El Próvolo, presente en la cumbre del Vaticano contra los abusos

En el encuentro “La protección de los menores en la Iglesia”, que preside el Papa Francisco, resuena el caso mendocino.

El Próvolo, presente en la cumbre del Vaticano contra los abusos
El Próvolo, presente en la cumbre del Vaticano contra los abusos

El del Instituto religioso Antonio Próvolo es, sin dudas, el caso de abusos sexuales eclesiásticos más importante en la historia de Mendoza. Desde noviembre de 2016 la Justicia investiga las denuncias por abusos sexuales cometidos contra 20 chicos sordos que estudiaban y dormían en el instituto.

La causa tiene 14 acusados (13 imputados y uno ya condenado); entre quienes se destacan dos curas y dos monjas. Incluso, el caso se ha convertido en noticia internacional, y esta semana la investigación fue incluida en un informe del diario Washington Post (Estados Unidos). 

Mientras que por estos días la causa se está reactivando en los tribunales provinciales, un evento internacional también mantiene al caso en la agenda mundial: desde el jueves y hasta mañana, el Vaticano es la sede de una cumbre mundial para prevenir el abuso sexual del clero.

Con el Papa Francisco como anfitrión, el objetivo es que los obispos católicos de todas partes sepan que los ataques sexuales perpetrados por religiosos conforman un problema mundial; al tiempo que se pretende dejar en claro que el encubrimiento "tendrá consecuencias". 

Un caso presente

Si bien durante el encuentro mundial de religiosos no se hace hincapié ni se aborda en particular ningún caso, el del Próvolo es el que se tiene más presente Pero no es este el único  que "representa" a Mendoza en esta cumbre. A fines del año pasado se conoció también el  de un joven que denunció a dos monjes por haber abusado sistemáticamente de él mientras estuvo internado en el Monasterio del Cristo Orante (Tupungato).

La víctima declaró que los primeros abusos ocurrieron cuando tenía 17 años, mientras que la investigación eclesiástica es contundente: recomienda darle credibilidad al denunciante y  establece que uno de los curas acusados reconoció haber mantenido relaciones sexuales con la víctima.

Un cúmulo  

"Si bien los abusos  del Próvolo y del Monasterio del Cristo Orante son importantes, forman parte del cúmulo de delitos que conforman el flagelo mundial de abuso sexual clerical que la Iglesia mantuvo por años ocultos", destacó el representante de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina, Carlos Lombardi. 

"Con respecto a la cumbre, soy muy escéptico. Más, teniendo en cuenta los motivos que llevaron a (Jorge) Bergoglio a convocarla. Él ha sido partícipe de los últimos tres escándalos y puede frenar el flagelo. La Institución mantiene un funcionamiento basado en el abuso de poder, denegación de justicia y vulneración de derechos que no se extirparán con un evento de tres días", sintetizó.

Por su parte, el obispo auxiliar de La Plata -e interventor del Próvolo-, Alberto Bochatey celebró el encuentro en el Vaticano. "Los obispos, a partir de las experiencias de sus países están tratando de sacar algún protocolo y documento en común. Se habla de la colaboración con la Justicia civil y penal de los países. Argentina ya tiene un protocolo; y cuando llega una denuncia a un obispado, se la toma y se inicia la averiguación. Se separa al sacerdote del lugar en el que está y se informa a la fiscalía que ha habido una denuncia. Lo que necesita después esa fiscalía es que esa persona efectivamente haga su denuncia", continuó.

"Creo que el Papa Francisco nos ha dado un regalo muy grande con esta convocatoria histórica. Los tiempos a veces en estos temas que afectan al mundo, son muy grandes", sintetizó Bochatey. 

Esperanza de que no sea “una cortina de humo”

A su turno, el abogado querellante en el caso Próvolo, Oscar Barrera (quien acompaña a algunas víctimas), se mostró cauto. "Tengo la esperanza de que sea el inicio de un cambio profundo y real en la Iglesia Católica respecto del abuso sexual eclesiástico. Pero hablo de esperanza y buena fe, por cuanto la realidad de la Iglesia desde siempre fue el abuso y el encubrimiento. Esto, sumado a su retrógrada posición de rechazar la diversidad natural de los seres humanos y de poner a su institución por sobre el dolor de los cristianos, genera sobre todas sus acciones un manto de incredulidad y sospecha negativa", indicó el abogado.

"Sólo aceptando las recomendaciones de las Naciones Unidas, abriendo las investigaciones internas a su plena publicidad -resguardando la privacidad de las víctimas-, sancionando a los responsables con las penas acordes a las aberrantes conductas, dando intervención a las justicias de cada Estado, revisando su postura respecto de la sexualidad y el celibato y abandonando la doble moral que la ha caracterizado; sólo ante tales acciones concretas y efectivas podrá decirse que la voluntad manifestada de terminar con el problema es cierta", aseveró.

"Debe demostrar el Papa con hechos reales y concretos que no es otro manto de humo para salvar a su Iglesia en crisis, y  que su sentimientos de  dolor, arrepentimiento y preocupación por sus fieles abusados es real", siguió Barrera.

Y también se refirió al caso Próvolo. "El Papa debe ocuparse y expedirse sobre los casos de Argentina, en los cuales su silencio preocupa. El caso Próvolo es emblemático; y en éste la Iglesia se ha manifestado con sus perfiles tradicionales: más preocupada por lo económico que por la situación de los sobrevivientes", sintetizó.

Novedades en la causa 

Esta semana el Washington Post dedicó un extenso reportaje al caso Próvolo. En el informe se destaca que "los funcionarios de la Iglesia, incluido el Papa Francisco, fueron advertidos acerca de un grupo de presuntos depredadores, que incluían a Corradi".

