Este es el mensaje con que Los Andes salió a la calle el 20 de octubre de 1883

Se llamaba "Al pueblo" y expresaba el deseo de que son los propios mendocinos quienes deben gobernarse a sí mismos.

Este es el mensaje con que Los Andes salió a la calle el 20 de octubre de 1883

Pocas palabras bastan para nuestro programa.

Cuando la sinceridad, la lealtad y la justicia animan la intención, puede expresarse el propósito en palabras breves y sin ese ropaje de la retórica que tantas veces oculta propósitos tachables.

Venimos al campo de la prensa dispuestos a defender con enérgica decisión los intereses de la Provincia y, al hacerlo, buscamos agrupar a todos los que amen su autonomía y se interesan por su verdadero progreso y su verdadero bienestar; aquel progreso y aquel bienestar que se desenvuelven al impulso de todos los nobles sentimientos del patriotismo.

Lejos de nosotros levantar bandera de odios y pasiones locales que fueron moderados y destruidos por la razón pública y el claro criterio de las últimas generaciones, robusteciendo los vínculos que unen a los Estados argentinos.

Pero no lejos de defender el caro suelo natal de toda injerencia extraña que ve el tan solo campo abierto al lucro que no admite barreras y que todo lo subordina a sus intolerantes exigencias.

Todos caben en el espacio amplio, ofrecido a los esfuerzos de trabajo humano y los hijos de todos los pueblos argentinos, están bien entre nosotros acompañándonos en la lucha diaria de la existencia.

Pero exigimos y exigiremos, ante todo, respeto por esta tierra y por sus hijos, que tan generoso albergue ofrecen a los hijos de las provincias hermanas, combatiendo toda imposición que venga a gravitar sobre ella sin títulos legítimos.

Los Andes viene al debate de la prensa a defender los intereses y la autonomía de la Provincia.

Nace del seno del pueblo y se dispone a vivir con el aliento popular, atravesando con igual serenidad los días plácidos como las noches tormentosas que encuentre en su camino para defender con tesón infatigable las libertades públicas.

Pero éstas no existen ni pueden existir si el espíritu popular no es encaminado por la palabra de la prensa que es la luz y enseñanza para las sociedades modernas y si no se difunde la conciencia del propio poder, de la propia fuerza, que es el alma del progreso social y político de las naciones.

Hemos de recordar al pueblo que hay en él fuerza bastante para encaminar y gobernar sus propios intereses y que, teniendo la conciencia de esa fuerza y no abandonándose con criminal pusilanimidad a los engañosos mirajes que se presenten a su vista, puede encaminar sus destinos a las más elevadas cumbres del progreso.

Hemos de recordarle que puede y debe gobernarse a sí mismo y que si hay crimen en rechazar con sentimientos lugareños o aldeanos a todos cuantos acudan a su suelo con sanos propósitos de los pueblos hermanos, habrá vergonzosa abyección en hacer abandono de sus derechos para convertirlos en patrimonio de los advenedizos.

Los Andes levantará esa voz en el terreno del orden, que contribuirá con todas sus fuerzas a mantener, de la moderación y la prudencia, que no excluyen la propaganda enérgica y sincera; de su amor al trabajo que propenderá a fomentar con su propaganda y su molesto esfuerzo y sobre todo de su veneración al derecho, a la justicia, a la libertad, cuya existencia, mantenida sin trabas, hará una realidad de las garantías al ciudadano, de sus derechos civiles y políticos, consignados en la Constitución.

Los Andes ofrece sus columnas a todos cuantos aman la Provincia y sus progresos y se hará por tanto un honor en albergar en ellas a todo esto, a todo deseo que pretenda, ya de la Ciudad, ya de los Departamentos de campaña, venga a expresar una necesidad sentida y a buscar su satisfacción.

Con esos propósitos, lealmente manifestados, y protestando entrar al debate con la serenidad de espíritu de que estamos poseídos, con la cultura que nuestra condición exige, alejándonos de la diatriba personal, Los Andes se presenta al pueblo de Mendoza, confiando en que su programa satisfará sus aspiraciones, atrayendo su estímulo y su protección.

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