La reciente reunión entre el papa Francisco y el presidente Alberto Fernández probablemente abra canales de acercamiento entre el Vaticano y el Estado argentino. En especial durante los cuatro años de la presidencia de Mauricio Macri el vínculo se advirtió frío y lejano; siempre se especuló con diferencias fuertes en materia de política económica y social entre el jefe de la Iglesia y el anterior primer mandatario. Con Cristina Fernández de Kirchner, en cambio, el Papa tuvo una buena relación que obedeció, principalmente, al cambio de actitud, con reconciliación incluida, de la entonces Presidenta con Bergoglio tras su nombramiento, en marzo de 2013.
Sin embargo, según lo que trascendió de la reunión mantenida el viernes en la sede vaticana, el concepto que el Papa tiene del actual jefe del Ejecutivo contribuiría a aceitar el vínculo luego de años de relación bastante fría. Aseguran que Francisco valora a Fernández por su perfil político más pragmático que ideológico. En ese caso el jefe de la Iglesia estaría priorizando la calidad de gestión antes que una determinada línea de pensamiento político. En este marco el gesto amable de Francisco hacia Fernández se tradujo en una promesa de “ayudar en lo que pueda” a la Argentina en la difícil negociación por la deuda externa, compromiso pleno para el Pontífice que seguramente desembocará en gestiones y relacionamiento con el FMI y los países más influyentes en materia de negociaciones financieras a nivel internacional. La preocupación papal por la crisis social, la pobreza, la marginalidad y el hambre son lógicas preocupaciones de la Iglesia.
Volviendo a la promesa de ayuda que dio el Papa, no pasa inadvertido que el miércoles se inicia en el Vaticano un seminario económico en el que estarán presentes, justamente, el ministro argentino Martín Guzmán y la líder del FMI, entre muchos otros asistentes de distintos países. Se especula con que dicho encuentro sirva de punto de partida para el esperado acercamiento entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario para destrabar el reperfilamiento de la deuda argentina con ese organismo. Más que nada esperan las autoridades que exista una actitud tolerante del FMI para que sea factible un esquema de cancelación paulatina de la abultada deuda contraída por el Estado argentino.
En cuanto a la expectativa por el debate sobre el aborto prometido por Fernández, hábilmente el Papa evitó que el tema quedase incluido en la charla de poco más de media hora que mantuvo con el presidente argentino. Fue quien es considerado mano derecha del Pontífice, el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Parolín, quien se encargó de recordarle al Presidente que para la Iglesia es indelegable el concepto de la defensa de la vida desde el momento de la concepción.
Está claro que el Papa buscó priorizar la armonía sobre las disidencias en esta primera audiencia con el nuevo presidente argentino. Recomponer relaciones entre un Estado y otro es muy importante por la tradición católica de la mayoría de los argentinos. Pero esa relación bilateral dará frutos si se cumple con ese supuesto precepto de que unirá a ambos la gestión por sobre las coincidencias políticas.