Pese a la renovación, todavía tiene el olorcito típico del café. Y si se hace silencio por algunos segundos y uno se toma el atento trabajo de escuchar, aún pueden distinguirse los ecos de las historias que se contaron desde 1942 en el café más antiguo de Mendoza.
Es que el histórico Jockey Club del centro mendocino realizó remodelaciones desde principio de mes y por ello estuvo algunos días cerrado para sus habituales parroquianos y para quienes saben que ahí está uno de los mejores refugios para ir entre reunión y reunión.
“La idea fue mía y de mi hermano Ramiro”, cuenta Pedro Martín Alonso, agregando que entre los dos representan la cuarta generación a cargo del local del que son propietarios.
“Creo que somos el único café de Mendoza que ha pasado por cuatro dueños de la misma familia: mi bisabuelo Pedro, mi abuelo Norberto, mi papá Pedro, y ahora mi hermano y yo”, detalló.
Según ellos, la idea era remodelar el lugar intentando que no perdiera su esencia, tarea que fue muy difícil, sobre todo por las costumbres de los mendocinos a quienes no les resulta fácil aceptar cambios en su rutina.
Todavía no se ha hecho la remodelación definitiva -falta la cartelería y reacondicionar una de las vidrieras- aunque el café funciona como de costumbre.
“Somos una gran familia. El que viene acá sabe que está entre familiares y hay algunos clientes que no hace falta que pidan porque ya sabemos, desde que pasan por la puerta, lo que van a querer”, mencionó Pedro.
De hecho, mientras se realizaba esta nota algunos de los habitués del lugar daban sugerencias respecto de la remodelación. “Tenés que seguir manteniendo esa vidriera, eh”, pidió uno de los clientes que todas las tardes elige el Jockey para degustar un café servido por Manolo Godoy o Miguel Morrilla, quienes trabajan allí desde hace 34 y 49 años, respectivamente.
Tradición cafetera
El histórico café abrió sus puertas en 1942 con el nombre de Tribunales en Espejo y 9 de Julio pero luego, en 1948, se trasladó a su actual domicilio, España y Espejo, donde adoptó el nombre Jockey Club tomado de una peluquería cercana.
Cada día, desde muy temprano. es lugar de encuentro para el desayuno de los bancarios, abogados, políticos y periodistas de la zona.
Además, el Jockey Club se mantiene como negocio familiar desde hace 74 años con una trayectoria intachable, motivo por el cual el fallecido intendente Víctor Fayad quiso homenajear a su mentor en 2009 colocando una placa en la puerta del local, en honor a la familia que supo sostener el negocio durante tres generaciones.
“Es que acá vienen muchos famosos mendocinos. Por ejemplo los ex gobernadores Iglesias y Lafalla, el doctor Aguinaga... También vienen y venían muchos deportistas, como los muchachos del Liceo Rugby, Nicolino Locche, Víctor Legrotaglie o el ‘Búfalo’ Funes.
Ahora, para la remodelación, estuvo dándonos una mano con la escoba Franco Di Santo (que juega al fútbol en Alemania), que es uno de los mejores amigos de Ramiro”, comentó su hermano ‘Pedrito’, como lo conocen en el café.
Innovar sin perderse
Como se dijo, mantener la esencia fue el gran desafío de los hermanos Alonso. Así, arreglaron las barras, a algunas las corrieron de lugar; a la pared espejada le agregaron un cuadriculado; crearon un rincón de la historia (con fotos de la familia y de visitantes ilustres) y colocaron más luminarias de modo que el lugar se sienta más vivo.
Pero, al mismo tiempo, incorporaron más pastelería (como porciones de torta o alfajores de maicena) y decidieron abrir los sábados a la tarde con la idea de ampliar su clientela al público femenino. Igual, siguen las especialidades, como el Café Don Pedro, el Norberto y el Jockey.
“Hemos cambiado las aspiraciones manteniendo los precios. Además, queremos que las mujeres puedan venir a disfrutar una tarde de sábado tomando el té en nuestro local”, aseguraron, adelantando que entre sus planes a futuro está la idea de abrir un nuevo café.
Lo que los Alonso resaltan es que el objetivo es no perder el sentido de pertenencia de los clientes. Por ello muchas veces ofrecen un desayuno gratis a una cara conocida, o invitan a una persona de pocos recursos a calentarse con un cortado.
“El año que viene cumplimos 75 años y algún festejo haremos. Como digo, somos una gran familia. Hay algunos que vienen hasta tres veces por día. Nos pasa que cuando un cliente frecuente se va nos dice ‘hasta mañana’, porque es seguro que al otro día vuelve”, cerró Pedro.