Los ciudadanos que quieren a los animales domésticos ven, sin poder hacer demasiado, como prolifera en la vía pública una importante cantidad de perros y también de felinos.
Son animales hambrientos, sin cuidados veterinarios, que en general se reproducen sin control. Lo apreciamos en el Gran Mendoza y en otras zonas de la provincia.
El Estado hace lo que puede, pero dista mucho de tener una solución definitiva o siquiera transitoria para la problemática.
Esta sección editorial ha accedido a una pormenorizada investigación de una entidad privada denominada “Estoy Aquí Mendoza”, conformada por un grupo de protectoras mendocinas independientes (rescatistas, colaboradores, hogares de tránsito) que busca soluciones.
Sostiene este colectivo civil que hay que visibilizar el problema de los perros abandonados, que es el más grave. El objetivo del grupo es fomentar una comprensión de la situación por parte de la población para disminuir el maltrato animal y generar conocimiento sobre la importancia de la esterilización de mascotas, a fin de detener el crecimiento de la población callejera.
La superpoblación de canes que viven a la intemperie es una traba que atañe a todos y tiene una fuerte incidencia en el Gran Mendoza.
Y no es que falten leyes, sino que lo que urge es una verdadera política de Estado para aproximarnos a una solución. Disponemos de las normas 7603/2006, que prohíben la matanza, y la 8246/2010, que creó el Programa de Esterilización Temprana, Masiva, Sistemática y Gratuita de Caninos y Felinos.
Entonces, si bien las herramientas legales existen desde hace 12 años, nunca se puso en marcha un programa de registro poblacional de acuerdo a los estándares internacionales y por eso no existen en nuestro territorio cifras certeras.
Para “Estoy Aquí Mendoza”, la raíz de esta encrucijada de la superpoblación tiene dos protagonistas: los ciudadanos que abandonan animales en la vía pública y el Estado.
Este último porque es el que puede atacar las causas y producir el cambio.
La ONG citada clasifica a la población canina en tres categorías: perro callejero, con bajo éxito de supervivencia; semidomiciliado, alta posibilidad de vida y tasa reproductiva moderada, y el can de la casa, con altísima expectativa de supervivencia y moderada tasa reproductiva.
Resumiendo, la organización que ha fijado posiciones estudiadas y elaboradas, se apoya en tres pilares: lograr un sistema de castraciones eficientes, acciones destinadas a los ciudadanos y a los proteccionistas.
Con respecto a las castraciones eficientes, se debería castrar como mínimo 10% anual de la población canina durante siete años de manera ininterrumpida.
Castrar callejeros y perros con dueño e implementar el sistema TNR (siglas en ingles que significan: atrapar, esterilizar, devolver). Claro que en este punto, los municipios deberían implementar una mínima atención posoperatoria para impedir infecciones y otras complicaciones.
Otras opciones serían disponer de fuertes campañas de educación y concientización, como ocurre con la seguridad vial.
Asimismo debería ponerse en marcha un programa de "Perros protegidos" con proteccionistas y apoyo municipal; otro llamado "Hogares de tránsito" para facilitar las castraciones y adopciones, y difundir, propiciar e implementar la figura del "perro comunitario" como barrera sanitaria.
En contextos como el del Gran Mendoza, donde las poblaciones están incorporadas urbanísticamente como una gran unidad, se presenta el problema de la migración de ejemplares. Si el programa de esterilizaciones se realizara en conjunto, este problema no existiría. Por un lado hay que comenzar, porque cuando más tiempo pase sin tomar medidas, el problema se multiplicará, con el peligro de que un determinado momento ya no se pueda hacer nada.
