Con rincones detenidos en el tiempo que remiten a un pasado de esplendor, Buenos Aires posee joyas arquitectónicas y deliciosos tesoros que merecen ser (re) descubiertos y disfrutados.
Aquella ciudad con la que Jorge Luis Borges revelara tener un amor celoso y que a Manuel Mujica Láinez se le escapaba de las manos, invita a ser caminada una y otra vez. En esta nota presentamos 5 puntos en el microcentro porteño que evocan esta metrópolis de antaño.
1. El Convento San Ramón Nonato (Reconquista 269)
El Convento San Ramón Nonato, en pleno distrito financiero porteño, engaña al visitante con su pequeña puerta bajo un letrero sobrio pero, al cruzar ese umbral, un hermoso y silencioso jardín es el resguardo ideal ante el bullicio urbano que se extiende del otro lado, sobre la calle Reconquista.
Este oasis se rodea de una galería donde tiendas de antigüedades, restaurantes y una pequeña librería se convierten en un valor agregado a este pintoresco lugar. En el medio del jardín, una pequeña iglesia recuerda el aspecto sacro de este sitio histórico.
Se cree que el convento fue fundado en el siglo XVII, y en los años posteriores ha sido silencioso testigo del devenir porteño y sede de diferentes instituciones como la Orden de la Merced, la Sociedad de Beneficencia y la oficina de Acción Social.
En la actualidad, el Convento vive sus horas más ajetreadas durante los mediodías, cuando los oficinistas de los edificios vecinos almuerzan en algunos de los tres restaurantes -con convenientes propuestas de menú ejecutivo- que alberga este pulmón de manzana.
2. Galería Güemes (Florida 165)
Inaugurado en 1915, este edificio de 14 pisos y 87 metros de alto fue considerado el primer rascacielos porteño. Con una elegancia que desafía las modas y el paso del tiempo, hoy sus cúpulas de vidrio, sus detalles de broncería y mármol y sus antiguos ascensores, siguen quitando el aliento a quien sabe apreciar su perpetua belleza.
El edificio, un genuino exponente del art nouveau que ha sido declarado Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad de Buenos Aires, fue proyectado y realizado por el arquitecto italiano Francisco Gianotti. La galería, que contaba con teatro, locales comerciales, salón de eventos, oficinas y departamentos, rápidamente se convirtió en un lugar de encuentro de la sociedad de aquella época.
Julio Cortázar describió al pasaje en su cuento El Otro Cielo, como “(…) caverna del tesoro en que deliciosamente se mezclaban la entrevisión del pecado y las pastillas de menta, donde se voceaban las ediciones vespertinas con crímenes a toda página y ardían las luces de la sala del subsuelo donde pasaban inalcanzables películas realistas”
La Galería Güemes albergó a personalidades como el autor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, que alquilaba uno de los departamentos del sexto piso, y la sala de teatro presentó conciertos del ícono argentino Carlos Gardel.
Desde 2013 puede visitarse el mirador que se ubica en el último piso; aunque ya no es el rascacielos más alto de la ciudad, ofrece una hermosa postal a 360° del centro porteño. Se puede admirar el vasto Río de La Plata. Si el tiempo acompaña, en un día claro se ve hasta la costa uruguaya.
En el pasaje peatonal de la planta baja y que une las calles Florida y San Martín, se albergan diferentes tiendas. Sin embargo, el Bar Boston City -situado aquí desde 1962 y nombrado Café Notable de la ciudad- invita a una pausa mientras se disfruta de una bebida en su animada barra.
www.galeriaguemes.com.ar
3. El Palacio Barolo (Avenida de Mayo 1370)
Realizado por el arquitecto italiano Mario Palanti a pedido del empresario textil Luis Barolo, ambos admiradores de Dante Alighieri y su Divina Comedia, el majestuoso palacete ofrece innumerables referencias a esta obra literaria. Ejemplo de ello es la división en tres partes -infierno, purgatorio y cielo-, al igual que los textos del poeta italiano.
Pero las coincidencias no terminan aquí: el palacio posee nueve bóvedas de acceso que encarnan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales, mientras que el faro simboliza los nueve coros angelicales.
Los 100 metros de altura del edificio representan los 100 cantos de la obra de Dante, mientras que sus 22 pisos aluden a las estrofas de la Divina Comedia.
