El que ahorra en plazos fijos quiere dejar de sentirse un perdedor

En 7 de los últimos 9 meses la tasa del plazo fijo le ganó a la inflación. Una rareza, que el 45% de los ahorristas quisiera ver repetirse

El que ahorra en plazos fijos quiere dejar de sentirse un perdedor
El que ahorra en plazos fijos quiere dejar de sentirse un perdedor

Imaginen la peor decisión de ahorro que se pueda hacer. De acuerdo, así planteado las respuestas pueden ser muchas. Desde prender puchos con billetes o sumarse esperanzado a un esquema piramidal, por decir un par. Pero pongamos que la pregunta va orientada a las inversiones tradicionales, las que cualquier ahorrista promedio puede hacer y entender, sin buscar inventar la pólvora o intentar volverse Gordon Gekko de la noche a la mañana gracias a un curso online .

El youtuber financiero Ramiro Marra supo quizás resumirlo a través de las pintadas callejeras con las que se promociona o como eslogan de sus charlas públicas: “Si invertís en plazo fijo sos un boludo”.

El Banco Central supo darle la razón en algunas de sus publicaciones. No literalmente, claro, el lenguaje fue diferente. Pero, a nivel más conceptual, podríamos decir que si.

Fue en 2016, en tiempos también ya pasados en los que Federico Sturzenegger intentaba -sin éxito- frenar la inflación. En ese momento, la entidad publicó datos sobre el resultado histórico de ahorrar en plazo fijo, dólares y ladrillos.

No es que los argentinos ahorren solo en eso, según datos de D’Alessio Irol a marzo del año pasado algo menos del 60% de los argentinos con capacidad de ahorro atesoraba dólares, 45% colocaba ahorros a plazo fijo y 10% invertía en propiedades (este número competía con 13% en fondos comunes, 10% en bonos y 9% en acciones). Pero el ejercicio no es mío.

Los números del BCRA mostraban que el ahorrista que puso el equivalente a $ 100 en plazo fijo en 1980, y mantuvo esa inversión renovándola por 36 años, hubiera encontrado en 2016 el equivalente a $ 1,40 de aquél capital inicial. Esto es, luego de descontar la inflación, más de dos décadas de tasa hubieran permitido comprar lo mismo que 36 años antes se conseguía con $ 1,40.

Las otras dos alternativas rendían mejor en el ejercicio del Central. Pero tampoco tanto.

Si el ahorrista ochentoso en cuestión hubiera, en cambio, cambiado los mismo $ 100 por dólares en lugar de colocarlos a plazo en el banco, en 2016 la capacidad adquisitiva de ese ahorro hubiera caído al equivalente de $ 77 de 1980. No es un gran resultado, de hecho esa colocación se desvalorizó, pero no vamos a negar acá que es mucho mejor que el plazo fijo. De hecho, 55 veces mejor, para ser exactos.

El ladrillo (difícil comprar algo con $ 100 en este mercado, en 1980 y hoy también, pero sigamos la lógica), en cambio, tuvo un -levísimo- rendimiento positivo. El ahorrista del siglo pasado tenía hace dos años el equivalente a $ 128 gracias a esa añeja inversión.

La explicación de esta pérdida en el poder adquisitivo no está en los saltos del dólar en las últimas tres décadas y fracción (si fuera así, atesorar divisas hubiera sido un negoción). Está, en realidad, en que las tasas que pagaron históricamente los plazos fijos estuvieron por debajo de lo que subieron los precios. Por debajo de la inflación. Lo que los economistas llaman “tasas reales positivas”.

Con datos menos antiguos que los del BCRA que el economista Federico Muñoz le cedió a este diario, llegan hasta 2013, podemos ver lo raro que es lo contrario. Lo raro que es encontrar “tasas reales positivas”, es decir, que rindan más de lo que daña al valor de los ahorros la inflación.

La tasa real positiva es una obsesión de los economistas, en especial los halcones anti inflación. Dicen que, sostenidas en el tiempo, pueden hacer que un país tenga una moneda estable. Pero no estamos hablando de eso acá.

En los últimos 198 meses, dado que alrededor del 80% de los depósitos a plazo se colocan a menos de 44 días tomo como unidad el mes, la tasa promedio de plazos fijos le ganó a la inflación sólo en 40 ocasiones. La llegada de Cambiemos al poder no cambió tanto eso: de 43 meses, los plazos fijos sólo ganaron en 14 oportunidades.

La novedad desde que en octubre del año pasado el BCRA y el FMI adoptaron un duro esquema de agregados monetarios -al que no vamos a evaluar acá- 7 de 9 meses la tasa promedio de plazo fijo le ganó a la inflación.

Poco comparado con, por ejemplo, Brasil, donde las tasas perdieron contra los precios brevemente en 2013. Y nunca más (la caderneta de poupança, un depósito de ahorro popular, garantiza tasas reales positivas a los brasileños).

Pero con suerte los primeros pasos para que el que invierta en plazo fijo pueda, quizás no fanfarronear el trade perfecto, pero al menos no sentirse un boludo.

Matías Barbería

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