Asimismo, este jueves hubo una audiencia donde la defensa de la monja Kumiko Kosaka (imputada por participación primaria y como autora de algunos hechos) solicitó que la religiosa aguardara  el juicio en libertad, y ayer el fiscal Gustavo Stroppiana formalizó la elevación a juicio para las otras imputadas. Entre ellas, está la también monja, Asunción Martínez; además de ex directoras, psicólogas y la cocinera del instituto.

"Estamos esperando que empiece el juicio. Ya hace más de dos años que están presos sin ser enjuiciados (los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho), y ha habido muchas medidas de dilación por parte de los querellantes", manifestó el obispo auxiliar de La Plata e interventor del Próvolo, Alberto Bochatey.

Quien recogió el guante fue el abogado de la ONG Xumek y querellante en el caso, Sergio Salinas: "La Iglesia y Bochatey mienten. Hay mucha hipocresía en su discurso. Dicen que quieren que se descubra la verdad sobre lo sucedido, pero entorpecen la investigación penal al negarse a entregar las  pruebas que el fiscal les ordena. Por otro lado, dicen que quieren ayudar a las víctimas pero se niegan a que éstas sean indemnizadas", indicó el letrado.

"En el proceso civil, han negado la existencia de los abusos. Además, también en sede civil, no pretenden resarcir a ninguna víctima y niegan que los hechos hayan existido. Tanto la orden como el Arzobispado han- improcedentemente- planteado la prescripción de algunos hechos, como si el tiempo borrará los daños que han sufrido las víctimas", siguió Salinas, quien indicó que la Iglesia ha cuestionado la posibilidad de que las víctimas litiguen sin pagar tasas judiciales y ha recusado sin causa a los jueces para dilatar el proceso.

"Sería importante que se traduzca en hechos el discurso que le dan al mundo, porque en la realidad se comportan de otra manera", sintetizó.

En primera persona 

"Durante años se maquilló la realidad"

(Iván González, integrante de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico. Ganó un juicio contra el Arzobispado de Mendoza porque no fue informado sobre la investigación eclesiástica del abuso que sufrió por parte de un cura y que denunció en 2001).

“Para entender lo que sucede en la Iglesia con respecto a los abusos y la imposibilidad del Vaticano para poner fin a estos delitos, hay que tener en cuenta el procedimiento sostenido y replicado en todo el mundo cuando un sacerdote comete el delito. Algunas acciones son: traslado inmediato del abusador (encubrimiento), pedido por parte de la Iglesia a la víctima de no hacer divulgación ni denuncia en la Justicia (secreto) y desvaloración y ataque en caso de que la víctima recurra a la Justicia (complicidad). En el fondo lo que se busca es proteger al abusador y dejar en el olvido el delito.

La manipulación y el descaro sobrepasa cualquier historia de ficción. Esa fue mi experiencia en la gestión de monseñor (José María) Arancibia, el obispo (Sergio) Buenanueva y el vicario Daniel Manresa; quienes lideraban el Arzobispado cuando tuve que defenderme del abusador Jorge Luis Morello, ahora ex sacerdote y psicólogo. También se evidencia la red de complicidad de algunos laicos que forman parte de todo el proceso.

A los representantes de la Iglesia reunidos en Roma les diría: acá no importa si la víctima es mayor de edad o menor de edad. Hay que tener en cuenta la relación de asimetría que existe, la vulnerabilidad de quien sufre el abuso y el perfil del abusador que de a poco va traspasando los límites. Les pediría además la expulsión inmediata de la Iglesia de todos los obispos, sacerdotes y laicos que fueron parte de los delitos; y que se otorgue al Consejo Presbiteral de cada diócesis el poder para poder accionar junto con el Obispo. Es necesario descentralizar y controlar el poder.

También es clave poder concretar en acciones reales y sostenidas en el tiempo todo lo que se expresa en palabras. No puedo dejar de pedir justicia por las víctimas de abusos que existen en Mendoza, sobre todo en el caso del Monasterio del Cristo Orante, como de lo que ocurrió en el Próvolo”.

"Los abusos en la Iglesia nos exige preocuparnos"

(Marcelo Colombo, Arzobispo de Mendoza).

“Estos días la Iglesia, a partir de la convocatoria del Papa Francisco, ha vivido un tiempo muy particular de reflexión, de oración; pero sobre todo de confrontación. Con un tema doloroso, arduo de tratar y que requiere la máxima dedicación de parte de obispos, sacerdotes y fieles en general. El problema de los abusos en la Iglesia, nos exige preocuparnos por nuestra comunidad para cuidar todos los aspectos de la atención pastoral. Especialmente en este caso, no dejar reclamo alguno sin atender, ninguna víctima sin escuchar ni medida sin tomar. La palabra del Papa Francisco nos invita fundamentalmente a escuchar a las víctimas y a acompañarlas en su dolor, pero también a no dejar de dar los pasos concretos para afrontar las situaciones planteadas y tomar las medidas que haga falta adoptar en la reparación y también en la restauración de la justicia.

Dolor y vergüenza que no deben quedar estancados, sino que deben promover un cambio en actitudes, capacidad de vivir la fe con autenticidad y trabajar todos en una conversión auténtica para servir mejor a nuestro pueblo. En los casos resonantes que nos tienen como parte de esta temática dolorosa, se han tomado siempre las medidas canónicas exigidas por el derecho de la Iglesia y el derecho argentino. Pero a la luz de estos encuentros últimos del Santo Padre con la comunidad mundial, será necesario mejorar los procedimientos. En esa línea, la Santa Sede seguramente nos dará nuevas indicaciones para la más eficaz  instrucción de estos procesos canónicos al servicio de la verdad“.

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