El Presupuesto nacional 2018 y el gradualismo

El gobierno nacional ha remitido en tiempo y forma el proyecto de Presupuesto para 2018.

El Presupuesto nacional 2018 y el gradualismo
El Presupuesto nacional 2018 y el gradualismo

Cabe apuntar dos observaciones  muy importantes sobre el significado del Presupuesto, el principal y más importante instrumento de política económica en una democracia republicana.

La primera es que en largas décadas de alta inflación el Presupuesto era una mera formalidad vacía porque la realidad del gasto y de los ingresos poco o nada tenían que ver con lo proyectado.

Sólo en la década de los `90, luego de la sanción de la Ley de Convertibilidad, los presupuestos tuvieron contenido, sustancia, cumplieron con los requisitos constitucionales. Luego de la crisis de 2001, la pesificación de los depósitos en dólares ("expropiación de los ahorros") y la brutal devaluación del peso, los presupuestos volvieron a ser un cascarón vacío.

El kichnerismo le agregó un componente muy grave al desquicio que ocultaba la inflación: subestimó sistemáticamente el cálculo de ingresos, que en la práctica fue muy superior a lo previsto.

Esa cuantiosa diferencia de ingresos el gobierno la usó discrecional y arbitrariamente, amparado en ley de emergencia económica, beneficiando a los incondicionales y castigando a los adversarios. Este método de uso de los recursos públicos fue el pilar del omnímodo poder del matrimonio durante 12 años de gobierno.

Ahora el Presupuesto recobra su forma y contenido económico-constitucional y su calidad de principal instrumento de la política económica y social del gobierno. Es además, el primero de responsabilidad absoluta del gobierno de Cambiemos. El correspondiente al 2017 había sido elaborado en lo sustancial por el gobierno anterior.

Recordemos la aceptada definición de presupuesto: es una autorización de gastos y una estimación de los recursos a recaudar. En consecuencia el primer componente es cierto, el PEN está autorizado a gastar la suma que aprueba el Congreso. En  cuanto a los recursos, como es una estimación y los impuestos están directamente ligados a lo que ocurra con la actividad económica, es importante analizar los supuestos que el gobierno ha utilizado al efecto.

En materia de crecimiento de la economía el gobierno supone que el corriente año cerrará con 3% de incremento del PBI y que el año próximo será del 3,5%. En materia de inflación, que este año rondaría 20/21%, el gobierno proyecta que el año próximo seguirá bajando en forma compatible con la meta de inflación establecida por el BCRA cercana al 10%.

Un punto destacado, y remarcado en el proyecto de Presupuesto, implica un cambio profundo en la orientación de la macroeconomía, respecto al gobierno anterior. Mientras el populismo incentiva por todos los medios el consumo como impulsor de la actividad económica, ahora el gobierno plantea que será la inversión el motor del crecimiento.

En realidad ya lo es, este año la inversión crece más que el consumo. Es importante que el gobierno haya explicitado que la economía será liderada por la inversión, esta es la única vía para que se recupere el crecimiento económico, que la situación actual de "rebote" de la recesión de los últimos años no se transforme en el recurrente ciclo de parada y arranque de nuestra historia. En este punto es muy importante mirar los datos en los últimos años: la inversión promedió un 15% del PBI; el gobierno pretende que el año próximo llegue al 17%.

El Presupuesto nacional está elaborado sobre la base de que proseguirá el gradualismo en la política económica, que la economía crecerá más que el gasto público de manera que año a año la relación gasto/PBI se reducirá. Mientras tanto el déficit fiscal se financiará con deuda; la apuesta es riesgosa.

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