El Poder Judicial de Mendoza apostó al reciclado de sus residuos tecnológicos

En una gestión única en la historia y de gran magnitud, el organismo público lo hizo de la mano de Reciclarg.

 El Poder Judicial de Mendoza apostó al reciclado de sus residuos tecnológicos
El Poder Judicial de Mendoza apostó al reciclado de sus residuos tecnológicos

Una vez más el ámbito público y privado se fusionaron para lograr un objetivo. Esta vez, de la mano de la empresa Reciclarg –que se encarga de la recolección, reciclaje y reutilización de los residuos tecnológicos-, el Poder Judicial de Mendoza logró reubicar 34650 kilos de objetos electrónicos que se encontraban en desuso.

Así impresoras, fotocopiadoras, monitores, teléfonos, CPU y demás dispositivos fueron retirados del Poder Judicial y tomados por Reciclarg, para darles un buen uso, ser reciclados y generar así un impacto positivo en el medio ambiente. Conciencia verde y responsable, un pilar ético que –por suerte- cada día tiene más adeptos.

Según indicó el gerente general de Reciclarg Farid Nallim, la idea es que el Gobierno pueda transformarse en un agente de impacto para trabajar en conjunto con Reciclarg y encontrar una solución a al problema de los residuos tecnológicos.

Las instituciones u organismos interesadas en reciclar sus residuos electrónicos pueden comunicarse vía telefónica al (+54) 9261 4219497 o acercarse a López de Gomara 921, Villa Nueva, Guaymallén.

Más sobre Reciclarg+

Reciclarg SA es una empresa de triple impacto que se dedica a la recolección, reciclaje y reutilización de los residuos tecnológicos y la única en la provincia que se dedica a tratar la chatarra electrónica. Según explicó el gerente general Farid Nallim: "la intención es que todo se reutilice, lo que no sirve se manda a industrias para su fundición o reciclaje. Lo que se busca es que nada vaya a un vertedero a cielo abierto".

Los residuos que contienen los equipos electrónicos generan una serie de problemas específicos, ya que son tóxicos. Contienen, por ejemplo, sustancias peligrosas como arsénico, cadmio, fósforo, selenio y plomo, entre otras. Si estos residuos son enviados a vertederos o no se manejan correctamente en su desmantelamiento se liberan los componentes tóxicos que contienen, con graves consecuencias para las personas que los manipulan y el medio ambiente al contaminar las aguas a través de las napas subterráneas o el aire cuando son quemados.

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