La huelga de camioneros brasileños contra el aumento del precio del diésel comenzó a ceder ayer después de 9 días de bloqueos que paralizaron a la mayor economía de América Latina y sacudieron a su cada vez más impopular gobierno.
Con menos protestas en las carreteras y una mayor salida de combustibles desde las refinerías, los micros y camiones de transporte de mercaderías iniciaron un progresivo regreso al trabajo, pese a que aún se registraba un gran número de bloqueos en todo el país.
Las discrepancias entre gremios de camioneros mantenían ayer con vida este paro, que asestó un fuerte golpe al debilitado gobierno de Michel Temer, quien por su parte el domingo pasado cedió a gran parte de sus reivindicaciones con la economía del gigante sudamericano al borde del colapso.
En Río de Janeiro, donde casi todas las estaciones de servicio permanecieron cerradas durante varios días, se comenzaron a recibir ayer algunos envíos de diésel. Centenares de camiones con alimentos entraron también en la ciudad, que comenzaba a quedarse sin productos frescos en los estantes.
Unos 150 camiones llegaron escoltados por el ejército a un mercado de abasto del norte de Río. "La situación es crítica todavía. No hay mucha mercadería y también está más cara. La recuperación será lenta", dijo Betinho Rodrigues, un comerciante que compraba tomates para luego revenderlos.
Igualmente, las escuelas públicas de Río de Janeiro, que permanecieron cerradas, reabrieron ayer.
En el estado de San Pablo, la gran terminal petrolera de Ribeirao Preto volvió a funcionar después de que los camioneros levantaran el bloqueo. En la capital financiera del país, las estaciones de servicio comenzaban a ser reabastecidas mientras largas filas de autos aguardaban su turno.
Pesadilla para viajeros
A pesar de esos cruciales avances, el transporte continuaba paralizado en gran parte del país ayer, afectando a su importante industria agropecuaria y convirtiendo los desplazamientos cotidianos en una pesadilla para millones de personas.
Diez aeropuertos seguían sin combustible para la aviación, informó la administradora Infraero.
La prolongada huelga no ha terminado totalmente pese a que Temer anunció el domingo una reducción de 46 centavos de real por litro de diésel durante 60 días, entre otras medidas. Ante la persistencia de centenares de bloqueos, el jefe de gabinete, Eliseu Padilha, denunció el lunes la presencia de personas que "se infiltraron en el movimiento con objetivos diferenciados, esencialmente políticos".
La crisis complica un poco más el panorama de las elecciones presidenciales de octubre próximo, en la cual ningún candidato favorable a las políticas de ajuste fiscal preconizadas por el gobierno figura entre los favoritos.
La huelga contra el aumento de los precios del diésel impactó en todos los sectores de un país que, como Argentina, carece de una red ferroviaria importante y donde el 60% de los transportes de mercaderías se realiza con camiones. Se vieron afectados el aprovisionamiento de combustibles y alimentos, el envío de medicamentos para hospitales y de raciones para las explotaciones agropecuarias y los criaderos, donde murieron millones de aves en los últimos días.
La Asociación Brasileña de Comercio Exterior (AEB) estimó que a causa de la paralización dejaron de exportarse productos por 1.000 millones de dólares.
Las acciones de Petrobras subían en torno a un 10% en la Bolsa de San Pablo, recuperando parte del terreno perdido el lunes, cuando se derrumbaron un 14% por las concesiones hechas por el gobierno brasileño a camioneros en huelga.
Aun con esas ganancias, la petrolera estatal registra pérdidas de más de 20% desde el inicio de la semana pasada, cuando se desencadenó el movimiento de camioneros contra su política de precios.
Según analistas, la recuperación de ayer se debe en parte a las garantías del gobierno de que compensará las pérdidas que podrían causar a los inversores las rebajas de precios acordadas a los huelguistas.
Subvenciones riesgosas
El impacto de las nuevas subvenciones para ayudar a Petrobras a mantener sus márgenes será de 9.500 millones de reales (U$S 2.500 millones), que pueden comprometer las metas fiscales y la credibilidad del gobierno.
Ayer, el ministro de Hacienda, Eduardo Guardia, afirmó que el Ejecutivo no contempla subir otros tributos para compensar la reducción del diésel.
Para completar el cuadro, la Federación Única de Petroleros (FUP) convocó a un paro de 72 horas a partir de hoy, exigiendo la reducción de los precios del gas de cocina y de los combustibles, el fin de las políticas de cesiones de activos de la empresa a firmas extranjeras y la renuncia del presidente de Petrobras, Pedro Parente, "quien con el aval del gobierno de Michel Temer sumió al país en una crisis sin precedentes", afirmaron.