Con un aceptable balance general, aunque la convocatoria no haya sido tan significativa como en otras oportunidades, se realizó recientemente la 34ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Panamá, que mostró al Papa Francisco ejerciendo una buena conexión con los jóvenes, a quienes consideró “no como el futuro, sino como el ahora de Dios”. El anterior encuentro de este tipo en América Latina se había efectuado en Brasil (2013), y fue más multitudinario que el realizado hace días.
En la visita al país vecino de hace seis años, el Pontífice de Roma había rescatado la sensibilidad especial (de los jóvenes) ante la injusticia, aunque advirtiendo que ese sector de la sociedad se siente defraudado por los casos de corrupción, visibles en aquél entonces y muchos de ellos ,vigentes en la actualidad.
Siempre analizando lo que aconteció en la reunión de 2013, en nuestro gigante país vecino, el Papa había pedido a los miles de chicas y chicos que lo escucharon en diversos actos, que no se desanimaran. “No pierdan – había dicho entonces- la confianza, no dejen que se apague la esperanza y sean los primeros en tratar de hacer el bien, en no habituarse al mal, sino vencerlo”.
También en aquella histórica oportunidad instó a los que no han alcanzado la madurez de la edad a no meterse en la cola de la historia, “no dejen que otros sean protagonistas del cambio”, remachando sus palabras con un modismo argentino: “¡No balconeen la vida! ¡Métanse en ella con Cristo Jesús!”.
Entonces, como en otras ocasiones, ahora en Panamá, el sucesor de Pedro mantuvo una buena conexión con los sectores bisoños de la sociedad, especialmente al emplear en sus mensajes un lenguaje juvenil y actual para ser mejor comprendido.
En ese sentido fue expresivo al explicar que la vida de salvación que ofrece Jesús no es “una salvación colgada ‘en la nube’ esperando ser descargada”, ni una “aplicación nueva o un ejercicio mental fruto de técnicas de auto superación”.
Comunicación clara para sus interlocutores, al igual que la advertencia de que tampoco la vida de salvación “es un tutorial con el que se puede aprender la última novedad, sino una invitación a ser parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias”.
Ni más ni menos otra vuelta de tuerca de aquel pedido de 2013, en tierra brasileña, de no meterse en la cola de la historia, de no ‘balconear’.
Por eso en esta oportunidad instó a los de menos edad a involucrase, a soñar y trabajar el mañana, y no dejar que los sueños se adormezcan.
“Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro sino el ahora de Dios”, afirmó.
En otro discurso en la nación centroamericana, el Papa Francisco cuestionó la cultura del abandono y falta de consideración hacia la juventud, resaltando la necesidad de crear raíces y cimientos para garantizarles un futuro.
“Qué fácil resulta criticar a los jóvenes y pasar el tiempo murmurando si les privamos de oportunidades laborales, educativas y comunitarias desde donde agarrarse y soñar el futuro”, enfatizó con fervor.
Por eso resulta coherente que el Pontífice haya cuestionado nuevamente la cultura del abandono y de falta de consideración hacia la juventud, resaltando la necesidad de crear raíces y cimientos para garantizarles un futuro.
“Sin educación es difícil soñar futuro, sin trabajo es muy difícil soñar futuro, sin familia y comunidad es casi imposible soñar futuro. Porque soñar el futuro es aprender a responder no sólo para qué vivo, sino para quién vivo, para quién vale la pena consagrar la vida”, afirmó el jefe de la Iglesia Católica. Y manteniendo su estilo de usar un lenguaje comprensible hacia quien iba dirigido, recriminó que no basta estar todo el día conectado para sentirse reconocido o amado.
Así lo sostuvo literalmetne: “Sentirse considerado e invitado a algo, es más grande que estar ‘en la red’. Significa encontrar espacios en los que puedan con sus manos, con su corazón y con su cabeza, sentirse parte de una comunidad más grande que los necesita y que también ustedes necesitan”.
