Armando el itinerario.
Llegar hasta la Isla implica una logística anticipada, no sólo planificar los medios para llegar, sino también, tener en cuenta que la época ideal para visitarla, debido a su clima, es desde diciembre hasta marzo. Hay dos formas de llegar a destino desde Mendoza: la más costosa y rápida, por vía aérea, hasta el aeropuerto de Puerto Montt, o la más económica y lenta, pero no menos merecedora, por vía terrestre. En mi caso, opté por la segunda.
El viaje comienza desde Mendoza a Santiago, y luego haciendo conexión hacia Puerto Montt, ya que desde aquí, el cruce a la Isla es obligadamente por vía marítima. Desde Santiago a Puerto Montt, son unas 14 horas aproximadamente, pero vale la pena despertar con el paisaje de cuentos que ofrece la autopista austral de Chile.
Al llegar a Puerto Montt, se debe comprar el pasaje hacia la Isla, teniendo presente que los destinos principales son: Ancud, Castro y la ciudad más austral de la Isla, Quellón. El bus realiza un tramo en ruta hasta la costa, donde es trasladado por medio de un transbordador a través del Canal de Chacao.
El viaje dura unos 30 minutos y vale la pena bajarse del bus, una vez que el transbordador está en marcha, para observar el paisaje al alejarse de la costa y avistar la Isla. Además, dependiendo de la estación del año, se pueden observar las distintas especies de aves y mamíferos que acompañan el trayecto.
La ciudad de los Fuertes.
La primera vez que visité la isla, mi destino fue Ancud. Esta bella y pequeña ciudad, es representativa de la cultura chilota, con sus paisajes, arquitectura, fauna y flora, y con sus calles que cuentan historias, con su gente, amable y servicial y con sus mitos y leyendas presentes en cada escultura que adorna sus distintos rincones. Es una ciudad que posee todas las comodidades actuales (bancos, farmacias, supermercados) pero sin invadir la vista del viajero.
La Costanera es su calle principal. Por ella se accede a las distintas playas, al puerto y a uno de los tantos Fuertes que posee: San Antonio. Esta antigua fortificación española, protegida por cañones de bronce, era donde se dominaba la entrada al puerto. La ciudad es fácil de recorrer. Su museo cuenta la historia y mitología de la isla. Sus mercados y restaurantes están llenos de opciones para todos los gustos y bolsillos, al igual que la oferta hotelera.
Un recorrido
Hay muchas agencias que realizan excursiones diarias por diferentes partes de la isla, muy completas y a precios accesibles. Entre ellas, una destacada, es la visita a las Iglesias de Chiloé, declaradas patrimonio de la humanidad, con su admirable arquitectura y diseño, repartidas por todo el territorio isleño.
Otra visita obligada, es el cruce a la Isla Quinchao, donde podemos visitar 3 destinos.Dalcahue, con su mercado de artesanías y las cocinerías, con sus platos típicos. Además, otras dos pequeñas ciudades, Curaco de Vélez y Achao. Destinos ineludibles, tanto como las ciudades de Castro, Chonchi y Quemchi, entre otras.
Chiloé es amigable
La Isla ofrece infinitas alternativas, para cada viajero. No alcanzan las palabras para describir las sensaciones que causa, porque es necesario vivirla. Todo en ella es mágico, invitando al turista a volver y seguir descubriendo historias en su inmensa geografía.