Aguas cálidas bañando las arenas. Surfistas a lo lejos desafiando las olas. Bebidas pasando de mano en mano. Fiestas sin control con personas de muchos países. Ésas eran imágenes que ilustraban al famoso balneario de Montañita, en Ecuador, pero desde el domingo 28 de febrero se sumó una que cambió todo.
A través de la visión de muchos mendocinos que han visitado el lugar, Los Andes reconstruye acá un retrato de cómo era este pequeño pueblo antes del asesinato de Marina Menegazzo y María José Coni. Ubicado en la región ecuatoriana de Santa Elena, se encuentra al noroeste de Guayaquil bordeando la costa del Océano Pacífico.
El acceso es por tierra y en pocas horas se pueden cruzar los 200 km que lo separan de Guayaquil pagando 6 dólares el pasaje en buses que salen con alta frecuencia. Tan cercano a la mitad del mundo, es cálido aún por las noches y sus playas son muy disfrutadas por eso.
Entre calles de tierra, el pequeño centro se esparce entre la costa y la “montañita” de los bordes. Las construcciones rústicas de madera, caña y paja alternan con las comodidades de hospedajes (la mayoría hostels), locales comerciales y bares. La calle principal está rodeada de artesanos y como casi no se acepta tarjeta de crédito, hay algunos pocos cajeros automáticos. En esta “meca” del turismo joven se consigue hospedaje por menos de 10 dólares y se come bien con 4 dólares.
Agostina Petrich (25) pasó por allí en enero de 2013 con otras 4 chicas en un viaje que incluyó Cusco, Lima y Guayaquil. En bus llegaron a este pueblo costero que les pareció más seguro que otros: “Iba mucha gente todo el tiempo. Re buena onda; era muy improvisado y la gente te ofrecía habitaciones improvisadas en su casa, como arriba de un piso. Además era barato y la comida era abundante”.
En cuanto a sus fiestas, ilustra que “los bares abrían desde temprano; en la tarde se ponían los puestos ambulantes y te ofrecían tragos. El alcohol y la cerveza eran muy baratos”. Lo curioso era que no se podía vender alcohol durante los domingos y ése era el único día en el que todos andaban sobrios, a raíz de los fuertes controles policiales.
A principios de 2015, Cristian Bruno conoció Montañita con un grupo de 10 amigos: “La verdad, nos pareció muy atractivo por ser barato y por haber mucha gente de Argentina”. Él lo recuerda como un lugar con muchas libertades, jóvenes y playa.
“Compramos una excursión hasta playas cristalinas donde nacían tortugas. Te ofrecen varias cosas como snorkel y avistaje”, enumera. Ellos preferían festejar en “La calle de los cócteles” o en la playa y, referido a la seguridad, contó que a una chica de Holanda le abrieron un bolso pero que ellos no tuvieron problemas. “Desde Guayaquil nos advirtieron de no comprar boletos truchos, tener cuidado con los bolsos, no caminar solos”, recuerda.
Un tema que se ha comentado mucho es la oferta de drogas en el lugar y Petrich concuerda con ello: “Me ofrecieron ‘Happy brownies’. Si vos querías, los encontrabas por todos lados”. Bruno resalta que había más que marihuana: “Un flaco estaba interesado en una de las chicas y ofrecía drogas más pesadas como LCD y químicos. Afortunadamente éramos un grupo bastante sano”.
Turismo joven
Montañita comenzó como un pueblo más de pescadores pero tomó notoriedad cuando los surfistas descubrieron sus olas. Para ilustrar, basta mencionar que se han realizado competencias como el Mundial Masters de Surf Montañita y que puede aprenderse a surfear por 10 dólares la hora. De una forma u otra, el estilo hippie y la fiesta, atrajeron a muchos otros que se quedaron en el pueblo para convertirlo en un referente del turismo joven.
Algunos deciden quedarse por meses, como María (29), que trabajó allí en una agencia turística. En comparación con otros balnearios, ella destaca que la cantidad de argentinos “te hace sentir como en casa”. Con una amiga se quedó 6 meses (entre idas y vueltas) en una zona donde el recambio de viajeros es continuo durante todo el año y donde es fácil salir a vender comida o artesanías por la calle.
