El peligro de idolatrar a figuras políticas

En su afán por idolatrar al ex presidente Hugo Chávez, el actual primer mandatario venezolano, Nicolás Maduro, no sólo sigue hablando de pajarito sino que también apoya un Padre Nuestro modificado, enfrentando inclusive a la Iglesia Católica. Una adverten

El peligro de idolatrar a figuras políticas

Todo lleva a indicar que Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, hace todo lo posible para mantenerse como un permanente abonado a las incoherencias. Días atrás las culminó con una defensa acérrima a un Padre Nuestro dedicado a Hugo Chávez y que desató las molestias y las críticas de las autoridades de la Iglesia Católica de ese país.

La lealtad primero y la devoción posterior por quien Maduro considera el "padre" de la revolución bolivariana lo han llevado a adoptar actitudes insólitas.

Así por ejemplo, durante la campaña preelectoral con miras a las elecciones presidenciales luego de la muerte del ex líder, aseguró que Hugo Chávez se había reencarnado en un pajarito que se le apareció mientras se encontraba en una pequeña capilla católica para bendecirlo antes de arrancar con los actos políticos.

Lejos de amedrentarse por las bromas que recibió desde todo el mundo, Maduro insistió con el pajarito durante una fiesta organizada en el Estado natal del difunto funcionario, al cumplirse 60 años de su nacimiento, indicando que "les voy a confesar que por ahí se me acercó un pajarito, otra vez se me acercó y me dijo que el comandante estaba feliz y lleno de amor de la lealtad de su pueblo; debe estar orgulloso", expresó.

Pero ahora Maduro pareció haber caído en el colmo de la insensatez. Respondió con dureza a la Iglesia Católica venezolana por sus críticas al "Chávez Nuestro", argumentando que sólo se trataba de un poema y calificó a los obispos de "inquisidores que odian" al fallecido mandatario.

La Iglesia había advertido que quienes utilicen la versión chavista para rezar al ex presidente cometen el pecado de "idolatría" por atribuir a una persona humana cualidades o acciones propias de Dios, agregando en un comunicado que se respeten las tradiciones religiosas católicas, indicando que "así como a nadie se le permitiría cambiar la letra del himno nacional para honrar a una persona, tampoco a nadie es lícito cambiar el Padre Nuestro o alguna oración cristiana como el Credo".

Maduro pidió entonces a la Iglesia que deje de perseguir al ex presidente, asegurando que "no pudieron derrocar a Chávez, no pudieron con Chávez en vida y ahora lo quieren perseguir en el amor espiritual que le tiene el pueblo" y comparó al "poema" con otras obras escritas por el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el chileno Pablo Neruda.

Las actitudes y expresiones de Nicolás Maduro deben preocupar seguramente a gran parte del pueblo venezolano, pero también deben inquietar a los argentinos.

En primer lugar, porque la actual gestión gubernamental se ha sumado en muchos aspectos a los planteos de la denominada revolución bolivariana y actuó en consonancia con las decisiones que Hugo Chávez adoptó en su momento y con varias iniciativas del actual presidente venezolano.

En segundo término porque también el kirchnerismo es muy propenso a idolatrar a figuras, como sucede con el ex presidente Néstor Kirchner, intentando imponer su nombre a toda obra a inaugurar, como sucedió con una de las represas que se construye en Santa Cruz o la intención de impulsar su nombre a la emblemática ruta 40, la más importante de la Argentina, entre otros tantos centenares de ejemplos a lo largo y a lo ancho del país.

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