En las últimas semanas del año el oficialismo avanzó con leyes trascendentes en el Congreso, sin tener la mayoría. El voto de congresales peronistas en sintonía con sus gobernadores, también peronistas, fue clave para Cambiemos. Sin el peronismo dividido, las reformas previsional y tributaria no hubiesen prosperado.
"Dialoguistas" y "opositores". "Es la historia del peronismo, sino acuérdese de Vandor", apuntó José Luis Gioja, exgobernador de San Juan y actual presidente del PJ nacional.
Un repaso de los bloques parlamentarios deja al descubierto la fragmentación peronista. En el Senado, Miguel Angel Pichetto y 24 pares armaron el Bloque Justicialista, que co-existe con el Frente para la Victoria-PJ, con Cristina Fernández de líder, y el bloque de Adolfo Rodríguez Saá.
En diputados, se observa un archipiélago peronista. El FpV-Pj tiene 65 diputados, encarna a la ortodoxia kirchnerista y lo conduce Agustín Rossi. Le sigue el Bloque Justicialista con 19 diputados liderados por el salteño Pablo Kosiner.
Los gobernadores peronistas fogonean este bloque. Después sigue una decena de bloques pequeños. Todos peronistas o aliados del PJ.
La confusión "pan-peronista" no se detiene ahí. El bloque "Federal Unidos por una Nueva Argentina", del masismo, cuenta con 17 diputados, entre ellos, Felipe Solá, Graciela Camaño y Marco Lavagna. De nuevo: todos, también, peronistas.
Cristina Fernández dejó un mensaje de fin de año. Lo hizo en Avellaneda. "Voy a lograr que en diciembre de 2019 haya otro argentino en Casa Rosada".
¿La fragmentación crecerá en 2018?
En los últimos días se vieron movidas en este último sentido. En el centro porteño hubo una cumbre entre el kirchnerista Rossi, los renovadores Solá y Daniel Arroyo, y el siempre inquieto, Alberto Fernández (ligado a Randazzo). Además, el peronismo bonaerense tiene una nueva conducción (Gustavo Menéndez, intendente de Merlo) compartida por todos los sectores que le guiña un ojo a Massa.
También, al calor de la discusión sobre la reforma previsional, se vieron escenas inimaginables como los aplausos del bloque de Rossi a Graciela Camaño, la misma que supo pegarle un cachetazo al kirchnerista Carlos Kunkel.
"La oposición peronista se puede unificar o por un liderazgo indiscutido, que hoy no aparece, o por algún tema, como ocurrió con la reforma previsional. Ese va a ser el gran riesgo de Cambiemos para el año que viene: que el clima de malestar económico no le unifique la oposición", evaluó en charla con Los Andes, el consultor Gustavo Marangoni, de "M&R Asociados".
"Massa es un dirigente de gran valoración positiva en el peronismo más centrista." Gustavo Marangoni, Consultor
Gioja, optimista
José Luis Gioja es optimista. "Me alienta mucho lo que pasó en la provincia de Buenos Aires; se pusieron de acuerdo e hicimos una lista única. Al peronismo hay que reconstruirlo y renovarlo y estoy a disposición de eso. No hay que negarle a nadie nada, puertas abiertas para todos", dijo a este diario. Marcó la cancha, sin embargo:
"Somos oposición y esa es la regla central y dentro de ese espacio hay que moverse. Nosotros no votamos bajarle el sueldo a los jubilados y otros sí porque creen que, bueno, la gobernabilidad y esas cosas. Pero no quiero hacer críticas, acepto ese juego. Lo que no acepto es que digan una cosa y hagan otra", agregó, medio quejoso.
"El diseño institucional argentino le fija a los gobernadores una gran dependencia del gobierno central", recordó el politólogo Andrés Gilio, de "Opina Argentina".
Para Marangoni, "el peronismo más tradicional está en una encerrona. Porque Cristina se consolidó como oposición y lo deja offside si aquél negocia, como si no calificara para encabezar la oposición el día de mañana. A la vez Cristina junta pero para perder", resumió.
Cristina encarna, entonces, una gran paradoja: es la dirigente opositora más encumbrada, y a la vez, es señalada como obstáculo para unir la oposición. "El gobierno cuenta con la ventaja que estando Cristina, el peronismo se ve en dificultades para unirse. Uno no se la imagina a Cristina conduciendo todo el peronismo, pero tampoco se la imagina conducida por alguien", apuntó Marangoni.
La oposición peronista puede unificarse con un liderazgo indiscutido que hoy no aparece. El Gobierno vio esto como una luz amarilla. "A ver si se unifica por obra y gracia nuestra".
"Los gobernadores, con necesidad de tener un entendimiento con el Gobierno, perciben que el liderazgo de Cristina no les garantiza una victoria en las presidenciales.
Pero si no es Cristina, ¿quién puede ser? Por ahora, nadie. El único que se planteó un liderazgo nacional fue Juan Manuel Urtubey, y en las últimas elecciones resultó seriamente dañado. Urtubey o alguien similar tienen otro problema: si querés correrte al centro, esto te lleva a compartir la agenda con el oficialismo. Y, a la vez, se deja vacante todo el espectro de electores que quieren una oposición más dura”.
Cristina Fernández dejó un mensaje de fin de año. Lo hizo en Avellaneda, en un acto de nuevo muy popular, como los que presidió no hace mucho en Tucumán y Santa Fe: "Como militante, como expresidenta y como compañera de Néstor voy a contribuir y lograr que el 10 de diciembre de 2019 otro argentino este en la Casa Rosada. No me importa quién".
En todo este debate "oposición-peronismo" hay grandes actores que se mantienen al margen: José Manuel de la Sota, Massa, Randazzo, Daniel Scioli, Roberto Lavagna o hasta Hugo Moyano, que mira de reojo como la CGT se debate también entre dialoguistas o duros.
"Voy a usar un término bien peronista: están 'balconeando'", dijo Marangoni. "Están viendo de qué manera pararse en este juego", agregó. Advierte el riesgo que corren quienes "aportan a la gobernabilidad": "Ellos te dicen 'bueno, cerré el pacto fiscal, hice la mía'. Lo que ocurre es que en 2019, Cambiemos les va a ir a disputar municipios y gobernaciones y Cristina les puede armar por abajo y poner en riesgo los distritos".
Andrés Gilio, de Argentina Opina, cree que Massa tiene un camino interesante a recorrer. Gioja adelantó a este diario dónde pondrá sus esfuerzos en el último año de mandato partidario.