Por Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría - Especial para Los Andes
En 2003 lo hace con Néstor Kirchner, Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá, superando la suma de los tres el 60% de los votos. Cuatro años después los candidatos son Cristina Fernández de Kirchner, Roberto Lavagna y Alberto Rodríguez Saá.
En este caso la suma superó por varios puntos el 60% y se acercó al 70%. En la última elección presidencial los tres candidatos peronistas fueron Cristina Kirchner, Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá, que sumados alcanzaron casi dos tercios del total de los votos.
Ahora, en las PASO de 2015, vuelve a presentarse con tres candidatos: Daniel Scioli, Sergio Massa y Adolfo Rodríguez Saá. Sumados los tres ya superan el 60%, porcentaje que probablemente se amplíe el 25 de octubre.
El peronismo así, en cuatro elecciones presidenciales consecutivas contando la próxima de octubre, ha ocupado el espacio del oficialismo y parte del opositor, pero en ningún caso la suma de sus tres variantes estuvo por debajo del 60%.
Un caso puede ser una circunstancia aislada, pero cuatro elecciones consecutivas ya hablan de algo más permanente.
Frente a esta presentación del peronismo, el radicalismo estalló en tres vertientes para la elección de 2003, detrás de las candidaturas de Ricardo López Murphy, Elisa Carrió y Leopoldo Moreau. Ninguno superó el tercer lugar ni el 20% de los votos.
Cuatro años más tarde, el radicalismo no presentó candidato a Presidente por primera vez en su historia, pero fueron radicales los candidatos a vicepresidente de los dos principales candidatos de origen peronista (Julio Cobos de Cristina Kirchner y Gerardo Morales de Roberto Lavagna).
En la última elección presidencial la UCR quedó relegada al tercer lugar, con la candidatura de Raúl Alfonsín hijo, que sumó el 10% de los votos.
En ninguna de las tres oportunidades hubo un eje opositor articulado con posibilidad de desafiar la hegemonía peronista.
Ahora la alianza Cambiemos aparece con un resultado del 30% en las PASO, pero a 8,4 puntos de diferencia del primer candidato más votado, de origen peronista. Ninguna de las alternativas opositoras anteriores logró un caudal de esta envergadura. Desde 2003 hasta ahora el porcentaje más alto alcanzado por una fuerza no-peronista había sido el 23% de Elisa Carrió en 2007.
La pregunta que queda planteada hacia el futuro es si -gane o pierda Cambiemos- la política argentina puede rearticularse en un bipartidismo atenuado o imperfecto, con un eje en torno al peronismo que dé prioridad a la distribución como valor, u otro alrededor del Pro que ponga una mayor importancia en la eficacia. Si esta alternativa ganara, es posible que este fuera el escenario.
Pero también podría pasar que, tras ser derrotado en la elección nacional, el Pro se transformara en un partido de distrito en torno al gobierno porteño y la estructura nacional del radicalismo siga siendo la más relevante sobre la cual organizar cualquier alternativa para enfrentar al peronismo.
Las PASO han confirmado la fuerte vigencia política y electoral del peronismo. Si bien es cierto que Daniel Scioli ha obtenido 12 puntos menos que Cristina Kirchner en agosto de 2011, también lo es que no se ha alterado la suma de los tres candidatos del peronismo, que viene estando por encima del 60% de los votos.
Si el 10 de diciembre asume un nuevo gobierno peronista -como creo es probable-, el peronismo entre 1989 y 2019 habrá gobernado 28 de 30 años.
Es lo que en ciencia política se denomina un “partido hegemónico”. La paradoja es que los peronistas han disminuido. En 1983, cuando se restablece la democracia, se definía como peronista el 35% del electorado.
De acuerdo a la elección presidencial de ese año, en aquel entonces era una fuerza electoral del 42%. Hoy, en cambio, se define como peronista sólo el 17%, es decir la mitad, pero el voto por los candidatos del peronismo, como vimos, ha aumentado un 50%. La paradoja es que los peronistas son cada vez menos, pero sus votos son cada vez más.
De acuerdo a ello, hoy parece difícil ganarle al peronismo en el poder si no se cuenta con parte de él como un integrante importante de una coalición opositora.