El pasado Día de Reyes, tal vez como un efecto simbólico, se inauguró oficialmente la pavimentación de la ruta nacional 145, que conecta a Malargüe con el paso fronterizo El Pehuenche, habilitando con más comodidad y seguridad la conexión de nuestro sur provincial con la ciudad trasandina de Talca, en la Región del Maule.
Como se sabe, esa unión ya estaba en servicio desde hace tiempo, pero el hecho de que ahora el tráfico vehicular transite por una moderna y segura vía pavimentada, le da a la vinculación entre los dos países vecinos un potencial mayor.
Y más aún cuando el principal enlace internacional de nuestra provincia, el paso Cristo Redentor, en Las Cuevas, que sigue siendo el más apto, continúa con una prestación muy saturada, motivo por el cual se mantienen las largas demoras en los trámites aduaneros y migratorios, trabas que probablemente persistirán durante toda la temporada.
Ha sido notable el cambio operado en el último año en esta variante sureña, ya que prácticamente se cuadruplicó el movimiento de gente y de vehículos con respecto a años anteriores, factor al que contribuyó decididamente la pavimentación de la ruta a la frontera, que conforma una vía de comunicación muy segura y emplazada en un valle, sin caracoles ni la altura del Cristo Redentor (casi 1.000 metros menos).
Inclusive el camino (ejecutado por la UTE Chediak-Ceosa) fue premiado recientemente por la Asociación Argentina de Carreteras como la obra vial de 2016.
De acuerdo con datos de la Dirección Nacional de Vialidad, la circulación por el El Pehuenche estuvo el año pasado en el orden de las 157 mil personas y la expectativa es que en 2017 ese valor al menos se duplique.
Sin embargo sigue siendo un paso secundario que no tiene, por el lado argentino, atención aduanera en el lugar, tramitación que se cumple en la localidad malargüina de Bardas Blancas, a 76 kilómetros de la línea divisoria de las dos naciones. Además dispone de un régimen restringido de atención en la Argentina de 9 a 19 (con ingreso hasta las 21) y en Chile de 8 a 18.
Entonces, entre las cuentas pendientes de esta vinculación figuran levantar modernas y funcionales instalaciones en el punto fronterizo e integrar más la unión considerando la posibilidad de habilitar un control unificado con Chile.
Los viajeros anhelan que no se deban esperar décadas para conseguir las tan necesarias mejoras, por lo menos que no pase tanto tiempo como el casi medio siglo que separaron la realidad actual con aquellas modestas y entusiastas reuniones del primer encuentro argentino-chileno de 1967, que impulsaban la habilitación de un camino de conexión entre la VII Región del Maule y el sur mendocino. Un sobreviviente de esos encuentros de los ’60 es el actual intendente de Malargüe, Jorge Vergara Martínez, quien por entonces tenía 26 años.
A propósito de la infraestructura que falta, en el 23er Encuentro del Comité de Integración El Pehuenche, que se desarrolló en diciembre pasado, se fijó el compromiso de ampliar provisoriamente el pequeño centro fronterizo que funciona en el pueblo de Las Loicas (a 105 kilómetros de la ciudad de Malargüe) para enfrentar la temporada estival que está en curso, hasta tanto se defina dónde y cuándo se construirá una sede definitiva.
Saludamos entonces estos progresos en la unión de la Argentina con Chile. Pero habrá que evitar dormirse en los laureles y comenzar a construir la infraestructura que falta; y en un futuro mediato abordar la fase productiva habilitando el uso del lugar al transporte internacional de cargas. Hay que conceder la importancia que tiene el paso sureño, parte de un corredor bioceánico que posibilitará en un tiempo cercano unir los puertos de Bahía Blanca con el de Concepción, en Chile. Esto permitirá mejorar el intercambio turístico y comercial entre ambos países, favoreciendo la exportación entre el sudeste asiático y los países del Mercosur.