Este diario se ocupó varias veces sobre los riesgos en insistir en el adobe o tapia y la quincha como materiales utilizables en la construcción. Más propiamente podría decirse el usar el "suelo" (la denominación correcta) como material para el levantamiento de muros, lo que representa un importante desafío ingenieril, pues este material es fácilmente disgregable, es decir, la cohesión que mantiene unido a los distintos componentes es baja, en comparación con otros materiales de construcción.
La ingeniera Graciela Maldonado, directora del Centro Regional de Desarrollos Tecnológicos para la Construcción de la UTN-Mendoza, fundamenta que "la tierra no es un material sismorresistente". En tanto, el ingeniero José Gómez Voltan, integrante del grupo de Investigación "Historia y Conservación Patrimonial" del Incihusa-Conicet-CCT-Mendoza (ex Cricyt), describe el peligro de insistir con el adobe. Este equipo acredita 20 años estudiando este tipo de construcciones, no para su uso en obra nueva, sino para la consolidación estructural en edificios históricos de valor patrimonial (un alto porcentaje son de tierra).
Las prevenciones que formularon los dos profesionales tienen que ver con la necesidad de profundizar las reglamentaciones provinciales y nacionales que desde hace tiempo prohíben el adobe como material para la construcción de muros en las edificaciones y en las fundaciones de edificios.
Se define que en toda reglamentación hay un "piso de seguridad", esto es, valores límites a adoptar en una construcción. Sobrepasados estos parámetros se ingresa en una zona de frontera en la cual la obra comienza a ser insegura, tanto más cuanto más forzamos esos límites.
Con lamentable frecuencia, por desconocimiento de lo que significa un reglamento, la especulación inmobiliaria o la falta de escrúpulos de ciertos profesionales intervinientes, se toman estos valores límites como parámetros de trabajo, desvirtuándose así el objetivo del reglamento, dejan de ser "valores de piso" para ser "valores de trabajo". Esta situación en el caso de la tierra es particularmente peligrosa.
Proyectar, diseñar y calcular estructuras de edificaciones de tierra es complejo, mucho más que con materiales tradicionales como ladrillo y hormigón. Ello se debe a las características inherentes del suelo, en particular su cohesión, y la altísima variación de los tipos de suelo que podemos encontrar.
Es decir, se producen obras en la frontera con la inseguridad. Esta situación, en el caso de la tierra es particularmente peligrosa.
Estas y muchas otras reflexiones sobre la vulnerabilidad del adobe (baste recordar los daños y desgracias personales que causó el sismo del 26 de enero de 1985), tienen que ver con la posibilidad de que se autorice un "Reglamento de construcciones sismorresistentes de tierra mejorada", elaborado por el municipio de Luján de Cuyo.
Pero en descargo de que se interprete esta iniciativa para construir o ejecutar casas o edificios, la comuna sureña sostiene que su propuesta se debe a la falta de una reglamentación para atender a construcciones de tierra cruda en el marco de la protección del patrimonio histórico o cultural del departamento y la provincia, o el mantenimiento de edificios comunes hechos con esa técnica.
El equipo de Conservación Patrimonial del Conicet sostiene que la iniciativa de Luján debe estudiarse con sumo cuidado y no aprobarse sin un consenso general.
Ningún reglamento se ocupa cabalmente del tema del mantenimiento. Y lo cierto es que las construcciones de tierra requieren de un mantenimiento periódico, mucho más frecuente que otro tipo de construcciones.
Los profesionales de la construcción, en las carreras de grado de ingeniería y arquitectura del país sostienen que no se enseña a diseñar y calcular con realización de prácticas constructivas y evaluación de patologías de construcciones de tierra. Menos aún en las escuelas técnicas.
Es decir, los arquitectos, ingenieros y maestros de obra no reciben formación en el tema: los procedimientos adquiridos para otros materiales no son extrapolables al material suelo, el motivo es simple, la tierra no se comporta como el hormigón armado, el acero o la madera.
Por lo tanto, aquel profesional que desee diseñar, calcular y construir edificio de tierra debe recibir formación complementaria, que por ahora no se cuenta ni en cantidad ni en calidad.