Fue (y es) presidente del radicalismo nacional, también el principal opositor interno del macrismo dentro de la coalición Cambiemos, pero -no obstante todo ello- en Alfredo Cornejo durante estos cuatro años predominó la vocación provincialista. Fue más gobernador que otra cosa, por temperamento, por vocación, por necesidad política. Es lo que siempre le gustó ser, es donde su estilo personal de manejo del poder coincide más con lo que se requiere objetivamente. Pero a partir de esta semana, cuando alcanzó el pico máximo hasta ahora de su carrera, deberá adentrarse en terrenos donde tendrá que rehacerse personal y políticamente, porque se encontrará con muchas tareas que no son las que más le gustan. El caudillo institucional, esa invención mendocina, deberá ser a partir de ahora un poco menos caudillo, e institucional de otro modo, tanto como se diferencia Mendoza del resto del país.
Aunque no puedan decirlo, los radicales se van preparando para ser oposición en la Nación a partir de diciembre, salvo que ocurriera un milagro en el cual casi ninguno de ellos cree. Sin embargo, para un partido que ha vivido mucho más tiempo siendo oposición que oficialismo, esto no es necesariamente una mala noticia. En particular porque para el radicalismo será un terreno propicio que no vivió nunca: Es que aún perdiendo las elecciones, si entre el 27 de octubre y el 10 de diciembre no explota nada, ocurrirá algo que nunca aconteció: que el peronismo va a comenzar a gobernar continuando a un gobierno no peronista que, a pesar de la crisis económica, quedará mucho mejor parado que sus antecedentes, Alfonsín y De la Rúa. Devendrá una oposición que desde el primer día será alternativa de gobierno si al justicialismo le va mal. En particular, si Cambiemos sobrevive como coalición.
Y hoy la mayoría de los radicales, incluyendo a Cornejo, quieren que el frente político prosiga aún desde la oposición. Pero, y se trata de un pero importante, salvo Mario Negri y algún que otro radical muy aislado, ningún correligionario aceptará ya nunca jamás de los jamases que Elisa Carrió y el macrismo de paladar negro sigan colocando en una posición secundaria al radicalismo. Es más, ni siquiera les interesa que Carrió siga junto a ellos, porque hay casi unanimidad en el radicalismo que la dama no los quiere y que ellos no quieren a la dama. Y que en eso no hay marcha atrás. "Con Carrió adentro Cambiemos dura un mes y medio", dice un radical muy influyente a nivel nacional.
Ahora bien, si se superase ese obstáculo y Cambiemos siguiera, hoy por hoy el radicalismo no sólo quiere que no lo ninguneen, sino que aspira a conducir la coalición. Y para ello Cornejo es un candidato muy pero muy potable.
Quien, sin embargo, deberá comenzar por superar su primera interna en cuanto se vuelque enteramente a la Nación: es que se está estructurando una corriente radical que sin ser anticornejista, quieren ponerlo a prueba. Se trata de un grupo liderado por el gobernador jujeño Gerardo Morales, Mario Negri, Jesús Rodríguez y Daniel Salvador, el vice de María EugeniaVidal, entre otros. Son radicales prestigiosos a los que no les gustan los principales aliados actuales de Cornejo: Martín Lousteau, “il divo” y el radicalismo capitalino de Enrique “Coti” Nosiglia.
Lousteau despierta un gran recelo entre esos radicales, por razones que las dicen sin pelos en la lengua: "Martín es alguien frente al cual el negocio es comprarlo por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale; es un señor encantado de conocerse, como casi todos los economistas estrellas que cuando pasan a la política lo hacen trayendo consigo dosis enormes de vanidad".
Lo cierto es que entre Cornejo y Lousteau hace tiempo que existe una seducción mutua porque los une una igual ambición de poder y una tirria compartida contra Macri y sobre todo contra el macrismo puro de los Peña. Tienen iguales enemigos internos y han formado una pareja política que no es bien mirada por los radicales de prestigio, quienes están pensando en una solución de compromiso: que Morales lidere el partido radical y Cornejo la bancada de diputados. Para a partir de allí establecer una alianza férrea con el PRO tras la figura de quien más estiman: Horacio Rodríguez Larreta, que creen entiende de política, viene del peronismo y está rodeado de muchos peronchos o experonchos racionales e inteligentes como Fernando Straface y Diego Santilli.
O sea, ya desde el primer día Cornejo deberá decidir si continúa o no en Cambiemos y cual alianza interna elige o si es capaz de mediar colocándose por arriba de todas.
Lo bueno, dicen los que lo conocen, es que Cornejo tiene ganas, quizá por primera vez, de protagonizar el desafío nacional, aún sabiendo que deberá cambiar muchas cosas en su modo de hacer política. Muchos le critican que en estos años fuera un gran gobernador pero que a la presidencia partidaria le llevó apenas el apunte imprescindible. Creen, además, que lo que le sirvió para tener éxito provincial, no le servirá a nivel nacional, ya que su estilo de conducción es muy vertical y personalista, mientras que el radicalismo es un partido muy horizontal que necesita jefes que apuesten más al consenso que a la gestión inconsulta. "Al radicalismo se lo lidera abrazándolo y no retándolo", dicen los filósofos del tradicional partido.
Contra los Ceos eficientistas y antipolíticos de Macri, Cornejo quiere expresar al político de la voluntad, con más prepotencia que carisma. Y quiere hacerlo con Larreta, Vidal, Monzó, Frigerio, con Pichetto quizá y con todo el radicalismo unido.
A diferencia de los radicales más doctrinarios o “progres”, el gobernador mendocino comparte profundamente el ideario de Cambiemos, al cual ve como el sitio donde todo el antipopulismo se dio cita y debe seguir haciendo, para que, entre otras cosas, no pase lo de 2011 donde la oposición se dividió en mil pedazos.
Desde esa lógica, la gran crítica que le hace a Macri es que él expresó un proyecto mucho mayor, que excede a su persona, pero que creyó que el proyecto era él y con eso empequeñeció todo. Con esa intención, la de engrandecer un proyecto empequeñecido, Cornejo va hacia las ligas mayores de la Nación, tratando de agrandarse él también. Con un Cambiemos con todos pero con poco de Lilita y Macri.