- El mal de amores adolescente, ¿es peor que el que se sufre de adulto? En la adolescencia la desilusión amorosa puede ser muy fuerte porque nunca se ha vivido una situación de ese tipo.
- ¿Cómo pueden ayudar los padres? Los pedagogos recomiendan que los padres intenten recordar cómo fue su primera experiencia y la compartan en una charla con sus hijos. Recordar su pasado los sensibilizará un poco más. Lo fundamental es escucharlo y no intentar dar consejos todo el tiempo. Es mucho mejor hacer preguntas, comprender y ponerse en el lugar del otro. Hay que tomar en serio lo que siente el joven y no minimizarlo.
- ¿Qué se puede hacer si el joven parece estar cada vez más triste? Tener paciencia, pero sin dejar de estar atento. Si el adolescente no come o muestra alguna tendencia dañina hacia sí mismo, es bueno recurrir a una ayuda profesional. Cuando el joven no quiere hablar con sus padres, puede que haya hermanos o amigos que le salgan al paso. De no ser así, no está de más que los padres le sugieran una consulta con un especialista.
- ¿Qué es mejor no hacer? Los padres pueden explicarle al joven que no es bueno intentar contactar todo el tiempo a la ex pareja, ni ir a los sitios que el otro solía frecuentar. Tampoco es bueno estar controlando en Whatsapp cuándo fue la última vez que el o la ex estuvieron conectados, ni merodear por la noche por las calles en las que uno cree que estará la ex pareja.
Los especialistas suelen decir que el mal de amores es como una adicción y que los afectados deben tomar distancia del ex de un modo muy consciente, teniéndolo en cuenta como una máxima: “No, ¡ahora no haré esto!”. Es el único modo de ayudarse. Y, además, es una forma de preservar cierto orgullo. Eso también es útil si uno en algún lugar alberga la perspectiva de volver a estar con su ex pareja. Perseguir o controlar suele ser contraproducente.