Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
Pasaron casi ocho meses desde que dejó el poder por la puerta de atrás y el peronismo, ese movimiento con mucho de religión que parece soportarlo todo, no puede salir de la depresión y busca desesperadamente un liderazgo que lo encamine.
El último gobernador, Francisco Pérez, al que defendían públicamente y criticaban con furia en privado, se alejó de la política para nunca más volver, acosado por los desatinos de su gestión y la Justicia.
El vicegobernador, Carlos Ciurca, que parecía destinado a un rol protagónico, lejos está de abandonar su militancia, pero se ha juramentado nunca más asomar la cabeza; lo suyo ahora es el reino de las sombras y desde allí sueña con influir.
Los intendentes que quedaron en pie, apenas cinco (el sexto está preso hace más de tres meses), no quieren problemas por ahora y se muestran más elogiosos del Gobernador Cornejo que los propios radicales. Mejor plata segura que 15 minutos de fama por una crítica.
El golpe de gracia para los peronistas mendocinos no fueron las elecciones provinciales, que intuían pérdidas. El problema fue la inesperada derrota nacional, que los dejó a la intemperie en el más árido de los desiertos.
Daniel Scioli era la esperanza, tanto laboral como política, de la mayoría que quedó a la deriva.
Si él hubiera ganado el balotaje, hoy el PJ de Mendoza sufriría en silencio su rol opositor, pero tendría un liderazgo nacional que ya lo habría ordenado y todo sería más fácil. Incluso con Cornejo, al que le cobraría cada favor nacional.
La dispersión local no es más que una expresión de la fragmentación nacional. Y como si no bastara ya ese contexto político, la novela por entregas en que se han convertido las revelaciones de la corrupción kirchnerista, no le dejan levantar la cabeza.
"Han ido dosificando la difusión de los pedos que nos mandamos", se queja amargamente uno de los dirigentes derrotados.
"Cada semana aparece un López o algo de los Kirchner. Acá hay un intendente preso y dos ex complicados, como Lobos y López Puelles. Y ya no tenemos al Chueco (Mazzón), que siempre nos ordenaba, incluso a los que no son azules", sigue la descripción, como si se tratara de las siete plagas de Egipto.
“La gente no puede ni vernos”, se sincera un legislador provincial, casi sin necesidad de mirar las encuestas, y suma: “Estamos paralizados todavía”.
Cuenta regresiva
Los dirigentes del peronismo saben que el tiempo se acaba para pasar su primera prueba: la definición de sus autoridades, el 6 de noviembre.
En lo único en lo que se ponen de acuerdo es que una interna para elegir al presidente partidario es lo último que necesitan para recomponer su imagen. De allí en más, el resto sólo son egos enfrentados y disidencias.
Por un lado están los azules, como siempre, con fricciones entre ellos mismos y varios con ganas de liderar. Enfrente, como el rival a conquistar o vencer, están los Félix, con los pergaminos de ser los únicos que no perdieron en su territorio.
Basculando aparece el tándem Ciurca-Miranda, con lo que quedó de La Corriente, pero ya sin ese nombre. Y por supuesto, el Peronismo para la Victoria, que reúne a los más identificados con el kirchnerismo.
Dentro de los azules, los dos Bermejo, Adolfo y Alejandro, más Patricia Fadel y hasta Jorge Tanús han echado a correr sus nombres como posibles presidenciables partidarios.
El mayor de los Bermejo, pese a haber perdido dos elecciones provinciales, sigue siendo el que “mejor mide”, argumentan, y eso lo posicionaría también para la legislativa del año que viene.
Su contrafigura es Omar Félix, instalado desde hace meses en el Gran Mendoza con el objetivo de sumar dirigentes a su proyecto y dispuesto a levantar el perfil en los meses que vienen, mirando también a 2017.
Félix está más interesado en la diputación nacional que en la presidencia partidaria, pero ha dicho a los suyos que no está dispuesto a regalar el espacio a “los responsables de estar como estamos”.
Ninguno de los dos sectores ahorra “halagos” para su rival.
Los azules caracterizan a los Félix como “traidores de por vida” y recuerdan su alianza concertadora con Cobos en 2007. “Siempre juegan para ellos”, los definen.
Desde el Sur responden que los azules son los responsables de Jaque y Pérez, así como de los desaguisados que se cocinaron en Irrigación y el Casino en los últimos años.
Ciurca, por ahora, parece más interesado en la elección del próximo intendente de Santa Rosa. Su candidata es la ex Reina Vendimial Flor Destéfanis. Los azules apuestan a un comerciante, Gonzalo Sánchez, y se verán las caras en las primarias.
La posibilidad de una victoria allí, pese a que el detenido Sergio Salgado dejó el municipio en la ruina, los ilusiona con un renacimiento provincial. La esperanza es lo último que se pierde, dicen.
Oposición desdibujada
El estado de conmoción que se prolonga en el PJ no hace más que ampliar el margen de acción del Gobierno. Cornejo ha ido ocupando espacios en el tablero político provincial, como si estuviera jugando al TEG.
Sin oposición partidaria, el radical ha apuntado sus cañones a la Justicia, en particular a un sector de la Suprema Corte y los magistrados.
El viernes, envalentonado por haber cobrado al casino del Intercontinental una deuda millonaria de la época de Pérez, prepeó al fiscal Daniel Carniello y le pidió que renunciara, asumiendo una ofensiva y un deseo hasta ahora limitados públicamente a las acciones políticas.
El peronismo ha asumido, en el Jury de Enjuiciamiento, la defensa de Carniello, ex funcionario del gobierno de Lafalla. Pero en la última votación, dos legisladores que responden a Félix votaron igual que la UCR. No están convencidos como sus compañeros de la inocencia del fiscal. La interna y las alianzas pesan.
El nudo interno parece difícil de desatar porque, aunque todos hablan de la necesidad de renovación, a la vez creen ser la mejor expresión de esa renovación o al menos de la transición hacia ella.
Claro que las caras de todos los “renovadores” hace rato que se ven y hasta ahora ninguna ha logrado enamorar a la sociedad mendocina. El “nuevo” Bordón que buscan, si lo encuentran, seguramente no saldrá de los que ahora pelean por permanecer.