Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
Es cierto que gran parte del éxito del paro de actividades realizado por un sector del sindicalismo estuvo dado por el hecho de que adhirieron los gremios de transporte. Pero no es menos cierto que, por más que la Presidenta de la Nación haya hecho público su enojo y que los funcionarios nacionales hayan intentado minimizar la situación, la medida de fuerza golpeó fuerte en el Gobierno.
Es muy factible también que algunos cambios de actitudes de parte de alguno sindicalistas -el más evidente fue el de Antonio Caló, titular de la central obrera “oficialista”- esté anticipando un acercamiento entre la dirigencia, que buscaría agruparse pensando más en el gobierno que viene, por encima del que se va.
Resulta muy difícil explicar que la dirigencia sindical realice un paro de actividades a un gobierno peronista. Esencialmente porque siempre se consideró al sindicalismo como la columna vertebral del movimiento, pero de las declaraciones de algunos gremialistas como de lo señalado por algunos integrantes del Ejecutivo nacional, pareciera que aún quedan resabios de aquellas diferencias que mantenían en la década de 1970 entre la patria peronista y la patria socialista, una situación que se ha profundizado durante la gestión de Cristina Fernández.
El sindicalismo, que realizó 13 paros generales al gobierno de Alfonsín, ya efectuó cuatro a la gestión kirchnerista y, más aún, ha advertido que si no se producen cambios, lo repetirán.
De todos modos, si nos atenemos a los resultados -exitosos según la dirigencia- de la última jornada de protesta, es difícil que insistan en razón de que la reiteración en escaso tiempo de medidas de este tipo desgasta a la dirigencia y hace perder fuerza en lo que a adhesiones se refiere.
A diferencia de la política seguida por Néstor Kirchner, Cristina profundizó las diferencias con el gremialismo.
Néstor tenía una relación muy aceitada con el sindicalismo “duro” que encabezaba Hugo Moyano, con diferencias marcadas sólo en hechos puntuales, como cuando en un acto público el camionero dijo que algún día un trabajador podría ocupar el Sillón de Rivadavia y la respuesta de Cristina -impulsada por Néstor- fue que ella también fue y es trabajadora.
Pero durante la gestión de Cristina esa brecha se acentuó. Impulsó la división de la CGT y logró que fueran cinco las centrales obreras existentes en el país. De todos modos, aquel refrán que indica que “divide y triunfarás” no se cumplió a rajatabla en este caso y, tarde o temprano, los sindicalistas van volviendo a su redil.
El paro
A pesar de que el gremialismo se esmeró en aclarar que el paro del martes tenía muchas motivaciones, lo que quedó en la consideración de la gente fue que se realizaba en contra del impuesto a las Ganancias a los salarios de los trabajadores.
Sobre ese aspecto intentó centrar la opinión el Gobierno para desactivar o diluir la medida, pero los caminos que buscó no fueron los correctos. En primer lugar, porque dejó que un “no peronista”, como Axel Kicillof saliera a decir que el impuesto a las Ganancias “lo puso Perón”, cometiendo un error histórico y enervando a los dirigentes que aseguraron que Perón nunca hubiera considerado “millonario” a un trabajador.
No sólo eso sino que el ministro manifestó desconocer cuántos pobres hay en la Argentina, mientras avalaba las afirmaciones de la presidenta de la Nación en el sentido de que nuestro país tiene los salarios más altos de América Latina.
“También tiene la inflación más alta y nadie dice nada”, respondió un dirigente sindical, quien se planteó la pregunta de que si con los 5 mil pesos mensuales que cobra “el 80 por ciento de la población, una familia puede vivir con cierta dignidad”.
Lo cierto es que la brecha que el Gobierno intentó generar en la población entre los trabajadores “ricos” y los “pobres” no le dio los resultados esperados y, por el contrario, generó que algunos sindicalistas leales, como el titular de la CGT Azopardo y afín al Gobierno, Antonio Caló, no adhiriera a la huelga, pero dejara en libertad de acción a sus afiliados para sumarse o no.
Las declaraciones posteriores a la medida de fuerza fueron la muestra clara de que el paro le dolió al Gobierno.
La jefa de Estado utilizó una nueva cadena nacional, la 11ª en lo que va del año, para fustigar a los trabajadores que adhirieron a la medida utilizando términos duros, tratándolos de oligarcas, de no ser solidarios y de “no querer dar un poquito de su sueldo para otros compañeros”.
Inclusive utilizó una frase de Eva Perón cuando dijo que “le tengo más miedo al frío de los corazones de los compañeros que se olvidan de dónde vinieron que al de los oligarcas”, agregando que le dolía la actitud de aquellos que lograron un trabajo más remunerado y se olvidan de los que están fuera del trabajo o todavía no ganan lo suficiente”, intentando profundizar la brecha entre los que ganan mucho y lo que ganan poco.
En los 30 minutos de la cadena, Cristina también se refirió a los dirigentes, destacando que si hubiera habido trenes, colectivos y subtes hubieran ido todos a trabajar”; dijo que todos tienen derecho a ser opositores pero no a presionar a un gobierno, y desafió a los sindicalistas a presentarse a las elecciones, “pero no llevar actitudes que hacen mucho mal a los trabajadores”.
El paro también marcó diferencias dentro del propio oficialismo.
En ese marco, mientras Daniel Scioli decidió no expresarse públicamente, el ministro del Interior aprovechó el momento para demostrar su alineamiento absoluto con Cristina al afirmar que fue un paro realizado “por sindicalistas ricos en contra de los trabajadores más humildes”, y dijo que esos dirigentes “cobran cinco o seis veces más que los trabajadores a los que no dejaron trasladarse”.
En diciembre del año pasado, ante el anuncio de un paro de actividades, también por Ganancias, la presidenta de la Nación desactivó la medida de fuerza al anunciar que el impuesto no alcanzaría al aguinaldo.
Pero ahora no tuvo posibilidad de anuncio, lo que generó que la medida se llevara a cabo.
Con un agravante: por más que se lo propuso, el Gobierno no logró que la gente se sumara a la discusión de la brecha entre salarios de ricos y de pobres.
Por otro lado, resulta difícil que en los próximos días la dirigencia sindical adopte nuevas medidas de fuerza, como es factible también que, en una fecha más cercana a las elecciones, el Gobierno formule algún tipo de anuncio sobre la elevación del piso para aplicar el impuesto.