Inaugurado en 1923, en aquel momento se proclamó el edificio más alto, no sólo del país sino de América del Sur. Por supuesto que ya no conserva el título, pero su ecléctico estilo aún sorprende a los visitantes e hipnotiza por su belleza. Tras años en desuso, su faro -aquél que en 1923 anunciara el resultado de la histórica pelea de box por el título mundial de peso pesado entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey- volvió a funcionar en 2009.
palaciobarolo.com.ar
4. Confitería La Ideal (Suipacha 384)
Una majestuosa entrada y una llamativa escalera de mármol dan la bienvenida a la Confitería La Ideal, sobre la calle Suipacha. El edificio donde este centenario café se ubica es un exponente de la belle époque porteña y nos lleva al pasado esplendoroso que durante el siglo pasado vivió la capital.
Ya sea como un reflejo de un imperio en decadencia o teñido de una melancolía tanguera, el mobiliario que llena el inmenso salón con vitrinas de cristal biselado que hoy resguardan juegos de porcelana en desuso, vistosas arañas francesas, paredes cubiertas de madera y vitrales checoslovacos, nos muestra la Buenos Aires de otra época, una que el tiempo y la historia desdibujaron pero que aún se hace presente en sitios como estos.
Antaño lugar de encuentro para las señoritas que trabajaban en las oficinas de la zona, esta casa de té las recibía cada día con sus famosas masitas y su budín inglés.
Se dice que los sábados por la tarde se celebraban despedidas de soltera. Por su salón, que alberga milongas hasta la actualidad, pasaron presidentes, escritores, pintores y la burguesía de aquella época haciendo de esta confitería un prestigioso punto de encuentro para la sociedad de ese momento.
Al día de hoy, la lista de celebridades que han pasado por aquí incluye personalidades internacionales y contemporáneas como Madonna, Yoko Ono, Sting y Robert Duvall. De hecho, fue La Ideal el escenario de películas como Evita de Alan Parker y Tango, de Carlos Saura. Pero, por sobre todo, esta confitería es el epicentro donde se inmortaliza nuestra belle époque.
5. El Pasaje de la Piedad (Bartolomé Mitre 1585)
En el corazón de la capital argentina, en el porteño barrio de San Nicolás, a pocas cuadras del Obelisco, se acurruca como un niño que, jugando a las escondidas, ha evitado envejecer: uno de los rincones más singulares de la Ciudad de Buenos Aires: El Pasaje de la Piedad. Si tiene algunos minutos de sobra en la ciudad, encamine sus pasos, dispuesto a disfrutar un momento mágico, hacia la esquina de Bartolomé Mitre y Paraná. El sitio fue declarado a fines del siglo pasado como objeto de custodia por la Oficina de Áreas de Protección Histórica de la Ciudad de Buenos Aires.
Apenas se traspone la intersección de estas calles, nos sorprende la curiosa mezcla de estilos de la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad del Monte Calvario, popularmente conocida como la Iglesia de La Piedad -un lugar cuya visita merece una nota aparte- y enfrentándola, un pasaje en “U” que nace y muere sobre la misma cuadra de la calle Mitre y que hace mucho se llamó igual.
Construido en terrenos de Don Jorge Atucha por su yerno Arturo Gramajo, quien después fue también intendente de la Ciudad de Buenos Aires, varios arquitectos se disputan su curiosa geografía, entre ellos Nicolás y José Canales, y Juan A. Buschiazzo.
Lo cierto es que hacia 1910 se encontraba este paseo dando aires a poco más de un centenar de inmuebles, algunos con fachadas comerciales sobre la calle Mitre y otros exclusivamente sobre el mismo pasaje. Sus curiosas arquitecturas, mezcla de estilos afrancesados e italianizantes, nos transportan a otra época y desde las arcadas de sus portales parecen atisbarnos personajes de novelas de misterio.
No en vano su curvilíneo diseño ha servido de escenario a películas protagonizadas por actores como Santiago Gómez Cou, Jorge Salcedo, Diana Maggi, Palito Ortega, Violeta Rivas, Graciela Borges, Alberto de Mendoza, Sandro y últimamente Robert Duvall, el actor norteamericano que escribió, dirigió y actuó, junto a su esposa, la argentina Luciana Pedraza, el filme Assassination Tango.
Sumergido en la arquitectura del pasaje, se encuentra también el Teatro de la Piedad, por cuyo escenario han recitado sus textos figuras emblemáticas de las tablas argentinas, como Alfredo Alcón y Libertad Lamarque.
Si el caminante se interna en esta breve curva de mágico ambiente, si se deja llevar por la atmósfera de quietud que se asoma de sus magníficas puertas de maderas lustrosas, suspendidas sobre los adoquines, dicen que puede verse al fantasma de Alberto Olmedo, antiguo habitante del lugar, bajo el arco de un portal, sonriendo impasible y pensativo, al inmutable pasaje.