José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
Finalmente, la elección de ayer tuvo el carácter de primera vuelta que muchos auguraban. Primera vuelta con una diferencia importante a favor de Cambia Mendoza, pero con el siempre latente empuje del justicialismo, lo que le genera expectativas a la fórmula Bermejo-Martínez Palau de cara a las generales del 21 de junio.
Los resultados de estas primeras PASO provinciales no permiten definir de antemano el nombre del futuro gobernador de la Provincia, pero insinúan que Cornejo y Montero pueden conducir al radicalismo y sus socios políticos a una victoria clara en la elección decisiva.
El PJ puso en juego ayer la fortaleza de sus intendentes, que salieron airosos en general en las disputas territoriales, aunque sin poder neutralizar totalmente el avance sostenido de Cornejo. En el choque de estrategias (apuesta a los “caciques” en el PJ y provincialización detrás de Cornejo en el radicalismo) la partida estuvo pareja.
No obstante, es probable que más de uno en el justicialismo local haya evaluado ayer que la idea de desdoblar la elección provincial no fue tan oportuna como se pensó inicialmente, justo cuando el PJ local decidió enfriar el vínculo con la Nación para apuntalar la estrategia electoral mendocina y cuando la imagen positiva de Cristina Kirchner comienza a repuntar, al punto de ser considerada como definitoria en la selección de los candidatos para las PASO en todo el país.
La jugada de Pérez. El Gobernador también era protagonista de esta elección. Jugaba muchas fichas; en primer lugar, por su distanciamiento con el kirchnerismo nacional luego de haber participado del acuerdo mayoritario que bendijo a la fórmula que encabezó Bermejo. En segundo lugar, Francisco Pérez mantenía expectativas con relación al armado de las listas de candidatos a legisladores nacionales para las primarias nacionales de agosto.
Su pretendida postulación a diputado nacional le significó, entre otros problemas, sacrificar la precandidatura de su amigo Matías Roby y convertirlo en el acto en un adversario interno que no ahorró calificativos para criticar la gestión provincial durante la campaña previa a la elección de ayer.
Esto, además del enojo presidencial, que rápidamente le quitó la condición de aliado de la Casa Rosada y lo transformó en mala palabra para el kirchnerismo.
Así, en las últimas semanas de la campaña Pérez debió soportar situaciones incómodas, como la misteriosa disposición por la cual el Banco Nación dejó de ser confiable para la Provincia a la hora de asistir a las cuentas oficiales y también el desfile de varios ministros del Poder Ejecutivo nacional que sólo llegaron a Mendoza con la intención de hacer explícito el apoyo de Cristina Kirchner a la fórmula encabezada por Carmona, no a la de Bermejo.
Esto no significa que Pérez haya claudicado totalmente en su búsqueda de una diputación nacional, pero seguramente ya no estará solo en dicha pretensión y no hay que descartar que en las PASO de agosto tenga algún competidor interno proveniente del kirchnerismo puro.
El justicialismo tal vez deba replantear toda su estrategia electoral a partir de hoy para poder competir con posibilidades en una elección que estará mucho más polarizada. Anoche, con los resultados a la vista, ya había quienes en el justicialismo se animaban a opinar que Pérez deberá acordar con Cristina Kirchner aspectos del proceso electoral que se viene hacia junio con tal de poder mantener la gestión a flote.
“Todos saben bien que a Cristina no le conviene que Mendoza atraviese dificultades de ningún tipo, más allá de que esté todavía enojada”, reflexionan entre los que siguen de cerca la campaña del oficialismo.
La larguísima transición hacia el cambio de mando en la provincia puede resultar complicada si no se buscan mecanismos de diálogo con quien resulte electo el 21 de junio. Es que los problemas financieros que están probablemente seguirán, más allá de paliativos como el bono de deuda recientemente colocado con el gesto de Scioli a través del Banco Provincia.
Sí hay que reconocerle al oficialismo como válida la reacción contra con Cornejo por las expresiones de éste anoche, cuando planteó un escenario parecido a una suerte de cogobierno hasta el 10 de diciembre. Cornejo buscó atenuar el triunfalismo entre los suyos, pero su ansiedad lo superó y la crítica hacia el Gobierno que lo distinguió en la campaña no pudo estar ausente en la conferencia de prensa posterior a la jornada triunfal de ayer.
Para Bermejo el panorama aparece complicado. Debe remontar una pendiente bastante pronunciada sin tener plena certeza de que los votos que obtuvieron sus contrincantes internos se volcarán mayoritariamente hacia la fórmula que comparte con Martínez Palau, que, por otra parte, no fueron tantos como para suponer un vuelco importante hacia el oficialismo.
El senador nacional logró despegarse bastante para no dejar dudas de su supremacía dentro del Frente para la Victoria, pero el gran riesgo que debe afrontar el oficialismo es la posibilidad de haber llegado en estas primarias a un techo electoral dudando de la posibilidad de más crecimiento que puede llegar a tener en junio la fórmula de Cambia Mendoza
La elección de junio estará mucho más polarizada. Sólo habrá una tercera fuerza compitiendo por la Gobernación, el Frente de Izquierda, que esta vez no obtuvo los guarismos que lo convirtieron en la revelación de las parlamentarias de 2013; a simple vista quedó muy lejos de toda posibilidad.
De todos modos, el afán de crecimiento de esta corriente seguramente la llevará a buscar captar votos entre los que no entraron o los que perdieron la interna del oficialismo. Otro motivo de inquietud para Bermejo y los suyos.
En síntesis: las urnas confirmaron lo que todas las encuestas marcaban. En la pelea hacia la definición del 21 de junio la fórmula de Cornejo arranca con ventaja y buenas perspectivas, mientras que el justicialismo de Bermejo deberá reclamar que la relación con la Nación realmente mejore, para que la gestión de Francisco Pérez no sufra sobresaltos.
