Alfredo Cornejo trató de sacarle el mayor rédito posible a la reciente reunión del Mercosur que tuvo como sede a Mendoza. La provincia fue el centro de atención internacional durante varios días, especialmente por las posibles medidas que el bloque podría aplicar a uno de sus miembros, Venezuela, por las actitudes antidemocráticas de su presidente, Nicolás Maduro, y también fue eje de la noticia cuando la declaración light debilitó las expectativas.
El gobernador mendocino participó en todos los debates, se contactó personalmente con las máximas personalidades de la región e impulsó en forma permanente que Mendoza sea el eje por el cual se puede derivar el intercambio de un posible acuerdo entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. No conforme con ello, el mandatario provincial trabajó con las autoridades chilenas en la búsqueda de acuerdos para solucionar los problemas que siguen afectando a la gente en los pasos fronterizos.
Si nos atenemos a los anuncios realizados, no quedan dudas de que se ha avanzado bastante en lo relacionado con el paso a Chile. Según se indica, hay obras contempladas para ejecutar en un plazo de cuatro años y que consisten en la posibilidad de ampliación del túnel de caracoles, para la circulación de vehículos particulares; la intención de concretar una doble vía entre la Curva de la Soberanía y Las Cuevas; la construcción de cobertizos, ampliaciones en distintos lugares, entre ellos la Curva de Guido, el ensanchamiento de la ruta 40 hasta Potrerillos y la construcción de una ruta desde Palmira hasta la ruta 7 en Luján.
Finalizada la Cumbre del bloque, el gobernador decidió viajar a Chile para reunirse con el intendente de la Quinta Región (Valparaíso), con el objetivo de evaluar soluciones de corto plazo para el paso internacional. Decidió hacerlo por tierra hacia el vecino país, a los efectos de evaluar in situ los inconvenientes. Hubo coincidencias entre los funcionarios en el sentido de que las relaciones son relevantes y conversaron sobre las tareas de realizar.
Sin embargo, cabría consignar que no todo pasa por inversiones en obras, que son necesarias y fundamentales, pero no significan una solución concreta, porque los hechos determinan que en muchos de los casos no todo se centra en el plano de la infraestructura, sino en el funcionamiento de los sistemas fronterizos. A modo de ejemplo, podríamos señalar que en los últimos días el paso estuvo interrumpido por situaciones climáticas -comprensibles, por cierto- pero también porque un día se cayó el sistema informático en Los Libertadores y otro día no hubo energía eléctrica en el mismo sector.
Y en verano, cuando se multiplica el paso de argentinos y chilenos hacia uno y otro lado de la cordillera, los sistemas fronterizos se ven colapsados y la gente debe esperar hasta 8 horas para concretar sus gestiones, soportando el frío, la carencia de oxígeno y hasta problemas sanitarios. Dentro de ese esquema también, cabría recordar que en su momento, un ex presidente chileno señaló que desde las más altas autoridades se bajaban instrucciones para acelerar el paso, pero que las mismas se perdían en los intrincados pasos que deben concretarse en los distintos organismos, como Aduana, Migraciones y el Servicio Agrícola Ganadero.
Es valiosa la gestión que está desarrollando el gobernador pero tanto él como las autoridades nacionales y el embajador argentino en Chile -José Octavio Bordón- que conocen el problema, deben insistir en el tema, más aún cuando para enero está prevista la visita del Papa Francisco a Santiago de Chile y se estima que un millón de argentinos intentarán participar de las ceremonias.