En los últimos 12 años el Estado provincial triplicó su peso en relación a la economía local, aunque en los servicios y obras que presta no se haya notado tal crecimiento. Todo esto está reflejado en la ley de leyes: el Presupuesto.
Si bien es cierto que la política se demuestra con la asignación presupuestaria que se le da a un discurso, también es cierto que la primera pauta de gasto que redacta y sanciona un gobernador no hace otra cosa que mostrar la herencia que recibe y las posibilidades concretas de poder hacer algo.
Los Andes comparó las primeras leyes que organizaron el gasto y los recursos de los últimos cuatro gobernadores (Julio Cobos, Celso Jaque, Francisco Pérez y Alfredo Cornejo ), y comprobó cómo evolucionó el gasto desde 2004 hasta ahora.
El camino pone en el punto de largada al primer presupuesto que redactó el radical Cobos. Si este se compara con el que logró Cornejo el viernes pasado y que prevé $ 64.000 millones de egresos para este año, se comprueba que el gasto público previsto subió 3.216%, mientras que el crecimiento económico de Mendoza, reflejado en el Producto Bruto Geográfico nominal, lo hizo 1.126% (tomando desde 2003 a 2015, años previos a los presupuestos tomados como extremos del camino).
Esto implica que el Estado aumentó casi tres veces su tamaño en relación a la economía local. Obviamente que ambos valores están afectados directamente por el fuerte proceso inflacionario del país, sobre todo desde 2007, pero el gasto público supera cualquier variable.
Gran Estado, pocos servicios
Esto último podría tener un sentido positivo, a no ser de que los servicios que debe garantizar el Estado, como la salud, educación y seguridad, no hayan mejorado sustancialmente.
En este sentido, hay dos maneras en las que crece un Estado. Una puede ser por las erogaciones de capital, es decir, por el crecimiento de las inversiones, en donde se pide financiamiento que se puede devolver y permite hacer más rutas, mejorar la red de agua y cloacas, el asfaltado de calles y el desarrollo de obras de infraestructura turística, entre otros.
“Esto mejora la eficiencia y los sectores productivo, y da mayor dinamismo político”, señaló Rodrigo González, economista de la Fundación Ideal, y comparó con el segundo caso, que puede derivar también en el crecimiento estatal: “El gran problema de los últimos 4 o 5 años es que aumentó el gasto (erogaciones corrientes) y se redujo la obra pública en Mendoza.
Esto estuvo empujado por mayor personal que no se tradujo en mejores servicios públicos, ya que no mejoraron la educación, la salud ni la seguridad. Fue un gasto improductivo sin mayores obras ni mejores servicios”.
En torno al gasto público, el economista agregó que creció la presión tributaria, es decir, la recaudación, por encima de lo que creció la economía, asfixiando así al sector productivo. “Esto se debe al aumento de alícuotas desde 2012 y mejora en las eficiencia tributaria, es decir, en la presión de ATM a los contribuyentes a partir de mejorar la eficiencia, el control, inspección”.
Los saltos
En 2004, Cobos puso en marcha su primer presupuesto y en aquella ley se mencionaba una palabra que hoy suena extraña: superávit operativo. Aquella pauta era por 1.990 millones y representaba el 13,6% de la economía local del año anterior.
“En la serie histórica, en 2006 y 2007 había superávit corriente: la recaudación alcanzaba para pagar los gastos corrientes y sobraba para pagar obra. Pero esos indicadores se fueron deteriorando con el tiempo”, señaló Adolfo Grandi, director de la oficina de Presupuesto en la Legislatura.
En 2008, se sancionó el primer presupuesto de Jaque, que con $ 5.800 millones incrementó el gasto público en 291% con respecto al primero de Cobos. En aquel momento, se quebró la racha y la pauta fue con déficit.
La Legislatura le autorizó al justicialista pedir $ 534 millones de endeudamiento, cifra que representó el 9,20% del total presupuestado, el mayor en el período analizado. Aquellos valores totales significaron que el Estado representaba el 18% de la economía mendocina del año previo.
El gran salto lo dio Pérez en 2012. Su primera pauta representó el 1.000% con respecto a la de Cobos y el 343% con respecto a la de Jaque. El endeudamiento que le habilitaron era de 1.500 millones, el 7,52% de lo presupuestado. El peso del Estado en la economía local había trepado al 29,8%, el mayor salto también en los 12 años.
“Cuando los gastos crecen más que la recaudación, sucede que quedan cada vez con menos fondos. Esto fue lo que sucedió sistemáticamente en los últimos ocho años: hubo una tasa de crecimiento de los gastos que fue superior a los recursos. El gasto de personal también se da por las recomposiciones salariales importantes, en las que no discutimos si son merecidas o no”, consideró Grandi.
El presupuesto que Cornejo logró el viernes también implica un salto importante aunque reduce la distancia con el primero de Pérez: con respecto a 2003, sube 3.216% y comparado con el de 2011, crece 321%.
Respecto al PBG, representa el 38,8%, casi el triple de aquel inicial de Cobos. Y el nivel de endeudamiento es similar al de su antecesor Pérez: los algo más de 5.000 millones de permiso de crédito representan 7,81% del gasto.
Los estatales
La danza de nombramientos e ingresos a la planta del Estado, que se conocieron en los últimos meses no es un hecho aislado si se considera en la historia.
Mientras que Cobos, allá por 2003, hablaba de 60 mil empleados públicos (planta permanente y temporal), en 2007, cuando se fue, dejó 73.173 estatales, es decir, creció el 21%. Este número es el que replicó, con alguna variación, Jaque en su primera pauta y al irse, le dejó a su compañero, 72 mil empleados.
Pérez, en su primera ley proyectó una planta de 78 mil empleados permanentes y temporarios. Si bien en 2015 no hubo presupuesto (fue reconducido el de 2014), el de 2016 recepciona 83 mil empleados públicos, el 6% con respecto al anterior.
En total, la planta del Estado creció 38% en los últimos 13 años.