El populismo está en nuestro ADN - Por Luis Ojea

El populismo está en nuestro ADN - Por Luis Ojea
El populismo está en nuestro ADN - Por Luis Ojea

"Acostúmbrate a aceptar la verdad aunque te duela, antes que conformarte con la mentira que te alegra"

Proverbio oriental

Los argentinos somos populistas: muchos lo saben y lo ponderan pero la mayoría no sabe que lo es. Por eso la República y nuestra Constitución escrita con su valoración de la libertad, del ciudadano, del disenso, del respeto por lo que piensa el otro, de la división de poderes, del contribuyente, no forman parte de nuestros valores centrales.

El “cristinismo”, solo es su expresión más extrema y cerril.

Por eso se explica que durante 70 años hayamos votado alternativamente al peronismo y al radicalismo

Hasta los extranjeros que invierten en Argentina se terminan haciendo populistas o desaparecen de la actividad económica.

Somos el producto de:

• Los ciento cincuenta años de la “nación católica”, con sus “pobrismo inmaculado”

• el radicalismo que con su lucha, en la que se debate entre el populismo y el republicanismo, aquel le viene ganando por paliza y

• el peronismo que terminó imponiendo su cultura social y política.

El populismo no es sólo una categoría política, sino fundamentalmente una realidad socio cultural, ya que no sólo está en el pensamiento de nuestros políticos, sino que forma parte de nuestra manera de ser y de pensar toda la realidad.

Su drama es que no es ni capitalismo ni socialismo y termina, al cabo del agotamiento de su famosa "puja redistributiva", en una crisis estructural terminal como fueron las de 1953 del primer peronismo, la de 2001 y a la que iba el "cristinismo" hacia 2015.
Venezuela es el ejemplo más claro de esta triste ideología justiciera y defensora del "Pueblo", la "Nación" y la "Patria".

El real problema es que no hemos tenido izquierdas y derechas como estructuras políticas independientes, sino que en estos setenta años, la izquierda y la derecha se dieron como alternativa electoral siempre dentro del peronismo, con su base corporativa autoritaria y anti republicana.

El radicalismo, salvo el período de Alfonsín, donde la gente lo votó, porque era la opción más clara para terminar con los golpes militares, sabiendo que el peronismo no lo garantizaba.

En las otras ocasiones fue porque la gente se hartó del desmanejo que hacía el peronismo, pero nunca se los votó con la convicción de buscar una salida republicana y constitucional de gobierno.

“El roban pero hacen”, define muy bien al pensamiento populista, al que hay que agregar este otro: “el populismo es ser magnánimo con el dinero y los bienes ajenos, especialmente del Estado”.

Este populismo nos ha dejado tristemente inmersos en:

• Nuestro déficit fiscal e inflación crónica, la pesadilla del dólar, nuestra “Justicia Social”, con el culto absurdo e irracional de la pobreza. Como si fuera un valor positivo y moral ser pobre, junto a nuestra sobre ponderación de lo económico respecto de lo ético y moral, nuestra injusta justicia, nuestra falta de respeto por la división de poderes, nuestra sobrevaloración de la mentira sobre la verdad y nuestra manipulación enfermiza de la información pública y privada.

• Nuestros actos “reflejos” de rasgarnos las vestiduras y “preocuparnos” por los pobres, pero donde la pobreza ha ido dramática e hipócritamente en aumento hasta llegar al 50% en 2001 y estabilizarse en un triste 30% de la población,

• Nuestro ojo oblicuo respecto del narcotráfico, el delito y la corrupción, nuestro federalismo de pacotilla al servicio del poder hegemónico de turno.

• Nuestro nepotismo desilustrado, nuestro cortoplacismo enfermizo, nuestra industria nacional cada vez más devaluada e ineficiente.

• Nuestro estado elefantiásico, nuestro culto al empleado público en detrimento del trabajador privado. El “compre nacional”, nuestra cultura del ñoqui, nuestra destrucción sistemática de la educación, el esfuerzo y el mérito.

• Nuestros: “primero me salvo yo y luego que venga el diluvio”,” que roben lo que quieran mientras a mí no me falte el asadito o cambie el auto cada cuatro años o tenga la casa en el barrio privado”.

• Nuestra patria financiera y contratista, la industria del juicio, el hecho de no sentirnos ciudadanos y mucho menos contribuyentes pero siempre sí, sentirnos pueblo y nación y la lista es mucho más larga.

Hoy hay un 50% o 60 % de votantes que ha empezado a darse cuenta que “algo” anda mal en nuestra sociedad, pero se debate entre la agonía y el éxtasis y no sabe bien por qué nos pasa lo que pasa.

Algunos, que todavía no se han podido sacar totalmente el velo de sus ojos, lo definen como ¿volver? “a ser un país normal”, cuando hace cien años que no lo somos.

Así aunque quieren sacudirse el populismo extremo, que es el “cristinismo”, están muy lejos de valorar definitivamente la república y nuestra constitución escrita como modo de vida.

EL Presidente Macri, quiere ir hacia un futuro diferente y dejar este lamentable pasado, pero le está costando sacudirse nuestro populismo genético que llevamos dentro. 
Por eso no pudo ver el desastre que tenía que enfrentar y su optimismo inicial fue patético.

Tal vez, ahora que le ha visto la cara de frente al demonio y ha decidido seguir adelante y enfrentarlo, tenga mejor suerte.

Por ahora, en las próximas elecciones, es el único candidato que conscientemente quiere hacerlo, asumiendo sus errores.

Hoy se está convirtiendo en un hito histórico, al ser el primer gobierno no peronista elegido por las urnas, que termina su período de gobierno.

Este logro, que desde nuestra genética populista, puede sonar poco, desde los términos de estas reflexiones, resulta inmenso... casi milagroso!.

En resumen: esta transición cultural profunda hacia un futuro republicano y constitucional, en la que hemos entrado, va a ser larga. Es que uno de los problemas más serios que tiene el populismo, es que le resulta muy difícil convivir con la verdad y por lo tanto, nos va a costar mucho: primero darnos cuenta de lo que somos realmente, segundo aceptarlo, para por fin, superarlo definitivamente.

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