El Papa Francisco volvió ayer a sorprender a los surcoreanos al viajar en tren bala junto a otros 500 pasajeros en vez de utilizar un helicóptero como estaba planeado para trasladarse desde Seúl a la ciudad de Daejeon, donde celebró su primera misa multitudinaria, en la que le pidió a la multitud rechazar el materialismo y “modelos económicos inhumanos”.
El Pontífice fue visto tomando un tren de alta velocidad en la estación de Seúl alrededor de las 8.45 hora local y llegar 50 minutos más tarde a la ciudad situada a 160 kilómetros de la capital.
Francisco y sus acompañantes fueron los únicos que ocuparon uno de los cuatro vagones de primera clase, los otros tres se mantuvieron vacíos por cuestiones de seguridad, mientras que unos 500 pasajeros viajaron en clase turista del tren, que no efectuó ninguna parada antes de llegar a su destino.
La organización, que había anunciado que el Pontífice se trasladaría en helicóptero, no dio ninguna razón del cambio de última hora, pero un portavoz apuntó que al utilizar el tren bala “tuvo más oportunidad de conocer a la gente local”.
Francisco ya sorprendió a los surcoreanos anteayer a su llegada al país, cuando eligió movilizarse por Seúl en un Kia Soul, un utilitario de tamaño medio muy popular entre las clases medias de Corea del Sur.
Una multitud, por la Asunción
El Papa celebró la misa de la Asunción de la Virgen María en el estadio de la Copa de Mundo de Daejeon ante 50.000 personas, en lo que fue su primera ceremonia multitudinaria en su visita a Corea del Sur.
Este día santo coincide en Corea con el aniversario de la liberación en 1945 de la península del yugo colonial japonés.
“La esperanza ofrecida por el Evangelio es el antídoto para el espíritu de desesperanza que parece crecer, como un cáncer en la sociedad que exteriormente es próspera pero que frecuentemente vive la experiencia de la tristeza interior y el vacío”, dijo el Papa.
“¡A cuántos de nuestros jóvenes esta desesperanza les ha hecho pagar su tributo!”, declaró, haciendo alusión a las adicciones y al suicidio.
“Puedan los cristianos de esta nación combatir la atracción del materialismo que asfixia a los auténticos valores espirituales y culturales, así como al espíritu de competencia desenfrenado que genera egoísmo y conflictos. Que rechacen también los modelos económicos inhumanos que crean nuevas formas de pobreza y marginalizan a los trabajadores”, declaró el Papa argentino.
En una fuerte crítica al modelo de sociedad competitiva que se expande cada vez más en Asia, desde Japón a Singapur, desde Taiwán a Corea, e inclusive a China, el jefe de la Iglesia católica advirtió sobre “la cultura de la muerte que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y viola la dignidad de cada hombre, mujer y niño”, haciendo alusión al suicidio, al aborto y a la eutanasia.
Francisco se desplazó luego al santuario de Solmoe donde volvió a tratar este tema, ampliándolo ante 2.000 jóvenes procedentes de 23 países de toda Asia, entre ellos la China.
“Vemos los signos de una idolatría de la riqueza, del poder y del placer, que tiene un gran costo en vidas humanas”, les dijo.
A su llegada a Solmoe, el Papa se arrodilló y oró ante el santuario de San André Kim-Dajeon, primer sacerdote católico de Corea martirizado en 1846.
Entre la multitud había decenas de chinos, pese a las restricciones de las autoridades de Pekín al desplazamiento de algunos de ellos, según fuentes de la iglesia coreana.
Jóvenes de Camboya, Hong Kong y Corea del Sur prepararon intervenciones ante el Papa, y algunos hicieron preguntas políticas sobre Corea del Norte y China, a las que Francisco respondió con su habitual mensaje de paz y concordia, sin dejar de ser crítico.
Cortocircuito con China
Problemas técnicos impidieron aparentemente la llegada de un telegrama enviado por Francisco a las autoridades chinas, cuando sobrevolaba su espacio aéreo rumbo a Corea del Sur.
El Vaticano y China, cuya embajada en Roma pidió que se le reenviara este telegrama, según Lombardi, intentan cautelosamente mejorar sus casi inexistentes relaciones.
Pekín autorizó por primera vez a un pontífice a sobrevolar su territorio. Los medios de comunicación reprodujeron el telegrama del Papa al presidente chino Xi Jinping, a quien daba “las bendiciones divinas de paz y prosperidad” para el país.
Las relaciones son delicadas con China, que restringe el ejercicio pastoral de obispos y sacerdotes chinos y aplica restricciones y amenazas contra estudiantes y curas, que quisieron viajar a Corea del Sur con motivo de la visita papal.