“A veces te cansa porque es un pueblo chico pero tiene tanto turismo que siempre cambia. La gente de Ecuador es especialmente cálida. Montañita está súper dedicado al turismo y tienen más cuidado con quienes vienen”, mencionó esta mendocina apenada, sin recordar otro caso como el Marina y María José.
Empresas turísticas consultadas por Los Andes confirmaron que es un destino pedido por viajeros de entre 18 y 25 años, en viajes de más de 20 días y con un público que se renueva constantemente. Desde InterMza, que se dedica al turismo joven, explicaron que muchos deciden viajar a Ecuador y una vez allá buscan aventuras. “La juventud atrae más jóvenes, punto. Hay una libertad importante y te lo digo yo que he estado allá”, comentó un joven operador de la empresa.
Desde Holding Viajes, Juan Moreno explicó que es un destino buscado por jóvenes y que no lo recomiendan como viaje familiar ni de descanso por el bullicio y el riesgo. “Compran un aéreo muy económico a Guayaquil y el resto lo hacen como mochileros. Por lo general los pedidos más fuertes empiezan en diciembre, antes de Navidad, y se extienden hasta febrero”, detalló.
En Turismo Zakalik, Soledad Echegaray coincidió con sus colegas y añadió que venden el pasaje aéreo a Ecuador pero no paquetes con hospedaje: “No hay hoteles, es muy rústico; no es para un pasajero normal. Nunca lo recomendamos. Para gente más grande no es un buen destino”.
Los forenses argentinos no investigarán la escena de crimen
Los forenses argentinos ya están en Guayaquil con una misión fundamental: determinar si los cuerpos de las dos mujeres que están en una morgue de esa ciudad son los de las mendocinas Marina Menegazzo y María José Coni.
Así lo confirmó el superintendente de Policía Científica de la Federal, comisario general Juan Antonio Calderón. “La misión primigenia de nuestro equipo es hacer el reconocimiento de los cuerpos”, afirmó.
Este reconocimiento se intentará hacer, en principio, por las huellas dactilares. Si eso no es posible, debido al estado de descomposición de los cuerpos, se tomarán muestras a los familiares que están en Ecuador para realizar exámenes de ADN.
El equipo de peritos de la Policía Federal está encabezado por el jefe del Departamento Identificaciones Personales, comisario inspector Francisco Guglielmo; la suboficial Brenda Ortiz, especialista de la División Rastros; el auxiliar superior Jorge Ossola, de la División Laboratorio Químico, y el médico legista Javier Ureta Sáenz Peña, de Medicina Legal.
Los expertos están realizando diligencias en Guayaquil y no trabajaron ayer en las tareas de reconocimiento. En principio, entre sus funciones no habrá investigaciones en la casa donde se cree que mataron a las chicas ni ninguna otra pesquisa similar, ya que sólo se concentrarán en la identificación. Los familiares descreen de la versión oficial y aseguran que los dos hombres detenidos y acusados del crimen son “perejiles” y que las chicas fueron víctimas de una red de trata. CC
Mi viaje: por Mauricio Manini. Periodista de Sociedad
El "che" se escuchaba por doquier
Tuve la oportunidad de conocer esta “tierra prometida” en junio de 2015. Después de Bolivia y Perú, era una parada obligatoria para dos jóvenes viajeros antes de volver a Mendoza.
No se puede resumir en palabras lo que se siente en Montañita pero, para ilustrarlo, empezaré con que es mucho más chico de lo que uno piensa y que pocas cuadras de tierra separan los hospedajes de la playa. Repleto de argentinos, el “che” se escuchaba por doquier.
Nos habían prometido fiesta y era cierto: estaba en las calles, la playa y los boliches. Los precios bajos, la mezcla de nacionalidades y la simpatía del ambiente hacían el resto. En cuanto a la marihuana, recuerdo tanto las ofertas de “happy brownies” (¡desde las 9 am!) como las colectas en el hostel para comprar “flores”. De todas formas nunca nos presionaron. Estaba claro que cada uno festejaba como quería y eso se respetaba.
Lo que más disfruté fueron las clases de surf y es la imagen que más guardo. Tristemente, el último fin de semana se nos sumó una imagen más a Montañita. Una que llenará de tristeza a las otras hasta que no se haga justicia.