que taponan los cauces de riego y reciclarlas.
El programa se llama Junín Punto Limpio y casi desde sus inicios, el proyecto creció hacia otros objetivos y con nuevos resultados, aunque siempre relacionado con el cuidado del ambiente y con darle un uso social a los materiales obtenidos a partir del reciclado.
"Hoy, el reciclado es una política de estado en Junín, en la que se invierte millones de pesos", explica el intendente Mario Abed, mientras observa en una pantalla como trabaja la nueva máquina que en un par de segundos, convierte un grueso tronco de álamo en un colchón de astillas: "Otros hablan de cuidar el medio ambiente, pero en Junín además de discursos, podemos mostrar resultados", subraya.
La máquina chipeadora de leña pica hasta nueve toneladas de madera por hora; esas astillas son la base de un abono orgánico que la comuna produce con la ayuda de los humedales de algunas plantas de tratamiento de líquidos cloacales. "La poda del arbolado produce toneladas de leña que cada año se quema y eso genera humo y contaminación; ahora, gracias a esta máquina trituramos la madera, la mezclamos con tierra, agua y algas que surgen en las piletas de tratamiento de líquidos y producimos abono", explica Luis Maíz, secretario del Ejecutivo.
La comuna no busca vender ese abono: "No hay en esto ninguna ganancia de tipo económica, el verdadero beneficio está en el reciclado, en lo que obtenemos a cambio y en el cuidado del medio ambiente", insisten.
El proyecto de abono natural acaba de arrancar, pero el municipio apuesta a que el próximo invierno lo encuentre entregando toneladas a los productores del departamento, y también quiere usar ese material orgánico para potenciar un vivero municipal.
Además de ramas, troncos y sarmientos de viña, el programa Junín Punto Limpio recicla papeles y lo que es más importante, plástico. Así es como arrancó el proyecto general hace ya cuatro años, rescatando botellas de los cauces y recolectando otras en depósitos escolares, gracias a la ayuda de los alumnos. El material se prensaba y enviaba a Paraná, donde una empresa canjea el plástico por mobiliario para plazas, construidos a partir del reciclado.
Durante ese primer año, la comuna envió más de un millón de envases y a cambio, logró equipar con bancos y cestos de residuos media docena de plazas y también el parque municipal Dueño del Sol; finalmente, el municipio decidió a armar su planta recicladora. "Enviar las botellas a Paraná implicaba un costo de flete muy caro y es por eso que decidimos cerrar el circuito en Junín y que el reciclado se haga en el departamento", dice Abed. Así, con personal propio, la comuna comenzó a ensayar en laboratorios de la UNCuyo, las técnicas para reciclar plástico.
"Luego de varias pruebas fallidas conseguimos fabricar un material duro, cuya resistencia y elasticidad son los adecuados", recuerda Adrián Ascurra, integrante de Junín Punto Limpio. El programa construyó tutores para viñedos a partir de plásticos y, últimamente ladrillos.
Según datos de la comuna, gracias a 70 puntos de recolección de botellas repartidos por todo el departamento, que permiten acumular cerca de 20 toneladas de material por año, hoy se reutiliza hasta el 60% del plástico que descartan los vecinos.
- ¿Qué dice el Gobierno cuando Junín muestra estos números?
- Prácticamente nada. A la Provincia le cuesta un poco reconocer estos logros. Fíjese que construimos una vivienda tan resistente como cualquiera, solo con ladrillos de plástico y nunca vinieron a verla -contesta Abed.
Además, la comuna recicla papeles: el municipio recolecta el que utiliza en sus oficinas, pero también el del correo local, el banco y el de algunas empresas y oficinas públicas. "Todo ese papel se envía a una planta con la que tenemos convenio y a cambio, nos entrega cuadernos y útiles", detalla la concejal Sandra Astudillo. Con esos materiales escolares se arman bolsas de estudio, que son llevadas a las escuelas del departamento, para que las directoras los repartan entre los alumnos que los precisan.
Fabrican 500 ladrillos de plástico por día
Junín tiene una producción diaria de 500 ladrillos que se fabrican en un galpón municipal pero no a partir de arcilla, sino del reciclado de plásticos. Se trata del último eslabón de una cadena ecológica, que se inicia con la recolección de botellas y que le ha permitido a la comuna reutilizar hasta el 60% de la basura plástica que genera el departamento.
"Hoy fabricamos ladrillos de plástico y si bien lo hacemos a una escala reducida, que es la que nos permiten nuestras instalaciones, estamos contentos porque alcanzamos un doble objetivo: logramos sacar buena parte de las botellas de las calles y de los cauces, para armar ladrillos que responden a los códigos de edificación de la provincia", explica Daniel Ascurra, del proyecto Junín Punto Limpio.
Hacer ladrillos de plástico no es más económico que moldearlos con arcilla, pero la comuna no busca generar un negocio sino darle utilidad a las veinte toneladas anuales de basura plástica que recolecta: "Esta tarea no es rentable y por eso, solo puede hacerla el estado", dicen en Junín y reconocen que "todavía hay un 40% de plásticos que terminan junto al resto de los residuos domiciliarios, pero de a poco hemos avanzado mucho en la concientización".
La primera casa construida en Mendoza por el estado y con ladrillos de plástico está en El Martillo, Medrano, en Junín y forma parte del programa de Vivienda Social de la comuna.
"Cada ladrillo tiene medidas convencionales e insume un promedio de 28 botellas molidas; es totalmente térmico, aislante, no absorbe humedad ni salitre, es acústico e ignífugo", explican en la comuna y agregan que los 56 metros de la vivienda fueron construidos con unos 3.500 ladrillos es decir, alrededor de 100.000 botellas de plástico. La casa es ahora propiedad de Lourdes Elizabeth Vera, que tiene 35 años y dos hijos.
Además, el municipio ha destinado 2.500 ladrillos a levantar la medianera de una escuela en La Colonia, unos 800 para un centro de jubilados en El Topón y proyecta dos aulas nuevas en la escuela secundaria Spagnolo.