El paraíso es un lugar

Es una isla caribeña bajo el ala administrativa de dos Estados europeos. Servicios de lujo y playas para olvidarse del resto del mundo.

El paraíso es un lugar
El paraíso es un lugar

El viajero se inquieta: Saint Martin- Sint Marteen ¿Son dos islas o una? ¿Por qué dos nombres, por qué dos idiomas y más aún francés y holandés? Pero además dicen que hay más de 70 nacionalidades coexistiendo en el mínimo reducto antillano.

En 87 km2 sesgados hacia el norte por la administración francesa y hacia el sur por la holandesa desde el siglo XVII, es todo un ejemplo de convivencia entre unos 70 mil habitantes. Cada sector un país y allí su capital, su gobierno, su idioma, sus comida y sus costumbres.

Parecería un caos literal por los límites difusos. Sin embargo la armonía es moneda corriente, la apertura a nuevas experiencias a nuevos visitantes a mirar al otro cercano, es una realidad. Así el que llega y va a una isla, se encuentra con dos mundos muy diferentes, porque convengamos que ni a un galo le gusta que lo confundan con alguien de los Países Bajos ni al revés, y esto es un plus del viaje.

Los aviones rozan las playas de Maho y todos se aprestan a fotografiar la escena, varias veces repetida a lo largo del día. Estamos en la parte holandesa y los matices entre casas caribeñas -no hay mucho estilo holandés- y grandes cadenas hoteleras se superpone.

Así camino a Philipsburg, capital y el punto comercial por excelencia, la arrítmica postal del Caribe de los nativos y del correspondiente al turista, se mezclan, a Dios gracias.

Hay resort con todo incluido y hay muchos hoteles y aparts para sentirse más libres. De una y otra forma siempre es posible disfrutar de las arenas, de servicios de los hoteles y de las públicas, donde se palpita el crisol de razas. El centro y las arterias con bares y comidas holandesas con sabores de estas latitudes en fusión, son un placer, y suena extraño ver a Máxima reinar desde las vidrieras, y uno siente orgullo por la reina argentina… Dicen que, con Guillermo, adoran estas playas.

Por la costanera, en ojotas y short se descubre desde el puerto -a donde llegan los cruceros y sus huéspedes a comprar en las grandes tiendas libres de impuestos, la calle principal Front Street, en especial- y por larga línea que mira al mar unos chiringuitos fascinantes de sasones increíbles. Un paseo que hay que hacer sin prisa.

Para comer Johnny Under the Tree BBQ, en Cole Bay; Mr. Busby´s, en Oyster Bay -el sector hotelero- ; Cherry´s, siempre, en el Maho Shopping; además sushi en Bamboo Bernies en el centro de Philipsburg. Por las noches la cosa pasa por Simpson Bay y los atardeceres son promocionados desde el agua, embarcados y con trago en mano. Un paso por el famoso Bliss y Boathouse de corte local, son opción para despedir al sol.

De Francia con amor

Saint Martin luce diferente, habla y se disfruta de otra manera. Su capital Marigot, es menos comercial o de tiendas menos marquetineras.

Además y como buena zona francesa, es la Capital gourmet del Caribe, faltaba más. Por Grand Case hay restaurantes de afamados chefs, ambientes deliciosos y menúes sofisticados y hay que probarlos. Los chiringos también aquí, mucho sabor del mar para reafirmar afrancesado sí, pero es caribeño; también hay que probar, de eso se trata esta isla.

Orient Bay, es la mejor playa de toda la ínsula. Se asemeja al ambiente de Saint Tropez, con esa onda, con ese estilo y el aporte de estas latitudes. Orient, es la playa nudista y muchos quieren atreverse allí, pero la mayoría acude vestido. Sólo en un sector cercano a un hotel están los que practican la modalidad de disfrutar del sol sin tapujos. Bares relajados, música acorde al estilo de moda y atardeceres para quedarse eternamente, es la descripción ajustada, pero exacta de los días por allí.

De este lado también un lujo extremo: La Samanna, el resort del mítico Orient Express en Baie Longue. También el primer spa Christian Dior del Caribe con tratamientos exclusivos y glamour de verdad. Un must para los que adoran la buena vida francesa.

Para ver y hacer

Explorar el mar. Meter la cabeza bajo el agua es una de las ideas. Hay excursiones que llegan a cayos e islotes y a sus arrecifes, con aperitivos y equipos, desde U$S 100. Little Bay cuenta con naufragios, barras coralinas y un sin fin de circuitos para descubrir peces y tocarlos. U$S 180. Ya sea con buceo o snorkeling, la aventura está asegurada. También hay un semi sumergible como para chusmear todo debajo del agua pero sin mojarse.

Anguila. Un bonus del viaje es llegar hasta la isla de Anguila que cuenta con 33 playas de arenas blancas y agua cristalina seleccionadas entre las mejores del orbe. Allí Rendezvous Bay, una verdadera beldad natural. Shoal Bay la mejor rankeada de las Antillas menores.
Pero además de playas, centenar de restaurantes una mixtura entre las tendencias internacionales y lo autóctono-que ya de por sí es estrafalario- da resultados fantásticos.

Loterie Farm es una granja con eco senderos para que los visitantes puedan recorrer a su gusto y descubrir la naturaleza isleña. Uno conduce al bosque oculto, que después deja ver el mar. También se puede volar entre los árboles en un simpático circuito de canopy.

Paquetes: 8 días desde Mendoza, con escalas, U$S 2.800.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA