Sin entrar en el juego sobre la etimología y significado de los términos "indio", "aborigen", "autóctono" o "nativo" o de la perífrasis "pueblos originarios", sobre lo cual se ha escrito largo y tendido apoyando distintas y contradictorias teorías conforme la fuente tomada y la ideología sostenida, considero que es absolutamente erróneo y desacertado haber rebautizado un sector del Parque Gral. San Martín como "Parque de los Pueblos Originarios".
La nueva denominación nada tiene que ver con el sentido o finalidad del predio al momento de ser creado y se enfrenta directamente con el decreto de su concepción y sus fundamentos. Es insólito que se designe equivocadamente al sitio dando la espalda al origen del mismo, a su historia y a los grandes hombres que le dieron vida.
En efecto, existen muchas posturas respecto de si a los primeros habitantes de nuestra tierra se los puede denominar "indios", "indígenas", "aborígenes" o "pueblos originarios", y si bien considero, personalmente, que no existe vocablo que pueda remplazar a las voces "indígena" o "indio" porque poseen una clara fuerza connotativa, acreditada por el uso secular y por ser emanación de nuestra identidad cultural, sí podría hacerse con el giro "pueblos originarios", que es la más reciente denominación con la que se pretende designar a nuestros indígenas, globalmente considerados, sin diferenciación de ningún tipo: ni cronológica, ni geográfica, ni conceptual, ni cultural, lo que implica que si la denominación pretende recordar a nuestros habitantes primigenios, sería también un error.
Muchas cuestiones ideológicas y preconceptos se hallan implicados en torno a estas denominaciones y a la "carga" de cada vocablo -esto es, que aparte de su significado propiamente dicho, poseen también un "sentido", que va más allá del significado mismo-, a lo que se debe sumar que, en relación al término "aborigen", algunos autores consideran que se refiere al primitivo morador de un país, por contraposición a los establecidos posteriormente en él, mientras que otros académicos estiman que significa "sin origen".
Lo anterior viene a colación porque en otra época se denominó al mismo lugar como "Parque del Aborigen", posiblemente porque se encontraba emplazada una estatua de un "nativo americano" adorando al sol.
Pero éste no es ni debiera ser el punto de discusión, toda vez que el "Parque Aborigen" hace referencia y es un homenaje y muestra de la flora propia de nuestro suelo, a la vegetación autóctona; no hace referencia al hombre.
El Parque Aborigen fue creado por Decreto Nº 181 y en sus considerandos expresa claramente la necesidad de completar las exposiciones del parque dotándolo de plantas que permitan al visitante apreciar la flora regional.
Este paseo se inició en 1933 transportándose desde las altas cumbres los enormes cactus que delinearían los senderos y estuvieron a cargo de Dn. Benito de San Martín los trabajos de trazado, nivelación y delimitación de las secciones del predio.
La idea rectora del proyecto fue reunir la mayor cantidad posible de plantas regionales e incluir una sección de cactus.
Se incluyeron ejemplares de jarilla, chilca, molle, piquillín, chañas, alpataco, algarrobo, garabato, retamillo, etc., y se pudo inaugurar el 29 de diciembre de 1933.
Posteriormente se colocó la escultura "Saludo al Sol" de Luis Perlotti, adquirida por la Provincia con fines únicamente ornamentales, pero el enclave nunca hizo o pretendió hacer referencia a algún pueblo americano. Su finalidad no era otra que se conociera la riqueza de la flora autóctona y que se aprendiera a apreciarla.
En la actualidad, desconociendo la génesis y sentido del lugar, se le da una nueva denominación, acorde con los tiempos, lo que no es acertado ni justo, además de constituir un agravio a sus creadores: el honestísimo y eficiente gobernador de Mendoza, Ing. Ricardo Videla y el gran urbanista Benito de San Martín.